Nadie nace campeón

Compañia

En la academia de Hapkido, ya poco me querían, me trataban como la oveja negra. Por estar entrenando y compitiendo en Taekwondo. No es tanto por esto, sino porque me iba bien en esas competencias. La envidia los consumía. Sin embargo, yo no entreno ninguna de las dos artes marciales por la compañía, lo hago por mi.

Hasta mi propio maestro me veía a mi como una medalla de oro y no como un estudiante más, le interesaba más mi resultado que mi presencia en los entrenamientos. Solo me hablaba cuando necesitaba convocarme para una competencia o cuando me cobraba la mensualidad.

No me importaba la situación social que vivía en mi academia de Hapkido. Me encantaba el arte marcial y su sistema de competencia.

Ya estaba montado en el bus, con ausencia de compañero, esperando el arranque hacia mi nueva competencia departamental.
Durante todo el camino estuve solo, escuchando música y chateando con mis amigos de Taekwondo.

Las competencias de Hapkido eran muy diferentes a las de Taekwondo. Siempre en Hapkido las competencias duraban dos días. Porque se compite en más modalidades.

El día empieza con salto alto, y salto largo (tienes que saltar tan alto como puedas y caer descomponiendo la caída en rollo, en salto largo debes hacer lo mismo pero cuenta la distancia y no la altura), después sigue defensa personal (debes mostrar varias técnicas de defensa personal con uno o más atacantes, con cuchillo, con arma de fuego, con mano limpia, como sea, en cualquier circunstancia), exhibición (tu academia debe realizar una coreografía que incluya toda la parte marcial y competitiva del Hapkido, para mostrarla en exhibición y ser juzgada) y por ultimo termina la competencia con combates.

Los combates se dividen en dos tipos : principiantes y avanzados.
Los principiantes no pueden lanzar, ni hacer barridos, ni hacer combate de piso. En otras palabras es solo un combate con puños y patadas. En cambio los avanzados, pueden hacer todo lo anterior mencionado, lo que vuelve más atractivo el combate.

Ese día tuve solamente dos combates, clasificaban los primeros tres, así que no tuve que ir a una final. Gane como si nada, nadie me felicito. Los combates fueron medio fáciles, en Taekwondo el nivel de competencia es mucho mayor, sin embargo no tenía con quien compartir mi éxito. Me encontraba solo. Fui el primero que me acosté después de que se acabaran los combates, el resto de compañeros siguieron congeniando y molestando un rato.

Al día siguiente después de que se acabara la competencia de ese día, regresé en el bus de la misma manera que de ida, sólo.

La verdad es que el triunfo no sabe a nada si no tienes con quien compartirlo.

No sentía nada, me encontraba en un estado de apatía, las medallas se empolvan con el tiempo. Todo queda en el recuerdo y no me gustaría tener recuerdos tan amargos como este. Sentía esa necesidad de ser querido...querido por alguien que yo también quiera. No me interesaba tener más "amigas especiales" como Carolina y Valeria. Me di cuenta que no era ese tipo de hombre. Más bien era del tipo de hombres que le gustaba tener una relación larga...duradera. Pero no lo había conseguido aun. Quería ser como mi padre, que sólo tuvo una novia, y fue con la que se casó. Duraron diez años de novios. Diez años...Una meta que yo veía muy lejana. Ya había fracasado en anteriores relaciones. ¿Será que no he encontrado la indicada?

Mi extraña amiga Anastasia, la cual me daba ganas de verla cada que yo respiraba, estaba fuera de lo común. Valeria me acusaba a mi y a ella de que éramos muy melosos. Decía que yo la estaba cortejando, también decía que le encantaría que el novio de Anastasia nos encontrará en una situación de flirteo.

-No se olvide que usted es mío- dijo Valeria hablando conmigo.

-Anastasia debe conseguirse a otro, o le va a ir muy mal por meterse con lo mío- continuó Valeria.

-¿Porque hablas así de ella? Se ve tan feo que entre mujeres se traten así- objeto yo.

-No lo se, agg, esque usted me pone celosa.

-Pero eso no es culpa de ella, Valeria.

-Es culpa de los dos-. Nos quedamos callados, en un silencio incomodo.

-Te amo, gordo -continuó ella.

-No parece, gorda