Capítulo 4: Las oportunidades

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- Pedro te agradece tu buena voluntad...pero no das el perfil que buscamos, e insiste en abonarte el taxi, por las molestias.

- ¿No doy el perfil? – y se coloca de costado y se pone el dedo en la punta de la nariz - ¡Mirá, siempre me dijeron que tenía un perfil hermoso!... ¿Tanta exigencia tiene Tarantino, como para que yo no dé el perfil? ¡Si ni siquiera probaron como cocino!- Y ya dijimos que uno de sus rasgos es la perseverancia y la seguridad.

Y tanta perseverancia y seguridad, se topan con Gastón, que tiene muchísimas cualidades, pero uno de sus grandes problemas de personalidad, por lo cual visita a su terapeuta desde hace 10 años, es no poder decir que NO. Le provoca una inmensa sensación de angustia tener que enfrentarse a la negativa, propia y ajena.

El problema intrínseco de los que no podemos decir que NO, es el miedo al rechazo, entonces vamos aceptando, aun lo que a conciencia no deseamos, por el miedo a que si decimos que NO, el otro nos abandone y se busque alguien que le diga que sí.

Verdaderamente es un problema, en donde cuenta la autoestima y la necesidad imperiosa de agradar a cualquier precio, incluso cuando ese precio es nuestra propia insatisfacción. Tal vez, también el tener pocas herramientas para argumentar nuestras posturas sin quebrarnos, y por eso, no tener la suficiente seguridad de mantenernos firmes al momento de decir "NO quiero esto", "NO me gusta", "NO me interesa".

En el caso de Gastón es de años, y con casi 40, considera que ha podido moldearlo...pero nunca superarlo. Entonces, en el fondo de su alma siente que el NO, es un SÍ, y más en este caso en que la decisión no le va a hacer mal a nadie.

Ya se encargará de decirle a Peter que la chica se fue sin más, y a ella, después de hacer cualquier cosa que le salga en el momento, porque no cuenta con las mismas ventajas que el resto, decirle que la tendrán en cuenta para la próxima, ¡y todos contentos! Y así cree resolver el problema, y hasta en su interior se autofelicita, por lo bien que supo resolver el entuerto.

- Eugenia, fijate si se fué y cerrá con llave y pasador, la puerta de servicio. Asegurate que el auto no esté estacionado... – Y Eugenia acata sin chistar, porque ella puede decir NO, pero le parece que esta situación es un gran SÍ, aunque sea por darle una oportunidad a la chica que se hizo 400 kilómetros, no durmió en toda la noche, y aun así logró dejarla con el culo al aire, descubriendo que su reloj es más falso que moneda de tres pesos.

- Ponete el delantal, y pedinos lo que necesites, no puedo darte más oportunidades que al resto, pero quiero que tengas una posibilidad, para que no pienses que somos mala gente.

- No lo pienso de vos, ni de la del reloj trucho, y ni siquiera de la que me dió la bienvenida con café hirviendo... pero el chabón ese ¿a quien se comió?... ¿Es el dueño?

- Sí, él es el dueño, y es el chef...

- Y también es un soberbio, y un cara de culo... ¡teniendo semejante facha, podría ser más simpático! ¿no?

- No está pasando un buen momento, ¿sabes? – Y no entendemos porque Gastón intenta disculparlo, y atribuirle un don que en otra circunstancia tampoco hubiese tenido, porque Peter es así de distante y pragmático con todos los empleados, y mucho más con gente que no conoce.

- Bueno, si vos decís, lo disculpamos... todo sea porque me vá a tener que ver todos los días, y no es cuestión de tener mala onda en el laburo. ¡Con que me pida disculpas, yo me olvido que empezamos con mal pié!

Gastón asiente, y en su interior no se explica si la chica además de perdida, está mal de la cabeza, porque de otro modo, no se entiende tanta seguridad y confianza.

Mis cinco sentidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora