5. Lo Prometiste.

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El sol de la tarde calentaba su cara mientras Gulf veía a Mick perseguir a Rin con una raqueta. Los había traído al campo multiusos atrás de la propiedad para divertirse un poco después de los deberes. Ver que ahora Mick ya no era tan reservado le hacía sentir que había ganado una maratón. Era un niño encantador y dulce, ambos lo eran.

- Mick deja de perseguir a tu hermana y continua el juego. - le gritó desde donde estaba parado al borde de la cancha de badminton.

- Ella esta haciendo trampa. - dijo el niño deteniéndose.

- No es mi culpa que no sepas jugar. - respondió la niña sacando la lengua a su hermano.

- No es mi culpa que no sepas contar. - replicó el niño. - ¿Siquiera sabes cuanto es 2+2? - agregó indignado.

- ¿Me estás diciendo tonta? - Rin se acercó a su hermano molesta.

- Ya basta los dos. - les dijo, ambos niños se miraron por unos segundos para luego girar sus cabezas hacia un lado con un puchero. Sería lindo si no fuera porque Gulf tenía la difícil tarea de decidir quien tenia razón en esto y no les iba a gustar a ninguno.

Después de la pequeña discusión ambos niños continuaron jugando como si nada hubiera pasado, Gulf negó con su cabeza, los hermanos siempre eran así, nunca tuvo uno, pero había crecido con Bright y sus peleas eran memorables. Hablando de ello, tenía que llamarlo, lo cual le trajo el recuerdo de que iba a hacerlo anoche, antes de...

Un beso. Un beso muy sensual que había recibido del dueño de la casa, había hecho lo posible para no pensar en ello, pero recordar los labios cálidos sobre los suyos, la lengua que había explorado cada rincón de su boca, solo de recordarlo se sonrojaba furiosamente.

- Deberías esperar en la sombra, el sol te esta poniendo roja la cara. - estaba tan sumido en sus pensamientos que no se dio cuenta de la presencia a su lado hasta que escuchó esa voz de barítono junto a él.

Sus manos viajaron automáticamente a sus mejillas, estaban calientes, pero no era por el sol, es bueno que piense eso.

- Estoy bien. - giró su vista hacia los niños que jugaban ajenos a la presencia de su padre. No quería que notara su incomodidad por lo de anoche.

- Ellos están divirtiéndose. - fue lo que dijo el hombre a su lado después de lo que parecieron minutos, también estaba mirando a los niños.

- Así es. - Gulf pudo recuperar su voz. Tenía otra pregunta atorada en la garganta, pero no iba a entrar en otra discusión con su jefe.

- Hay algo que quieres preguntarme. - fue más una declaración de Mew, quien aparentemente había desarrollado la capacidad de leer su mente o de saber cuando algo rondaba por ahí.

- Hoy estás temprano en casa. - Gulf solo fue capaz de decir eso.

- Terminé temprano, después de que alguien me recordara que debo pasar mas tiempo con mis hijos. - Mew llevaba puestas unas gafas de sol tipo aviador, lo que solo lo hacia ver mas atractivo, así que Gulf no podía saber exactamente que mirada tenía ahora que había dicho eso.

- Yo lo... - empezó a disculparse. Pero Mew lo interrumpió: - No pasa nada. Descubro que pueda que tengas razón. -

- ¿Nunca dando su brazo a torcer Señor Suppasit? - Gulf se encontró sintiéndose realmente cómodo por primera vez desde lo que pasó anoche.

Mew se quitó lo lentes y lo observó, su mirada podría haberlo hecho sentir intimidado, pero no era así, hasta que sus ojos se posaron en su boca. Sabía que estaba recordando el beso de anoche, o al menos eso esperaba muy en el fondo.

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