Capítulo 17: Enemigos íntimos

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Mucha gente en el mundo posee la cualidad de ser naturalmente contorsionista, y que sus cuerpos se estiren hasta parecer que sus músculos son de látex. Lamentablemente Candela no pertenece a este grupo, y la ayuda frenética por avisar a Lali que abandone el sexo con su jefe, tuvo un precio para ella.

La mañana siguiente a la caída, Lali y ella se la perdieron en la guardia de la clínica, porque amaneció con un tobillo entre morado y verduzco, y eso no era buena señal, además del dolor.

Así que, sin llegar a ser fisura, el precio de cubrir a su compañera de piso y a su jefe, le costó un esguince y por supuesto la sensación de impotencia de saber que resultó infructuoso, porque TODO el mundo ahora sabe que se dan masita, y no precisamente esas que Lali prepara para el té.

Le aconsejaron reposo, y la fijación de su pié, con una bota ortopédica. Pero Candela sólo se quedó en casa esa noche, porque las noticias que Lali trajo, acerca de cómo se había organizado Gastón sin ella, le hicieron sentirse poderosa y necesaria.

- Violeta quemó la guarnición de las vieiras... y se olvidó las alcaparras en la salsa tártara... Gastón le dijo dos veces: ¡SOS UNA BOLUDA VIOLETA!... y después le pidió disculpas, porque Peter lo cagó a pedos...

- ¡Hasta yo tuve que salir a emplatar guarniciones calientes tipo 22 hs!, y estoy segura de que a mí también me hubiese querido putear, pero sabe que si lo hace, inmediatamente le meto los huevos en la Termomix...- Candela se sonríe, pero medita: - ¡Que caos!... ¡No puede ser que todo se descontrole de esta forma porque falta uno de nosotros!... - Y esta apreciación dará mucho que hablar a partir de ahora.

- ¡Es que vos sos grosa Cande! – Y trata de mimarla, porque desde que se enteró de todo lo que hizo para cubrirla, Candela es una especie de protegida y nueva mejor amiga.

Y a partir del día siguiente, Candela volvió al "Akelarre", a pesar de estar de baja, y del perjuicio que eso le significaría a Peter si caía una inspección del Ministerio de Trabajo o la ART o el Sindicato, y se enteraban.

Pero la bota es eficaz y le permitió moverse, poco, pero moverse al fin con algo de ayuda.

Esa noche, a diferencia de las anteriores, fué tranquila. Peter y Lali no volvieron a cruzarse íntimamente, porque ella tuvo que huir después de la jornada laboral, para ayudar a Candela, y él hizo frente a su té nocturno de relax sin su presencia. Así y todo, ella, le preparó con dedicación una porción de unos mil hojas particulares, con crema suave de limón y un baño de glacé exquisito. Y a él se le hizo agua la boca una vez más.

Tampoco pudieron encontrarse antes de la hora de arranque, porque prefirieron no levantar más sospechas de las confirmadas, y en pos de acompañar a Cande en el taxi, Lali apuró la hora de entrada hasta las 18, para no dejarla sola.

Los dos entendieron también, que era mejor tomarse ese tiempo para evaluar lo que a ellos les pasó con ese primer encuentro, y es por eso que no quisieron forzar nada.

Pero la pulsión que Freud describía como la que movía a todos los seres a hacer todo en su vida, la sexual, y que en ellos está a flor de piel, y la exudan como animales, los mantiene tensos, y pendientes de las acciones del otro.

Se buscan con la mirada. Se sonríen con morbo, tal vez recordando algo del sexo que los unió. Se indagan de reojo, y hasta experimentan la necesidad de suspirar repetidas veces cuando se cruzan, porque piensan que así, se están diciendo todo aquello que no se pueden decir con palabras.

Podría intuirse que se huelen uno al otro, como si esa estadía por la cocina fuera un interminable juego de seducción para ellos, que por no poder concretar inmediatamente, están intentando aplacar con evasivas.

Mis cinco sentidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora