Capítulo 6: El intercambio

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- ¿Candela la panceta de las papas?

- Ya sale...

- Apurate que tienen que entrar a gratinar y tengo 1 minuto y medio...

La campana suena y Peter anuncia – Mesa 9, trucha almendrada con puré de higos y Pato confitado con guarnición de habas y espárragos.- Y al instante, Belén, una de las camareras retira ambos platos para llevarlos a los comensales. Y la campana vuelve a sonar, y otra vez con la mesa 16, y la 3 y la 19 y la 26... y así es la rutina de un martes cualquiera en "Akelarre" a las 22:30 aproximadamente.

Es quizá el momento más intenso de la noche, esa franja que vá desde las 21:00 a las 23, la cocina hierve.

Gastón corre a los hornos y le deposita las bandejas con patas de conejo y truchas a Peter, él toma los platos que ya tienen la guarnición que colocó Candela, y se encarga de acomodar las piezas con delicadeza, como componiendo un cuadro.

Tiene cuencos con flores de todos los colores frente a sí, y aromáticas que esparce poniendo especial atención en los tonos y se toma el tiempo de decorar minuciosamente todo, hasta admirarlo completo, y despachar la comanda.

No mira a nadie, él está enfrascado en su tarea y sabe que todos los que están en esa cocina, están en el mismo plan. Después de un tiempo aprendió a conocer a cada uno, y a confiar en ellos. Pero hacía mucho tiempo que no entraba alguien nuevo a la cocina. Y quien entró en esta ocasión, es alguien especial.

Por empezar, es el único puesto que no tiene reemplazo efectivo, ni ayudante. Ya quedó suficientemente claro que ni Violeta ni Candela, pueden reemplazar a un pastelero.

Además, es la única que está aislada del resto de la gente. Los vé correr a todos de un lado a otro y verdaderamente sufre. Nunca había visto esa vorágine de trabajo, porque en la panadería de sus padres, todo se prepara con antelación.

Esas corridas extenuantes, esos gritos anunciando lo que sale, lo que no sale y hay que apurar, lo que se demora, lo que no entró y ya tendría que estar adentro. Todo es estresante a los ojos de Lali desde la pecera.

Contrariamente a los demás ella tiene un relativo descanso cuando todos bullen de calor y desesperación. Pero entra en acción en el instante en que la cocina se aplaca. Y esa noche todos están expectantes de ver como se desenvuelve.

Peter recién se detiene para mirar hacia su lugar, cuando ya casi todos los platos salieron, y empieza su bajada a tierra. Entonces la observa moverse pequeñita en el cubículo vidriado, y tiene muchas sensaciones encontradas.

La primera, es que se le hace difícil no ver a Nana moviéndose por ahí. Tal vez es el momento del día en que más la extraña, porque aunque a ella no le gustaba, en ese instante en que él se desocupaba un poco, iba a visitarla para ver si precisaba algo.

La segunda es la incertidumbre de cómo reaccionará a la marcha, la empleada nueva. Puede ser muy hábil preparando los postres con antelación, pero tiene que tener la rapidez y soltura suficiente como para moverse en medio del caos.

Y a juzgar por como recibe las comandas de postres, se la vé muy ágil de las heladeras a la repisa de platos.

Peter la observa decorando con paciencia, no está histérica ni se intuye presionada. Por el contrario... es como si estuviese creando algo, y tomándose el tiempo de apreciarlo disfrutando ese proceso. Y al jefe eso le encanta.

- Candela, ¿estas muy ocupada?

- No, armando la licuadora... ¿Qué pasó?

- Acercate a Lali y preguntale si le hace falta ayuda.

Mis cinco sentidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora