Capitulo 16.Cena en la playa.

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—Mariela en media hora regreso.
—Pero a dónde vas. ¿Tan pronto te has aburrido de mí?
—Pero si lo menos que paso contigo es aburrimiento. Ray tomo de la cintura a Mariela la acerco a él y la beso.
—Lo que pasa es que tengo planeado algo para esta noche.
—Y ¿Puedo saber qué es?
—Es una sorpresa.
—¿Para mí?
—No, como crees es para Karla.
—¿Qué? Dijo boquiabierta.
—No puedo creer que no te hayas dado cuenta de que es broma.
—¡Ray! Dijo dándole una palmada en el hombro. --Eso no es gracioso.
—Pero si a ti te encantan las bromas.
—Pues ya no tanto. 
Ray rió.
—No te burles de mí.
—Lo siento Mariela es que no puedo evitarlo. Caíste en una broma mía. Eso es gracioso.
—No veo que tiene de gracioso que menciones a Karla en este momento.
—Pero si ella es tu amiga.
—Lo sé pero ella no está aquí. Aquí solo estamos tú y yo es como si yo mencionara a Nico.
—Y a qué viene Nico en todo esto.
—Bueno…
—Mariela recuerdas que dijimos que no los mencionaríamos siento mucho haber roto ese acuerdo, no volverá a pasar pero... Mejor porque no me besas.
—Esa idea me gusta. Y se volvieron a besar.
—Voy a revisar que todo este como lo pedí pero en media hora regreso por ti.
—Quieres que me ponga esto. Dijo señalando el vestido rojo.
—Estaría encantado de que lo usarás. Ella sonrió.
—Aunque es claro que me lo vas a quitar al rato.
—Sí, eso es verdad pero antes quiero que disfrutemos de esta noche.
—Está bien estaré lista en media hora.
Cuando el regreso Mariela estaba sentada en la cama terminando de peinarse, se miraba realmente hermosa y el no pudo evitar verla como si fuera una estrella que estaba fuera de su alcance aunque podía disfrutar de su compañía. Esa noche no pensaría en lo que podía pasar en el futuro con la relación que en ese momento tenían, solo viviría el presente.
—Te ves preciosa Mariela.
—Gracias.
—¿Ya estas lista?
—Por supuesto Ray vayámonos.
Ray la tomo del brazo y fueron hacia la playa. Cuando Mariela vio el camino iluminado de velas y una mesa junto con dos sillas cerca de la playa sintió ganas de llorar pero para que él no se diera cuenta lo abrazo.
—Veo que te ha gustado.
—Me ha encantado, gracias Ray. Cuando dejo de abrazarlo lo miro a los ojos. –Nadie nunca había hecho algo tan lindo por mí.
—Tú mereces esto y más, mereces que te bajen las estrellas y la luna.
—No sabía que fueras romántico.                                                                                                                       —Tú sacas lo mejor de mí.                                                                                                                             Mariela lo estaba viendo como cuando alguien está enamorado o había sido su impresión <<¿Será posible que me puedas amar?>> Se preguntó.

—Acompáñame por favor. Pedí langosta espero que te guste. Ray le retiro la silla para que se sentara.
—Gracias caballero.
—Siempre es un placer estar en compañía de una dama y sobre todo una que es bellísima.
—Estoy aprendiendo muchas cosas de ti Ray y eso me gusta. 
—Y te casarías con alguien como yo.
—¿A qué viene eso?
—Solo quiero saberlo. 
—Si me casaría con alguien como tú. <<Tal vez si me lo pidieras me casaría contigo, pero... En que estoy pensando no otra vez no puedo estarme haciendo locas ideas en mi cabeza. Pero casarme con Ray la idea no me desagradaría para nada>>
—¿Estas bien Mariela?
—¿Qué?
—Que si estás bien. 
—Sí.
Enseguida Ray destapo la charola donde estaba la langosta.
—Esto huele muy bien. 
Después de que cenaron dieron un paseo por la playa.
—Seguro que mañana nos espera un día igual de hermoso que hoy.
—Estoy seguro de eso Mariela. ¿En qué piensas?
—En que este lugar es hermoso y…
—Y…
—Recordé a la pareja de esta tarde, la de la playa que pensó que tú y yo estábamos enamorados.
<<Y tal vez no estaban tan equivocados>> Pensó Ray.
—Se veían jóvenes en cuanto tiempo crees que se hayan dado cuenta de que eran el uno para el otro.
—A veces es difícil saberlo porque las personas mienten, mienten muy bien.
—Pero no todos mentimos.
—Tú eres una excepción Ray y créeme no hay muchos hombres como tú.

Citas con el jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora