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Cuando Minho despertó, enseguida notó que estaba solo. Intentó estirar más el brazo, intentando encontrar a alguien, pero no lo logró. Con lentitud abrió los ojos y pronto se tomó la cabeza con las manos, la resaca comenzaba a actuar. Lo peor es que tiene clases. Con suma pereza se levantó como pudo, tomó algo y salió hacia la escuela.

¿Qué había pasado exactamente anoche?

Pone las manos al fuego apostando que fue Jisung quien lo llevó hasta su casa, y sobre todo, que durmieron juntos. Lo sabe aunque no lo haya visto en la mañana, porque el olor de su perfume quedó grabado en la almohada. Ese inconfundible perfume que llena sus fosas nasales cada vez que el menor entra a la sala de baile, y que sin la necesidad de voltear, le avisa que ya está ahí.

Llegó relativamente temprano, al menos lo suficiente para ver a Chan sentado junto a Jeongin en la entrada de la puerta.

— ¿Volvieron? — pregunta directamente.

— Buenos días también a ti Minho. — responde Jeongin — Y sí, volvimos.

El mayor abre los ojos con sorpresa, gira su rostro hacia Chan en busca de que éste desmienta lo que acaba de oir, que le diga que solo es una broma. Pero solo consigue una mirada avergonzada.

Es un idiota.

— Vamos a clases. — ignora al menor y se lleva a Chan directamente arrastrándolo desde su mochila. Cuando estuvieron alejados del más chico, habló.

— ¿Volver con Jeongin? ¿De verdad?

— ¿Qué tiene? — pregunta el mayor, él no encuentra algo malo en darse una segunda oportunidad.

— Chan, ese mocoso te hizo mierda emocionalmente y juraste no volver a caer. ¿Qué carajo haces ahora?

— Solo lo estamos intentando, Min, no te preocupes. — pone una mano en su hombro con la intención de tranquilizarlo, aunque no lo logra, y entra al salón de clases.

Jeongin no le agrada. Es decir, como un amigo más, sí, pero como pareja para Chan, no. Demostraron hace un buen tiempo que no puede funcionar bien, ¿por qué ahora sería distinto? Y es que, mierda, incluso el enano de pecas era una mejor opción para Chan, al menos no sacaba su peor lado.

Está tan distraído, que no nota la presencia a su lado que lo mira hace cinco minutos. Cuando se percata de él, da un sobresalto.

— ¿Hace cuánto estás aquí?

— Quería ver cuanto tardabas en darte cuenta. — responde Jisung — ¿Qué tal la resaca?

— Estoy fresco como lechuga. Dormí perfectamente bien.

— Claro, soy buena compañía. — dice con la intención de finalizar la conversación y marcharse, pero Minho lo frena tomando su cintura y acercándolo.

— Estoy de acuerdo, pero quizá la próxima quieras quedarte hasta la mañana. Me gustaría verte. — Jisung no puede negar que de verdad le causó satisfacción oír eso, por lo que no pudo evitar sonreír.

Pero la sonrisa se borró al recordar lo que le dijo de anoche. Suavemente quita el brazo ajeno de su cintura y lo mira amablemente.

— ¿Para qué? no somos nada, está bien si me voy antes de la mañana. — dicho eso, definitivamente se marchó, dejando atrás a un confundido Minho.

Él sabe que no son algo serio... ¿pero son "nada?"

Corre un poco tras él, caminando a su lado, ganándose la mirada curiosa del menor.

— ¿Entonces jamás te voy a ver por la mañana?

— No. — contesta mirando al frente — ¿Qué más quieres?

Del odio al amor || MinSung & ChanLixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora