Griffin vs. Woods

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POV Clarke

Al día siguiente...

Casa de la pareja Turco-Stevens, sábado por la mañana...

No me acordaba de lo horrible que eran los calores tucumanos, deberían estar prohibidos y más después de una terrible noche de llanto y desvelo. Era doblemente el malhumor que mi cuerpo estaba portando. Una vez que me marchara del bar, solo había atinado a buscar un taxi, quería y necesitaba estar lo más lejos posible, no soportaba tan siquiera saber que Lexa estaba a unos cuantos pasos y mucho menos quería saber algo de ella. Había tomado mi celular solamente para bloquearla de Facebook. Lo mejor era seguir como hasta ahora, cada una en lo suyo.

Le había mentido con respecto a la demora por el atasco, realmente estaba temblando, no podía mantener mis pies quietos. Estuve frente al bar media hora antes de lo pactado, esperándola y cuando la había visto llegar, mi corazón se había detenido por completo. Desde su cabello, hasta los pies lucía imponente, impecable y segura. Lexa era toda una mujer y yo no había estado ahí junto a ella para ver su crecimiento. Tenía sentimientos encontrados y el enojo había hecho mella presencia y necesitaba respuestas. De repente la tranquilidad que había reinado ese día, se había esfumado como por arte de magia y no me había quedado más remedio que montar mi mejor cara de póker.

Una vez que ella había ingresado al local, tuve que sentarme en el primer banco que había visto, tenía que recobrar la compostura, Lexa me seguía afectando y no me sentía preparada, "tal vez nunca lo iba a estar, ¿pero había llegado la hora no?".

Se veía tan seria y de tan bien que la conocía su cuerpo exudaba una mezcla de nerviosismo y expectación, su semblante estaba algo tenso. Una vez que habíamos conectado nuestras miradas me sentía desfallecer y cuando me hizo la señal para que me acercara, lo hice a paso firme y decidido.

No quería enterarme nada referido a su vida, realmente no quería una charla de cortesía, por más que me haya mentalizado durante tanto tiempo, no estaba lista para conocer que había sido de la vida de Alexandria Woods sin mí en ella, cuando lo habíamos planificado todo juntas.

Cuando había comenzado nuestra ida y vuelta, estaba desencajada no podía tan siquiera comprender como es que toda nuestra relación se había desestabilizado por completa, por un malentendido, por una maldita carta y por un maldito apodo. Me dolía que haya insinuado que la había engañado, era un puñal, una daga que me había clavado en el corazón. Lexa había roto mi confianza, me había roto y encima de forma consiente, porque su lado rencoroso había sido más fuerte, que su lado sensato y amoroso. No había barajado la posibilidad de hablar conmigo sobre lo sucedido, había sacado sus conclusiones apresuradas, y me había engañado sin pensarlo dos veces, fue su salida más rápida: "ojo por ojo, diente por diente". Realmente nunca lo hubiera imaginado y yo de verdad que iba a quedarme ahí para aunque sea explicarle que había sido un error, pero cuando note aquella alianza de compromiso en su mano, no le había encontrado sentido alguno y solo me sentía más hundida en lo profundo, estaba en la miseria una vez más. Lexa no merecía ni una sola palabra de mi parte y ni una sola lagrima más, que siguiera pensando de mi lo que le plazca.

Ella estaba siendo feliz y nada era mejor que lo siguiese siendo. Ambas habíamos pasado de página y estábamos bien lejos de la otra y nada tenía que cambiar y ahora después de saber la verdad no la quería a mí alrededor nunca más.

Desde el día anterior, después de la huida repentina de "Il Postino", casi de inmediato cuando había vuelto a la casa de mis primos me había refugiado en la cama, por suerte los chicos me habían dado mi espacio, sabían con exactitud por mi cara que todo había ido pésimo.

Eran las 9 de la mañana, estuve arriba casi desde las 7, me había salido de la cama con toda la intención de hacerme el ungüento que mamá me había enseñado para asentar la hinchazón de las bolsas debajo de los ojos por haber llorado como una magdalena. No le iba a dar con el gusto a ninguna otra persona por verme mal una vez más y mucho menos le iba a dar ese lujo a ella y aquí me encontraba con las rodajas de pepino y el aceite de ricino, uno en cada ojo:

Entre Nosotras: ¿aún hay algo de amor? (Clexa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora