Capítulo 34. Cumpleaños de Ray (Segunda parte).

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Tal y como Mariela dijo Ray llegó a la casa a las dos y se llevó una gran sorpresa al ver a sus padres pero más al ver a Dante y su familia.

—Que gusto me da verte hermano. Dijo Dante.

—Y a mí también, te juro que se me había olvidado que era esta semana cuando llegaban.

—Oh cariño de seguro esto ha sido idea tuya. Ray fué a besar a Mariela.

—Bueno no le quiero quitar los méritos a Ana. Dijo dedicándole una sonrisa de complicidad. —Entre las dos lo planeamos.

—Gracias mamá.

—Tienes hambre cariño.

—Mucha.

Ana había preparado salmón asado a la parrilla con salsa de aguacate todos se sentaron a la mesa y disfrutaron del delicioso platillo. Ray estaba muy feliz y Mariela lo noto, seguramente era porque su hermano estaba ahí. Ella sabía que de vez en cuando hablaba con él por vídeo llamada o por teléfono pero nunca se podría comparar eso a tenerlo y nada más y nada menos que en su casa y con su familia. La fiesta de prolongó hasta las once de la noche y llegado el momento los invitados de despidieron, Mariela sabía que Dante y su familia se quedarían en casa de Ana y Roberto pero a ella se le ocurrió una idea.

—Si quieren pueden quedarse aquí. Dijo Mariela. Ellos aceptaron encantados y bajaron sus respectivas maletas del coche de Roberto. —Hay dos habitaciones pero les aseguro que estarán cómodos.

A la mañana siguiente Ray despertó más temprano de lo acostumbrado y fué a despertar a Dante y Marcela.

Mariela despertó y se le hizo extraño no ver a Ray vistiéndose para ir a trabajar. Se puso una bata y fué hacia la cocina y ahí estaba él, vestido con su traje gris y corbata azul preparando café, le dedico una sonrisa.

—Buenos días amor.

—Buenos días Ray.

Mariela lo estaba imaginando o veía que Ray estaba raro. El jamás leía el periódico El mexicano, siempre compraba El Frontera y ahora lo estaba haciendo.

—Tienes mucho trabajo hoy amor.

—Bastante cielo. De hecho ya me tengo que ir. Fingió ver su reloj.

— ¿Vienes a comer?

—Haré todo lo posible cariño. Ray se dirigió a la puerta pero Mariela le habló.

—No te vas a despedir amor.

—Si es verdad. Él fue hacia ella y le dio un beso en la mejilla después se fué.

Mariela se quedó muy pensativa sin duda el que se acababa de ir no era Ray si no Dante.

El supuesto Dante salió minutos más tarde. Ray estaba muy equivocado si creía que podía engañar a Mariela tal vez a cualquier otra mujer o incluso a sus padres los podría marear con aquel cambio que los hermanos habían hecho pero Mariela lo conocía perfectamente.

—Ray Preston, no lo puedo creer.

— ¿Qué? Me estas confundiendo Mariela. Somos tan parecidos que no nos puedes distinguir.

— ¿En serio crees eso Ray?

—No soy Ray.

—Cielo te conozco perfectamente.

—Parece que no Mariela. Ray se fué a trabajar como todos los días a la oficina.

—Crees que no me di cuenta.

—De verdad Mariela yo soy Dante.

— ¿En serio? Vamos Ray hasta cuando vas a seguir con la mentira.

— ¿Cuál mentira?

—Como convenciste a Dante de que fuera a la oficina en tu lugar.

—Quiere quedarse a vivir aquí en la ciudad y le dije que si podía hacerse pasar por mí y los demás le creían que era yo tenía un trabajo asegurado en la empresa.

—Lo sabía.

— ¿Cómo supiste que era yo y no Dante?

—Por tu mirada y si, sé que tienen los ojos iguales pero es diferente a la de él porque tú me ves con amor y además de que él no besa como tú.

— ¿Te beso? Mariela soltó una carcajada. —O ese...

—Me dio un beso en la mejilla. Vamos cariño tú no eres así de frio. Pero aun no entiendo porque querer hacerte pasar por él o que él se haga pasar por ti.

—Tu sabes que en la empresa algunos clientes son muy desconfiados y solo quieren tener un trato directo con el jefe y creo que yo necesito unas vacaciones además Dante conoce a la perfección la empresa y cualquier cosa que se le complique hay esta Eleonor para ayudarlo.

—Me cae muy bien Eleonor ya que es una secretaria eficiente.

—Si lo es pero no tanto como lo eras tú que iluminabas todo.

—Eso lo dices porque me amas.

—Y porque es verdad cariño. Ella sonrió.

— ¿Quieres desayunar amor?

—Pero solo si tú eres mi postre.

Después de desayunar fueron hacia su habitación e hicieron el amor, después se metieron a bañar, se cambiaron e hicieron planes para el resto de la tarde pero antes dejaron a Marcela y a los niños en casa de Ana.

—Bueno ya vámonos a la playa.

—Amor me encanta ir contigo a la playa recuerdo los dos hermosos días que pasamos en Ensenada.

Citas con el jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora