Capitulo 20. Declaración de amor.

11.9K 675 4
                                    

—Le preguntas que si ha seguido llorando después de sabrá dios que le hiciste infeliz.

Ray iba hacia Nico con la intención de golpearlo.

—¿Cómo? ¿No se lo has dicho Mariela?

—Decirme ¿Qué?

—Nada Ray.

—Creo que es el momento pequeña.

—¡No!

—¿El momento de qué? Nico dime porque Mariela ha estado tan extraña últimamente.

—¡Nico no!

—Lo tiene que saber Mariela.

—¿Saber qué?

—Que Mariela se ha enamorado de ti Ray.

—¿Eso es cierto Mariela? No lo entiendo si en estos días has estado tan distante.

—El día que llegaron de Ensenada Mariela me lo conto. Aclaro Nico. —Se dio cuenta de que estaba enamorada de ti, te hablo por teléfono para decirte lo importante que era para ella el haberlo admitido porque estoy seguro que desde antes ya sentía algo por ti solo que no quería ni siquiera admitirlo para ella misma. Y que le dijiste que si no podía esperar porque ibas a por una copa con Karla.

—Soy un estúpido. Yo no he dejado de pensar en ti es cierto que aquel día invite a Karla a salir pero eso fue porque mientras me iba vi por el retrovisor como abrazabas a Nico y pensé que no tenía ninguna oportunidad contigo.

—Si la abrace fue porque note que no estaba bien, claro además de que somos amigos.

—Oh Mariela si lo hubiera sabido. Fue hacia ella, la beso y abrazo con ternura. —Te amo.

—Y yo a ti Ray.

Mariela no lo podía creer había pasado del infierno al cielo en cuestión de minutos.

—Y que les parece si pedimos algo para comer, muero de hambre. Dijo Nico. Los dos voltearon a verlo. —Bueno está bien al buen entendedor pocas palabras, me voy. Cuídate pequeña. Ella le sonrió.

—Gracias por todo, te quiero mucho.

—Y yo a ti pequeña. Adiós Ray.

—Adiós Nico y muchas gracias por abrirnos los ojos a los dos.

—No hay nada que agradecer solo cuida a Mariela y hazla feliz.

—Te lo prometo.

Nico se fue dejándolos solos.

—Y bien que se te antoja comer. Ella lo miro con deseo.

—Siento decepcionarte pero yo no estoy en el menú.

—Veo que aprendiste a hacer bromas.

—Y veo que vuelves a ser la Mariela de siempre, mi Mariela.

 —Solo tuya.

Citas con el jefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora