Capítulo 10. La Gran Jornada.

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Llegaron hasta un cuarto circular toda hecha de bronce. En el centro había una mesa de madera bien pulida y varios caballeros sestaban reunidos. Un hombre con peluca y uniforme dorado golpeó el suelo con un bastón de hierro, todos los caballeros se pusieron de pie cuando entro el Rey Carlo Magno a la habitación. Solo los Portadores se sentaron. Uno de los caballeros hizo una reverencia al Rey.

-Esta sesión se ha iniciado para escoger a los hombres que acompañaran a los enanos en su gran aventura. Deben saber todos ustedes que es un viaje muy peligroso. Orcos, dragones, y más se les pondrán en el camino. Posiblemente muchos no regresen.

-Yo estoy dispuesto padre.- un hombre al lado de Hans se levantó, era joven, no menos de la edad de Martí.

-Hijo, es una aventura muy….

-Iré. Acompañare a los enanos aunque me cueste la vida. Y no podrás remediarlo. Estoy listo padre. Estoy listo para pelear.

-Que Dios te acompañe.

-Yo iré también.

Un caballero habló cerca del Rey.

-Iré con mi hermano. Desde pequeños hicimos una promesa que nunca nos separaríamos por nada en el mundo.

-Tu no estas preparado.

- No me detendrás aunque lo quieras.

-Dos hombres van.

-¡Yo me apunto!

Una mujer rubia abrió las puertas de la habitación.

-Comandare a las fuerzas si me lo permite mi Rey.

-Te lo permito Juana. Tres acompañantes guiarán a los enanos.

Nadie se había apuntado ya. Desde el corazón de Hans, el quería seguir con más aventuras, quería sentir esa adrenalina una vez más, no aguanto más y se levantó.

-¡Iré y los acompañare!

Ciciolly y Arely se asombraron con Hans.

-Se que es una aventura muy peligrosa, pero mírenos, sin nuestro apoyo, ustedes no podrían estar aquí. Nosotros salvamos sus vidas. Nosotros les dimos paz. Nosotros les dimos esto- abrió los brazos.

-¡Sí! -Ciciolly se levantó- Yo jamás me separare de él, lo acompañare todo el tiempo.

-¡Yo igual! –Arely también se levantó-  Nos hemos hecho fuertes a lo largo de esta guerra, pero ahora somos más poderosos de lo que creíamos. Acabaremos con esos orcos y le devolveremos su ciudad a los enanos.

Los tres gritaron.

-¡La paz, la gloria, la libertad, todos signos de White Town y de sus señores!

Los caballeros se levantaron y desenvainaron sus espadas.

-¡Por White Town! ¡Por la paz! ¡Por Merlín! ¡Por Carlo Magno!

-21 acompañantes. 21 guerreros. Esta hecho. Saldrán dentro de dos meses.

Los Portadores salieron de la habitación. Ahí los esperaban los integrantes de la Resistencia.

-¿Qué paso ahí dentro?

-Iremos hacia el Oeste dentro de dos meses.

-¿Qué? ¡Hans! ¡Yo no me separare de ti! ¡Somos compañeros desde que me salvaste de Jeff!

-Es un viaje peligroso Martí. No creo que sobrevivas.

-Lo hare mejor que pueda. Lo prometo.

-Nosotros también. Todos nosotros formamos un grupo Hans. T un grupo nunca se separa por nada.

-Yo creo que ya están preparados. Partiremos en dos meses.

Los días pasaban rápido. Y cada vez se acercaba más el día.

-¡Llego el día!

Todos se levantaron y se dirigieron a la entrada donde los esperaban los caballeros del Rey y los Enanos. Carlo Magno estaba de pie en una baldosa y les dijo unas palabras antes de que partieran.

-Todos los aquí reunidos, no puedo decir que regresaran con vida, porque eso nadie lo sabe. Pero si algún día llegara a oír noticias de que alguien muera, se le tendrá un enterramiento como nunca. Que la suerte los acompañe nobles caballeros, ojala lleguen con bien, adiós.

Con esas palabras, los viajeros se retiraron de White Town, se inicio otra aventura para los Portadores y la Resistencia. Una vez que llegaron más allá de las puertas, Hans, Ciciolly y Martí voltearon a ver por última vez la ciudad. Desde las murallas estaban la maestra Jane y el Profesor Nori que se despedían de los viajeros con un movimiento de manos. Más arriba estaban todas las demás clases del Colegio que sobrevivieron a la batalla.

-Esperemos un día volver a verlos.

-Así será.

Hans volteó a ver a Martí.

-Martí. Somos compañeros desde que te salve de Jeff. No tienes familia, ni ningún otro compañero. Por lo cual pensé, ¿Quieres tomar el apellido Flechen?

Martí asombrado con la petición de Hans volteó a verlo.

-Oh, Hans, por supuesto que sí.

Hans dio una sonrisa.

-Vamos, hermano.

Un gran atardecer acompaño la caminata de los viajeros junto con los enanos. No volvieron a White Town por un gran rato.

La Vida de Martí FlechenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora