Capítulo 9. Como un humano

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Capítulo 9. Como un humano


Con una semana en el mundo humano, el azabache y el albino tenían un lugar donde estar. A pesar de todo, Atsushi consiguió un trabajo en una tienda de relojes, mientras Akutagawa en un bar. El azabache solo trabajaba de miércoles a sábado, así que podían verse muy seguido. En aquella semana habían logrado conseguir un departamento, era pequeño pero tenían un futon donde dormir – Jinko – le llamo el azabache al albino quien aún dormía

- ¿mmm? – pregunto estirándose

- Hoy descansamos los dos

- Primer día libre – menciono alegre – trabajar en el mundo humano es más agotador que en el inframundo

- No creo que sea tanto por eso, estas adelgazando y poniéndote más claro. ¿seguro que estas bien?

- Lo estoy, lo estoy. Te dije que puedo sobrevivir un año

- Pero ¿de qué manera?

Atsushi tomo la mano del azabache – no te preocupes, resistiré...

El azabache tomo su mejilla – y yo no quiero que resistas, ¿Qué necesitas?

- Sangre...

- ¿eres bebedor de sangre? – cuestiono y el albino asintió

- Mi familia bebe sangre humana

- Comprendo. Puedo conseguir algunos para ti, por las noches, ya sabes por mi trabajo

- No debería hacer eso, los humanos aquí son libres, en el inframundo suelo beber de los recién llegados

- Confía en mi

El albino sonrió, abrazo al azabache. - ¿no tienes miedo que nos atrapen?

- ¿Qué podrían hacernos? Estamos de luna de miel

Atsushi comenzó a reír. Su estómago sonó – las vacaciones terminaron, haré el desayuno

- Puedo prepararlo yo – dijo el albino

- No, quédate allí. Espéralo paciente

No era como que estuvieran muy lejos, literal al abrir su habitación estaba la cocina que también era su pequeña sala. Atsushi sonreía solo de ver al azabache en la cocina – quisiera que así fuese toda mi vida – pidió el albino recostado y miro al techo – puedo resistirlo – susurro así mismo – solo un año... solo eso quiero a su lado.

- Jinko – le llamo y el albino lo volteo a ver – siéntate

El albino sonrió sentándose, el azabache había preparado arroz, y agradecía infinitamente que en Japón naciera la flor de licorys radiata, así podía hacerle un jugo con los restos de la flor, eso mantenía a Atsushi en buen estado. Acompañado de guarniciones. La verdad es que Atsushi jamás se quejaba y eso le preocupaba a Akutagawa. - ¿Qué quieres hacer hoy? – pregunto el albino

- De hecho, quisiera que hiciéramos algo especial

- ¿Qué es?

- Hemos estado ocupados pasando como humanos, trabajo, pequeño departamento, todo eso

- Sip, sip

- Tengamos una cita – el albino se sonrojo con ello – y formalicemos nuestra relación.

Oficinista del infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora