Capitulo 5. Una nueva aventura.

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—No y la verdad no sé si él se acuesta con otras mujeres ni me importa a mí me basta con estar con él por el momento.
—Hasta que te enfades de él.
—O él se enfade de mí, desde un principio acordamos que nada de celos ni escenitas no hay ningún compromiso.
—Trato de entenderte pero la verdad es que no puedo.
—Tal vez después lo entiendas.
—Aaa. Lanzo un suspiro al aire. —Sinceramente dudo mucho que algún día logre entenderte.
—Es cuestión de que estés abierto para cualquier relación.
—Así como tú.
—Sí, así como yo. 
—Bien vamos a mi departamento a tener sexo.
—Pero tú y yo trabajamos juntos. Dijo un tanto confundida.
—Pero pensé que no te importaría además verte hoy vestida así a echo que tenga una erección…
Mariela no creía lo que escuchaba, su jefe hablando de querer tener sexo con ella. Miro de reojo la entrepierna de Ray el no bromeaba. Y tenía razón a ella no le importaba pasar una noche con su jefe ya que estaba abierta a las relaciones sin ataduras.
—Ray tienes razón ¿quieres ir a tu departamento o el mío?
—Sabes, me excita más la idea de estar contigo en mi carro.
—Me gusta la idea pero conoces un lugar poco transitado.
—Tengo el lugar perfecto.
Ray pago la cuenta y salieron en dirección a ese lugar misterioso. 
Mariela estaba muy nerviosa de repente su mente la transporto años atrás y recordó cuando iba con su primer novio rumbo a un motel a perder su virginidad. Hoy estaba con su jefe y a pesar de que en el fondo sabía que se iba a lamentar comenzó con aquello. Tomo valor no sabía de dónde pero deslizo su mano por la entrepierna de él y masajeo su miembro por encima del pantalón y gimió y se aferró al volante.
—Eso es realmente estimulante.
—Te molesta si voy desabrochando tu camisa.
—No, adelante.
Desabrocho lentamente su camisa mientas deslizaba sus manos per su torso desnudo. Se llevó una gran sorpresa ya que su jefe tenía el pecho y el abdomen como el de un Dios griego, compararlo con Nico no era nada ya que el solo tenía brazos fuertes. Y pensar que creía que su jefe solo vivía para el trabajo, lo cierto era que para quitarse el estrés cuando llegaba a su casa hacia ejercicio.
—¿Ya casi llegamos? pregunto Mariela un poco impaciente.
—En unos cinco minutos más.
—Bien.
—Te noto un poco nerviosa.
—Yo ¿nerviosa? Para nada, bueno solo un poco.
—Si no quieres no hay ningún problema.
—Crees que si no quisiera estar contigo hoy hubiera venido.
—Tal vez no.
—Puedo saber a qué hora haces ejercicio.
—Bueno como dijiste, no todo es trabajo.
—Pero… Sales de tu casa con amigos o amigas.
—No, y ayer no sé cómo me lograste convencer.
—Pero no me digas que te la pasaste mal Ray.
—Claro que no de hecho quiero invitarte yo la semana que viene.
—Encantada jefe.
—Bien ya llegamos.
—Qué tal si vamos a la parte de atrás.
—Bien.
Los dos bajaron y subieron a la parte de atrás del auto, estuvieron quietos un momento. 
—Sabes, siempre he querido probar tus labios Ray hay veces que me pierdo en ellos cuando hablas con esa pasión por los negocios.
—Wow.
—Pero al fin hoy lo voy a hacer.
—Y yo me perderé en ese trasero tuyo que tanto me encanta.
—Adelante jefe.

Citas con el jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora