Nadie nace campeón

Dos tigres, una montaña

Dicen que dos tigres no pueden habitar una misma montaña, así como dos maestros no pueden enseñar a un mismo alumno. Algo similar pasaba conmigo, pues en este espacio de tiempo había doblado mis entrenos para cumplir tanto en taekwondo como en Hapkido. Esto era algo agotador pero sabia que debía mejorar.

Mis maestros eran totalmente diferentes en la forma de pensar y de dictar un entreno. Mientras mi maestro de Hapkido nos decía que debíamos cuidarnos en los combates dentro de la academia, mi maestro de taekwondo nos decía que nos golpeáramos lo más fuerte posible. Mientras uno buscaba la esencia marcial en la persona, a el otro solo le importaba la competencia.

Todo esto era riqueza para mi, porque tenía lo mejor de dos mundos. El problema radicaba en que los dos me querían en la selección de cada deporte. Para esto uno hablaba mal del otro y viceversa. Me presionaban para que tomará una decisión, sin embargo no le encontraba lugar a dejar de entrenar cualquiera de los dos.

Mientras esto pasaba adquiría cada vez más confianza con Valeria, pero el problema era que el instructor Wilson era demasiado celoso y Valeria era como la hija de él. Cada vez que me veía hablando con Valeria se me quedaba mirando a distancia.

Luisa dejó de entrenar por diversas circunstancias, por lo tanto perdí el contacto con ella y con esto mi rara atracción. Después de esto, comencé a tratarme de forma cariñosa con Valeria. Cada que nos veíamos ella me abrazaba, pero no era cualquier abrazo, era un abrazo muy largo. Así durante el entreno ella mantenía abrazada a mi después de cada ejercicio. Todo estaba muy bien hasta que un día en la parte de atrás de la academia nuestro "querido" instructor Wilson nos encontró a Valeria y a mi haciendo algo que no le agradó en lo más mínimo. Estábamos abrazados y mientras nos abrazábamos yo le mordía el cuello y ella me mordía el pecho. Aparentemente no pasaba nada. Wilson nos vio y no nos dijo nada. Pero pocos días después le comento esta acción a la madre de Valeria de un modo poco adecuado para la madre pudiera imbuir en Valeria haciendo que ella cambiara este comportamiento para conmigo.

Al Valeria comentarme yo decido hablar con Wilson.

- Hola Profe, no me pareció bien hecho que usted le comentara a la madre de Valeria lo del otro día, me gustaría hablar con usted después del entreno- Le envió un mensaje al whatsapp.

- Señor Franco, yo no tengo nada que hablar con usted. Si quiere ser algo de Camila lo invito a hablar con los padres de ella.

- Gracias por su tiempo- respondí con ironía.

Wilson no entendía razones, y no quería desperdiciar el tiempo haciéndolo entrar en ella. Desde ese momento Valeria cambio en la forma de tratarme en público, siempre con miedo de ser vista por Wilson. Por ese tiempo me afecto bastante el cambio drástico de Valeria, de verdad empece a sentir que la amaba.

- Te amo Valeria, jajajaja- le digo bromeando.

- Tu no me amas, te reíste- me responde decepcionada.

- Te amo- le repito de forma más seria.

- Yo también te amo mi rey - me responde con aprobación Valeria - ¿porque no me lo habías dicho antes?- continua.

- Ahora que pasó lo que pasó, en tu ausencia de cariño, me di cuenta que te amaba.

Desde ese día nos tratábamos como novios, nos celábamos por todo. Pero ya nada fue como antes. Sin embargo, cada vez me encariñaba más con esta niña.

- Cuando sea grande quiero vivir contigo mi rey- me dijo ella.

- Tu no me aguantarías en tu casa, te comería a besos todas las noches.

- Antes pienso que seria al revés, tu no me aguantarías, porque todo el día te molestaría.- retruca Valeria.

En los entrenos disfrutaba de ver a Wilson celoso, pues Valeria me buscaba y yo con más gana me hacia buscar.

En los campeonatos aprovechábamos para abrazarnos y mordernos, pues a Wilson le tocaba ser de juez en los combates.

En un momento de celos Valeria agrede a Carolina por el simple hecho de que ella me estaba apretando un gordo de mi abdomen. Esto fue muy chistoso para mi.

Anastasia disfrutaba de molestarme con Valeria y yo disfrutaba de molestarla con Samuel < un pretendiente de ella>.