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Sin duda, podía notarse a kilómetros el desconcierto en su rostro, la tristeza y tal vez un poco de ira, debido a la súbita y rápida ida de Hana hacia ese lúgubre y misterioso portal en el cual Jungkook sintió un aura negativa. Por otro lado, si estaba Gabriel ahí monitoreando todos los movimientos de Hana, ¿cuál era la preocupación?

Ni el mismo lo sabía.

Regresó a la casa con mil dudas en la cabeza, pero ninguna tenía respuesta, era como una bomba atómica de pensamientos sin razón que lo consumían poco a poco. Ni siquiera desayunó, así que tomó su abrigo color azul marino, se amarró los cordones de sus grandes botas y fue a la oficina de Gabriel. Él tenía que averiguar algo, aunque sea mínimo acerca de esa repentina ida de Hana de la que Jungkook nunca estuvo enterado.

Salió de la casa y para no perder tiempo extendió sus enormes alas negras y desapareció del patio frontal de la vivienda.

El panorama de la ciudad era simplemente hermoso, altos edificios en cada esquina, autos de último modelo transitando por las calles, personas de altos recursos saliendo de boutiques de diseñador o personas normales saliendo y entrando a restaurantes disfrutando de una vida de libertad y por unos minutos aquellas emociones negativas que Jungkook almacenaba en su cuerpo se disiparon lentamente.

Pero al estar al frente del edificio de Gabriel, todo en su interior se volvió a activar en menos de un segundo.

Las puertas corredizas de cristal se abrieron dando acceso al lujoso lugar, Jungkook ni siquiera le importó si Gabriel estaba disponible sólo quería hablar con él. Cogió el elevador hacia el piso correspondiente donde el blanco pasillo que tantas veces observó se dejó ver al momento de que las puertas del ascensor nuevamente se abrieran.

Caminó velozmente hasta visualizar la oficina.

—¿A dónde fue Hana? —Preguntó Jungkook al llegar a la oficina en donde no tocó la puerta y entró como una ráfaga de viento.

—Son asuntos de ella, no te incumbe —dijo Gabriel con la mayor tranquilidad del mundo tomando un sorbo de su taza de café.

Este hombre jamás se cansa de beberlo, pensó Jungkook.

—Dime, por favor —dijo el menor con un ápice de preocupación, pero aún así Gabriel no le reveló dónde estaba Hana.

—Sólo se irá por una semana, no te preocupes.

El silencio reinó por cinco minutos.

—¿Ella está bien?

—De maravilla —zanjó Gabriel.

Jungkook conocía perfectamente a Gabriel y cuando respondía evasivas a sus preguntas era obvio que no le iba a proporcionar una respuesta clara y concisa, así que sin más que decir se fue de la oficina dando un leve portazo, el mayor sólo sonrió satisfecho al ver que Jungkook estaba cada vez más desesperado por saber dónde estaba Hana.

Todo el trayecto hasta llegar a casa sintió una gran ira acompañada de desesperación por saber por qué se fue de esa manera, sin decirle absolutamente nada. Pero, ella estaba bien, estaba disfrutando de nuevos lugares, estaba conversando acerca de sus pecados con la divinidad, se estaba purificando, después de todo Gabriel quería que Hana se fuera limpia del mundo de los muertos al mundo de los vivos.

Al llegar a casa, ésta se sintió vacía, solitaria, oscura, triste, como hace unos meses cuando solamente Jungkook habitaba la casa. Ella vino a pintar de colores el mundo grisáceo de él, lo vino a sacar de ese pasillo solitario en donde él ni siquiera sabía que necesitaba ser rescatado. Ella se perdieron aún sin conocerse y eso era lo más bonito y preciado que a Jungkook le había pasado, sólo que todavía no se daba cuenta.

Angel of Death ➳ Jeon Jungkook ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora