Jovenes y estupidos

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Las cosas con Jade iban de maravilla, una chica excepcional : era amigable, con un amplio sentido del humor, coqueta, cariñosa, tierna, etc. Hasta que llegó un punto en donde nuestra relación se convirtió en rutina y fue donde yo más estaba enamorado. Ella ya no salía conmigo, simplemente yo la visitaba y hacíamos las mismas cosas de siempre. Nada cambiaba, todo era muy vaticinado. Pero entonces yo decidí luchar por el amor de Jade, haciendo cosas diferentes y cambiando mis reacciones. Cuando menos ella esperaba yo llegaba de sorpresa, este fue un momento en el que tuve que jugar todas mis cartas. Al fin y al cabo no tenía nada que perder. Mis jugadas salieron bien y ella se enamoro de mi otra vez. Pero por desgracia se invirtieron los roles, lo que ella sentía antes ahora lo sentiría yo y ella haría lo posible por recuperar mi amor de nuevo. Yo siempre le seguía el juego. También me hacia rogar esperando que jugada emplearía Jade para conmigo, sus maniobras para robarme besos siempre me sorprendían.

Pero un día le conté a Jade algo que había dicho mi abuela sobre ella que hizo que se molestara y llegara al tope. Mi abuela había dicho que me consiguiera otra novia, pues Jade era de color trigueño y mi abuela al parecer era racista. Yo le dije esto en forma de juego a Jade, sin embargo toco fondo.

Esa misma noche Jade con lagrimas en los ojos termino con nuestra relación. "No quiero sufrir mas, tu familia nunca me ha aceptado ni me aceptara. Yo deseo lo mejor para ti amor. Consigue una chica blanca, rica y guapa que si te merezca". Esto dijo Jade al dar por terminada la relación. Al principio no creía que fuera verdad. Creía que era un chiste de Jade y que mañana todo seria como antes. Pero no fue así, al otro día todo había cambiado y de la noche a la mañana se fue alguien a la cual cual amaba de verdad. Por largos meses llore lagrimas de sangre junto con sollozos en silencio. No quería que nadie se enterara y me hacia el dormido para disimular.

Nada volvió a ser igual desde ese día.

Me encontraba ya rumbo al campeonato nacional de la federación de Hapkido al cual había clasificado gracias a poder ganar en el anterior campeonato departamental. Al llegar observo las delegaciones y sus integrantes. Cada quien tenía a alguien destacado. Yo quería ser destacado, quería que cuando me vieran llegar sintieran mi presencia, que rezarán para que no les tocará en mi categoría y que los entrenadores me grabaran para enseñarles a sus pupilos como poder derrotarme. Por ahora no era nadie, pero todo cambiaría muy pronto.

El primer día nos pesaron a todo el equipo, para que correspondiera cada quien a su categoría respectiva. Todo iba bien. Ese día me dedique a observar los combates y escuchar música. Intentaba crear una estrategia infalible contra cualquier rival tomando formas de combate de los demás competidores. Aplicaba cada combo en mi mente a un adversario imaginario, con variaciones y posibles fallos. Todo ese día lo que hice fue calcular, mi categoría entraba en contienda al día siguiente.

Hoy era mi día, pero mi cuerpo aun no lo sabia. Nuestro equipo se alistó tarde y llegue al evento recién desayunado. Sin el más mínimo calentamiento me llaman por el micrófono a escena. Rápidamente me coloco todos los implementos y busco a un Coach que me ayude.

Afortunadamente encuentro a mi maestro. Un momento antes de empezar el combate mi maestro me dice - bueno Fred tu ya has entrenado para este momento, eres bueno. Intenta terminar este combate por superioridad sin cansarte, recuerda que si ganas te siguen tres peleas más- yo asiento con la cabeza.

Estoy temblando pero me coloco en guardia. Analizo cada movimiento de mi contrario y cuando encuentro el espacio le conecto una patada a la cabeza. Como resultado de no haber calentado caigo a la lona de acción reacción. Aún así me validan el punto y seguimos el combate. Antes de que se acabe el primer round ya he ganado por superioridad < siete puntos de ventaja>.

Mi maestro me choca la mano y me felicita, pero aun tengo tres combates por delante. En el siguiente combate mi maestro no me puede asistir pero le dice a otra persona que me ayude. En este combate no me va tan bien, cometo muchas faltas y me canso de más. Gano el segundo combate. En mi tercer combate mi maestro mi maestro ya está disponible y se incorpora en el asiento de Coach.

En este combate me concentro un poco más. Los dos empezamos a fintarnos y desplazarnos, no pasa mucho tiempo hasta que mi rival me golpea con una patada de improvisto el rostro, que bien me golpeo con el talón en mi nariz. Me realizan un conteo de protección y notan que me sale sangre de la nariz. De inmediato me dan un minuto médico para intentar parar la hemorragia.

-Suénate los mocos fuerte- me dice mi maestro pasándome un rollo de papel higiénico - ¿como te sientes? - me pregunta.

- No es nada, yo voy a ganar Master- le digo con seguridad.

- No es necesario que te lesiones por una medalla, si quieres te puedes retirar. Ya vendrán más torneos.

-No maestro, yo voy a ganar este - dicho esto pitan para indicar que se ha acabado el tiempo. Me incorporo de nuevo en la arena con miedo pero dispuesto a ganar.

Volvemos a comenzar y mi contrario me golpea de nuevo pero esta vez en el abdomen. Escucho un grito que dice "acércate y lánzalo, él solo sabe patear". Decido hacerle caso a esta voz. Y funciona. Él vuela por los aires y cae en el tatami conmigo encima. De inmediato nos levantamos y seguimos el combate al finalizar el primer round terminamos 6-4. Yo iba ganando por dos puntos.
Después del tiempo de receso comienza el segundo round. Yo finto con una patada, el me patea, yo reacciono igual y cuando el me va a volver a patear yo retrocedo y realizó un giro de 180 grados en el aire lanzando una patada giratoria golpeando con el talón en el hueso parietal de mi contrincante. El impacto suena en todo el coliseo, mi talón me duele y mi rival esta durmiendo en el piso. Me declaran ganador y celebro eufóricamente. Luego voy a ver como siguió mi rival y estoy más tranquilo al saber que ya esta convaleciente.

Le voy a contar a mis compañeros y mientras les cuento los hechos se me viene la sangre de nuevo. Pronto comenzará el cuarto combate para disputar el oro de todo el país. En este momento sabremos quien es el mejor de los mejores.

Al empezar el combate recibo a mi contrario con patadas a troche y moche. Al parecer ya le había ganado al mejor de mi categoría, aun me conservo estoicamente y en el primer round doy por derrotado a mi adversario ganando por superioridad.

Después de recibir el oro en el podium y ser fotografiado unas mil y un veces voy a saludar a la persona que había noqueado. Me presento y el igual.

-Mi nombre es Fred, Fred Franco. ¿Tú cómo te llamas?- preguntó de forma amistosa.

- Mi nombre es Luque, yo ya te conocía, ¿tu entrenas taekwondo no es así?

-Si, así es. Yo también te he visto en competencias- respondo asombrado, él me había estudiado hace mucho - Que gran combate el que dimos hoy, espero verte de nuevo. Sigue entrenando- agrego.

- ¿Tu iras al próximo campeonato de taekwondo?

- Por supuesto- respondo casi de inmediato.

-ahí nos veremos entonces - dice Luque en forma de desafío.

Nos despedimos y nos vamos con las delegaciones de cada departamento. En el camino al hotel mientras estaba en el bus sigue saliendo sangre de mi nariz, la hemorragia dura más de dos horas hasta que por fin se detiene. Al día siguiente mi nariz esta inchada y es gigantesca, no lo puedo creer. Ese mismo día nos disponemos a regresar a casa. Durante el viaje no dejo de recordar esa pelea contra Luque, el sentimiento me invade y salen lagrimas de mis ojos sin el menor esfuerzo, no son lagrimas de tristeza sino de felicidad las que emana mi cuerpo ahora.

Nadie nace campeónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora