Capítulo 6

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Armin solía pasar mucho tiempo en el hospital central de la ciudad. Tenía citas programadas cada dos semanas y, por la hora a las que ocurrían, él acostumbraba comprar algo de comer en la cafetería y dar vueltas por el lugar mientras esperaba su turno, el cual era usual que se retrasara a causa de otros pacientes, pero aún así debía llegar en tiempo por si no pasaba. 

Esto había causado que prácticamente ya conociera todo el hospital, considerando que le gustaba caminar mientras esperaba y que venía desde hace años, antes incluso siendo más seguido.

Era usual encontrar al doctor Jaeger en algún lado, también había coincidido con Historia cuando vino a hacer su primera revisión por su embarazo y, bueno, básicamente podría encontrarse con cualquiera que conociera.

Armin se paseaba demasiado tiempo y demasiadas veces por el hospital, en realidad sería extraño que nunca se encontrara con algún conocido. Les sorprendería la cantidad de veces que ha visto a compañeros de la escuela salir nerviosos de sus consultas luego de notar que había alguien conocido cerca.

Le habían avisado que aún faltaban 10 minutos para su turno, así que el Arlert estaba rondando el piso de cirugía, el cual estaba cerca.

Lo que no esperaba al pasar por la sala de espera era encontrarse con esa persona.

—¿Jean? —pronuncia, atónito, casi dejando caer su café al suelo.

El castaño alzó la vista cuando oyó su nombre, apenas llegando a darse cuenta de que esa voz pertenecía a Armin.

—Armin, uh... —él refriega sus ojos y se levanta de su asiento—. Hola, no esperaba verte —se acerca, pero con la mirada clavada en el suelo.

—Jean, ¿está todo bien? —pregunta él, suavemente.

—Sí, yo sólo... Mi papá tuvo un problema y lo estoy esperando, es todo —el rubio asiente, no iba a obligarle a hablar, es decir, estaba en el piso de cirugía y Jean se veía claramente afectado, sabía que era grave.

—¿Te molesta si te hago compañía? Debe ser aburrido esperar solo —comenta, como si nada estuviera pasando.

—Seguro tienes cosas que hacer.

—No, de hecho ya me iba y no me espera más que una tarde aburrida sin nada que hacer en casa.

—¿No tienes nada que leer?

—No seas malo —ríe, logrando aligerar el ambiente—. Terminé el libro que leía de camino en el tren así que no, nada.

—¿Qué haces aquí? —pregunta.

—Control médico —es lo primero que se le ocurre—. Tenía que renovar mi certificado médico para la clase de educación física.

—Oh, sí, claro.

—Ven, hay que sentarnos. Tomará un rato, ¿no? Ya te está dando sueño y todo —dice, intentando que creyera que no se había dado cuenta que había llorado.

—Sí, tienes razón —lo obedece y se sienta junto con él.

—¿Café? Te despertará —le ofrece.

—¿Bebes café? —pregunta, alzando una ceja.

—¿Por qué no bebería café? —frunce el ceño.

—Asumí que no te gustaban las cosas amargas —se encoje de hombros.

—No por como soy me tienen que gustar las cosas dulces, ¿qué es eso? —le critica.

—Es sólo que eres demasiado amable y agradable en general, es hasta asqueroso —dice, honestamente y sin intención de ofender.

—No te daré de mi café —responde el Arlert, con una sonrisa divertida.

Como Eres en Verdad | JearminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora