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El camino hasta la biblioteca fue bastante silencioso, ambos chicos eran dominados por la timidez. Si bien Bang Chan era mucho más simpático al hablar con la gente, eso solía darse más en público, al estar solo con alguien... era más difícil sacar conversación. Con Minho era distinto porque son mejores amigos desde que son pequeños niños, las charlas con él simplemente surgían con naturalidad, e incluso cuando estaban en silencio no era un silencio incómodo. A veces incluso se juntaban en la casa del otro para pasarse el día entero cada uno metido en sus asuntos, pero estaban acompañados y eso ya bastaba. Si se aburrían, al menos se aburrían juntos.

Chan miró de reojo al pequeño peliblanco a su lado, su contextura es delgada y si presta más atención a los detalles de su rostro, tiene muchas pecas esparcidas a lo largo de las mejillas y nariz. Camina rápido y a veces se tambalea, perdiendo el equilibrio quién sabe por qué.

— ¿De dónde eres? — se anima a preguntar, Félix lo mira con curiosidad por el repentino cuestionamiento — Es decir, puedo notar que tu acento es distinto al de aquí. — aclara.

— Soy de Australia. — contesta, el mayor enseguida fija su vista en él y esboza una sonrisa gigante.

— ¿De verdad? Yo también, pero me vine a Corea hace mucho tiempo ya, casi no recuerdo como era vivir allí. — dice algo melancólico.

— Es muy bonito, yo no vine hace mucho, quizá... 5 años, más o menos. Recuerdo perfectamente Australia y espero un día volver a visitar a mis parientes allí.

— ¿Toda tu familia está allá?

— No, no. Solo mis tíos y abuelos, mis padres están conmigo. ¿Y los tuyos?

— También vinieron conmigo, son muy amables, les caerías bien. — le dice el mayor, Félix sonríe por la imagen mental de él conociendo a los padres de Chan, vaya sueño.

— Si tienen un hijo como tú, no dudo en que deben ser muy amables. — responde el peliblanco, Chan solo le sonríe tímido.

Cuando llegan a la biblioteca, el pelinegro se adelanta un poco para abrirle la puerta a Félix y así hacer que éste entre primero, recibiendo un agradecimiento vergonzoso de parte del menor. No hay mucha gente, por lo que solo buscan una mesa que dé al lado de una ventana para mejor iluminación, se sientan allí y comienzan a sacar sus libros.

— ¿Qué es lo que no entiendes? — pregunta Chan.

— Sinceramente, nada. He dado asco en matemáticas desde siempre. — responde. El mayor se ríe un poco y niega con la cabeza.

— Me recuerdas a Minho, él también siempre tuvo problemas con matemáticas. — Félix le miró con detenimiento, siempre sonreía cuando hablaba de Minho.

Aunque el objetivo del menor era pasar tiempo a solas con Chan para profundizar un poco más en conversación y así conocerse mejor, no salió como esperaba, sobre todo por su propia culpa. Cuando Félix se concentraba, lo hacía en serio, y sin darse cuenta se sumió en un riguroso proceso de aprendimiento de las matemáticas en el cual hasta llegó a ignorar al chico amable frente a sí que le explicaba con suma paciencia cada problema por resolver.

Chan se sorprendió de ver la capacidad para concentrarse tan buena que tenía el menor, ni siquiera él la tenía, ya que Bang es de esos que cuando una mosca vuela cerca, ya es suficiente motivo para distraerse. Que bueno que su don con las matemáticas es natural, de lo contrario sería pésimo si se tratara solo de estudiar. Por eso tenía problemas con otras asignaturas, tales como Historia, ahí es cuando le pedía ayuda a su mejor amigo.

Prestó atención a las muecas que hacía Félix cuando se concentraba, también como mordía levemente la punta de su lapicera cuando no comprendía algo. Sus pestañas largas no le permitían ver con más claridad sus ojos, a veces también se mordía el labio inferior intentando entender mejor aquel material de estudio.

Del odio al amor || MinSung & ChanLixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora