Como Eres en Verdad | Jearmin

Capítulo 5

Cuando Jean despertó, al principio se mantenía algo desorientado, tomándole un momento recordar que estaba en la casa de Armin. 

Estaba cálido y cómodo, tomándole mucho trabajo tomar fuerzas para levantarse e ir a la escuela.

Armin ya no estaba a su lado, probablemente había despertado primero. Lo primero en lo que Jean pensó es que esperaba no haberlo molestado compartiendo la cama con él anoche.

Toma un par de segundos más antes de que el castaño reaccione por completo: Armin había despertado primero.

Oh, mierda, esperaba que hubiese cambiado de posición mientras dormía porque si el menor había despertado con Jean abrazado a él entonces eso sería muy incómodo y raro.

Es decir, ni siquiera sabía cómo había llegado a tomar esa decisión o a realmente hacerlo. Durmió muy bien, la sensación era hermosa y su corazón sólo se sentía de esa forma diferente en el buen sentido... Pero claro que seguía siendo raro.

Se acomodó de lado y alzó su cabeza para ver el cuarto.

Por un momento su corazón se detuvo cuando vio a Armin sentado en el borde de la cama con el torso desnudo, a punto de ponerse la camisa del uniforme.

Le tomó un momento calmar esa extraña sensación en su pecho y sus nervios. ¿Qué era eso? Había visto a Marco y Connie vestirse frente a él miles de veces, también a Reiner, Bertholdt o Eren en las duchas de la escuela luego de las prácticas. No era diferente, estaba bien y era normal porque son todos hombres.

Jean se sentó y aclaró su garganta, haciendo a Armin voltear.

—Ah, Jean, ya despertaste. Buenos días —menciona, deslizando su camisa por sus brazos hasta sus hombros—. No te desperté porque aún tenemos tiempo, no te preocupes.

—Ah, sí —asiente.

—¿Dormiste bien? —pregunta, amablemente.

—Sí. ¿Tú? ¿No te molesté? —Armin niega con la cabeza, con una sonrisa amable en su rostro—. Qué bueno.

Armin vuelve a girar su cabeza hacia el frente, probablemente a punto de abotonar su camisa.

—Yo ya me duché, aún hay agua caliente así que puedes hacerlo cuando quieras, dejé todo preparado —comenta, mientras acomoda su camisa.

Jean realmente no lo oyó, distraído por el movimiento de la manga izquierda de la prenda de Armin deslizarse fuera de su hombro hasta su antebrazo.

El menor chasquea la lengua e intenta volver a acomodarla.

En ese momento el mayor se acercó a él, quedando casi contra su espalda y dejándose llevar al punto de dejar un suave beso en el hombro del rubio.

Este último abrió sus ojos con sorpresa cuando lo sintió, se congeló y su corazón se detuvo.

Jean sólo creía que se veía tan lindo así, tan deseable e irresistible de la forma más tierna posible. Con su suave piel, su contextura delgada y pequeña, su espalda, sus hombros, sus brazos.

Dejó otro cálido beso allí y luego otro en su cuello, siendo lento pero con un claro ambiente de sensualidad rodeándolo.

Armin ladeó la cabeza, cerrando sus ojos y dejándose llevar, sintiendo unos dulces besos en su cuello y unas gentiles pero firmes manos en su cintura.

Poco a poco giró su cabeza, lentamente y sin abrir sus ojos. Permitió que sus labios se rozaran con los de Jean y que su mano tocara su abdomen desnudo.

Los besos al principio son lentos pero profundos, con respiraciones pesadas de por medio y oyéndose cada pequeño sonido de sus labios separándose antes de que estos vuelvan a unirse.