10

409 27 0
                                    

Para compensar la situación se le ocurrió una idea. Algo que mucha gente piensa es que los ángeles de la muerte no pueden hacer nada más que cumplir con su condena, pero la verdad es que son personas normales, sólo deben tener cuidado con sus alas y de no ser vistos por la gente humana, la cual sigue viva.

Caso especial ¿qué te parece si vamos a cenar? Yo invito. —propuso Jungkook con su característica sonrisa y sus cejas levantadas.

El día apenas iba a empezando, así que Hana lo pensó por unos minutos hasta que dio una respuesta a la pregunta de Jungkook quien la miraba levantando las cejas constantemente, incluso la hizo soltar una pequeña risa.

—Bien, vamos en la noche. —aceptó mirándolo hacer sus ridiculeces en la cocina, que se había vuelto costumbre.

Por consiguiente, terminaron de hacer el desayuno y comieron con algunas risas de por medio y conversando de todo y a la vez de nada. Oficialmente estaban listos para empezar su día.

Ambos emprendieron caminos diferentes, tenían sus tarjetas y su reloj encendido que vibraba en repetidas ocasiones indicando que deberían ir lo más rápido posible para recibir a un espíritu.

Jungkook quería olvidar ese pequeño y minúsculo incidente, aunque le daba risa y le parecía bastante gracioso era mejor olvidarlo. Las personas que morían eran cada vez más, por lo que tenían una mayor cantidad de trabajo y el reporte semanal era más largo que antes. Era viernes, así que deben ir con Gabriel para entregar dicho documento y terminar con la semana laboral. Los sábados y domingo eran descansos, otros ángeles de la muerte cubrían su turno, mientras ellos descansaban. Una perfecta organización a la que Jungkook y Hana se habían acostumbrado en poco tiempo.

Al llegar a casa, Jungkook seguía con el entusiasmo de ir a cenar, conocía un lugar bastante bueno donde servían comida bastante apetitosa y económica. Hana siempre tiene hambre, así que una cena no le vendría nada mal.

—Vamos Hana —dijo en súplica.

—Sólo voy porque tengo hambre —le aclaró.

Y así salieron de la casa recorriendo las iluminadas y asombrosas calles de Busan, la brisa que caía como un manto, el clima bastante frío, que cada vez que hablaban salía humo de sus bocas. Un restaurante tamaño promedio con letreros en luces neón que Jungkook reconoció. No era uno de lujo sino uno típico de Corea, que ni siquiera era una construcción como tal, de hecho era una carpa transparente donde habían mesas y la cocinera estaba en una esquina.

Ambos entraron, y la calidez del restaurante abrazó su frío cuerpo debido al frío clima que estaba pronosticado en Busan. Se sentaron en una mesa donde podían contemplar el tráfico y los altos edificios de la ciudad que iluminaron la zona, así como diferentes personas transitando por la acera de la calle conversando de quién sabe qué cosas. Una mesera de edad promedio se acercó a ellos para tomar su orden.

—¿Qué desean ordenar?

Dieron un fugaz vistazo al menú que estaba impreso y colgado en una de las esquinas del lugar. Había de toda la comida coreana callejera que te podías imaginar: Kimchi, soju, doenjang, jeotgal, kimbap, ramen, namul, jjajangmyun, tteokbokki, entre otras deliciosas comidas.

Hana pidió kimchi, Jungkook pidió tteokbokki, además de un estofado de carne y obviamente no pudo faltar el licor coreano con nombre de soju, que a él le encantaba y ella lo había probado antes, así que no era nuevo para ninguno de los dos.

Al cabo de unos segundos sus pedidos estaban en la mesa, el color verde de la botella de soju hacía resaltar de los demás alimentos. El rojo del tteokbokki era intenso y se veía que era picante. El kimchi de Hana se veía tan sabroso que moría por probarlo, pero Jungkook decidió primero servir el soju para preparar su garganta.

Angel of Death ➳ Jeon Jungkook ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora