Como Eres en Verdad | Jearmin

Capítulo 4

Por un momento toda su vista se había vuelto borrosa y quedó levemente desconcertado sobre lo que acababa de suceder, pero cuando pudo enfocar su vista finalmente, aquel gatito estaba en sus manos, sano y salvo, lo que lo hizo suspirar de alivio. 

—Armin, ¿estás bien? —la preocupada voz de Jean suena junto a él, le hace parpadear un par de veces hacia él, no había notado que estaba ahí.

—S-Sí —tartamudea, ahora recordando la sensación de Jean habiéndolo empujado fuera del camino.

—¡¿Qué estaban haciendo?! —pregunta la mujer que conducía el auto, bajando de este—. ¡Eso fue muy riesgoso, pude... Pude haberlos matado!

Armin tartamudea un momento y en el instante en que se inmuta, inclina la cabeza.

—Discúlpeme, por favor, sólo no quería que arrollara a este gatito —explica.

La mujer abre levemente su boca, no había distinguido a aquel gato frente a su auto en ningún momento.

—Está bien, pero no hagan más eso, si hubiese ido algo más rápido no hubiese podido frenar a tiempo y podría haberlos lastimado mucho o hasta matado.

—Lo entendemos, disculpe por hacerle pasar un mal momento —Jean inclina su cabeza también.

—Muy bien, les creo, levanten la cabeza —pide, intentando relajarse—. ¿Viven cerca de aquí? Podría llevarlos a sus casas.

—Gracias, es muy amable —contesta Armin, nervioso—, pero estamos a dos calles de mi casa —se ponen en pie.

—Está bien, tengan cuidado. Tú cuida que este no vuelva a lanzarse frente a un auto en movimiento —le dice a Jean, a lo que este asiente—. Tengan buen día —responde, antes de subirse a su auto de nuevo.

—Perdona —suelta el rubio, avergonzado.

—¿Por qué te disculpas? —lo mira, confundido.

—Te pusiste en peligro por mí, no debiste haberme empujado.

—Suerte que lo hice, te hubiese atropellado.

—Lo siento, no pude evitarlo, fue instinto —muerde su labio tembloroso.

—Oye —pone su dedo bajo su mentón—, ¿estás asustado?

—Llegó con retraso —comenta, intentando no verlo.

—Te salvé porque quise, no te disculpes por eso, discúlpate por ser tan idiota en todo caso... Pudiste haber muerto enserio hace un momento.

—Lo sé... —acaricia al gatito, en busca de confort.

—Y yo que pensé que con un bastardo suicida impulsivo ya alcanzaba —pellizca el puente de su nariz—, aunque Eren siempre será peor.

—Ya nos hallaste algo en común —dice, nervioso.

—¿Te duele? —toca su mejilla.

—¿Huh? —toca con cuidado su piel, tenía un raspón con un poco de sangre en su pómulo izquierdo—. Oh, no, no está tan mal —lo mira—. ¿Quieres volver a tu casa ahora?

—¿Qué? No, estoy bien. ¿Estás bien? —el contrario asiente—. Entonces vamos, no fue más que un susto, podemos relajarnos ya.

—De acuerdo.

—¿Qué harás con él, o ella? —pregunta, viéndolo.

—Mmh, parece de la calle, quizá mi abuelo permita que me lo quede.

—Me parece justo —dice, acercando su mano a él.

—Deja que te huela primero —el castaño obedece, dejando su mano quieta y permitiendo que el gato lo olfatee, entonces este le permite acariciarlo.