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El hilo de saliva perteneciente a la entreabierta boca de Jungkook, resbaló por todo su mentón hasta tocar la superficie del sofá donde se había quedado dormido. Roncaba como si fuera un león, dejó de dormir cuando se estaba ahogando con su propia saliva.

—¡Hana! —gritó lo primero que se le cruzó a la cabeza que poco a poco empezaba a manifestarse un dolor intenso—. ¿¡Dónde estas!?

Con mareos, dolores, saliva en su cara, tropezándose con cualquier objeto debido a su borrosa visión, se dirigió a la habitación de Hana, ¿para qué? Ni el mismo lo sabía.

—¡Hana! —volvió a gritar con esperanzas de encontrar a la pelinegra que no daba ninguna señal de vida.

Y ella... Había perdido la noción del tiempo, por lo que se tardó más de una hora en el baño tratando de que el dolor intenso en su cabeza se fuera para no volver, sin embargo seguía más agudo y punzante que antes. Salió del baño ya cambiada porque había escuchado todos los gritos por parte de Jungkook, pero decidió no contestarlos porque desde el baño jamás se iban a escuchar hasta la sala.

No fue cuando Jungkook entró a su habitación totalmente desesperado por no encontrarla, pero ahí estaba frente al tocador aplicándose algo de maquillaje para tapar estas grandes ojeras que tenía por debajo de sus ojos.

—Aquí estoy, ve a hacer el desayuno —ordenó riéndose de la cara asustada de Jungkook, quien al verla dio un suspiro aliviado y rodó los ojos por su preocupación que no era para nada necesaria.

Se fue a su habitación dándose un sagrado baño con agua lo suficientemente caliente para que el espejo que tenía se empañara y toda la zona se llenara de vapor impidiendo ver correctamente. Salió de la ducha con una toalla blanca enrollada en su cintura y en su armario escogió un traje que constaba de un pantalón azul con botas beige aplasta cráneos y camisa a juego con el pantalón, al menos a él le gustaba esa combinación.

Acto seguido, bajó a la cocina donde comenzó a preparar el desayuno. Hana le había inculcado nuevamente el hábito de desayunar por las mañanas, así que hacía el desayuno para los dos. Recuerdos muy vagos venían a su cabeza de la noche anterior. Lo único que Jungkook recordaba era cuando empezaron a tomar la cuarta botella, de ahí no recordaba más y tampoco quería recordarlo.

Terminó de hacer el desayuno justo cuando Hana bajó para comer, ambos se sentaron en la barra y procedieron a consumir sus alimentos. El ambiente era algo incómodo, era como si ambos recordaran a la perfección lo que había pasado la noche anterior, pero la cruda realidad era que ninguno de los dos recordaba los coqueteos que habían hecho.

—Gabriel parece no importarle lo que hacen los ángeles después del horario laboral —comentó Hana.

—Sólo le importa que cumplimos con el trabajo —dijo Jungkook despreocupado.

A pesar de ser rebelde en el pasado, Jungkook era uno de los pocos ángeles que entregaban su reporte semanal en tiempo y forma, así como atender llamados de Gabriel, etcétera.

—Hana —la llamó preocupado.

—¡El reporte! —exclamaron los dos al unísono.

Después de estar todo el día de ayer ansiosos, olvidaron por completo entregar el reporte de la semana. En sus rostros estaba pintada una gran estupefacción por embriagarse dejando las responsabilidades de lado.

—Vamos a dejar el reporte, ¡ahora!

Dieron un brinco hacia el pequeño vestíbulo, buscaron con la mirada sus abrigos de cashmere y una vez que los encontraron no dudaron en salir corriendo con una pila de hojas con miles de letras en ella, ese era el famoso reporte por el cual se llevarían una paliza por parte de Gabriel.

Angel of Death ➳ Jeon Jungkook ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora