Extra: Let Yourself Be Loved

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Reiner estaba sentado en la barra de un bar, tomándose un ron después de un largo día, y larga semana, de trabajo. 

Era viernes, por lo menos. Algunos compañeros de trabajo le dijeron que irían a comer pizzas y le invitaron, mas él los rechazó amablemente.

No estaba muy seguro de por qué seguían invitándolo si él siempre denegaba. Eran agradables, al parecer.

Reiner prefería estar solo. Ya parecía un viejo amargado y eso que ni siquiera estaba en sus treintas.

Decidió ir a tomar algo a un bar cercano para al menos romper un poco de su rutina tortuosa. Quizá lo necesitaba, pero prefería no hacerlo en un grupo de gente. Honestamente ya hasta había olvidado cómo ser sociable, tal vez es como debía ser.

—Disculpa —Alguien toca su hombro—. ¿Reiner? —Una persona acababa de reconocerlo, lidiar con otro ser humano era lo último que él quería hacer en ese momento.

Se tomó un segundo y volteó, por simple decencia. Sin embargo, al hacerlo, casi se cae de su asiento.

—... Bertholdt —apenas escapa de sus labios.

—No puedo creerlo, en verdad eres tú —Él sonríe, ampliamente, antes de abrazarlo—. Creí verte pero has cambiado tanto que tuve que preguntar por si acaso —Ríe y se sienta a su lado—. No puedo creerlo.

—Yo tampoco... Uh, pensé que aún estabas en Alemania —No tiene idea de qué decir o cómo actuar, estaba en shock.

—De hecho volví el año pasado. Tengo un acento muy notorio, ¿no? Me lo dicen.

—Sí, algo...

—Diría que es una casualidad, pero con todo el tiempo que llevo en la ciudad diría que hasta nos tardamos. ¿Sigues viviendo aquí?

—Sí. ¿Tú vives aquí o...?

—Sí. Quise volver a Japón por un buen tiempo y, cuando arreglé todo para poder, yo simplemente lo hice suceder —Y traía una sonrisa tan deslumbrante en su rostro, tal como la recordaba.

—Me alegro... —admite.

—Es realmente muy loco volver a verte después de tanto tiempo. No tienes idea de cuánto te extrañé.

—También te extrañé —confiesa, dejando que se forme una suave sonrisa en sus labios, como hace mucho tiempo que no le pasaba—. ¿Quieres tomar algo?

—Oh, no, no estoy bebiendo hoy.

—¿Estás en un bar? —dice, confundido, haciéndole reír.

—Sí, lo sé —dice, divertido—. Vine porque iba a verme con alguien, iba a ser conductor designado y solo comer algo, pero me cancelaron..., aún tengo el auto así que, ya sabes —explica.

—¿Tu cita te dejó plantado?

—No era una cita, por suerte, eso sería deprimente. De hecho era un amigo a quien su novia no le dejó salir, parece que tienen problemas.

—Qué horror —Y con ese sorbo termina su trago.

—¿Mal día en el trabajo?

—¿Qué me delató, la ropa formal o la cara de zombie?

—Un poco de las dos. Es viernes, todos estamos destruidos —admite—. ¿Trabajas en oficina? —Cuando estaban juntos Reiner aún no había decidido su carrera.

—Sí, recursos humanos. ¿Tú?

—Soy bioquímico.

—Suena bien, felicidades atrasadas, supongo.

Como Eres en Verdad | JearminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora