Capítulo 9: El proletariado

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Es viernes en el "Akelarre" y todavía no empezó la vorágine de la noche. Eugenia está recibiendo a los primeros comensales con carta de vinos en mano y una sonrisa algo falsa, que la hace lucir espléndida. Su despampanante presencia podría lograr que aunque les ofreciera kerosene, igual lo aceptaran y lo bebieran con gusto, porque nadie le presta atención a lo que recomienda, mientras se emboban con su belleza.

Gastón esta marinando pescado, Candela cortando cebolla, Violeta hinojo, Matías armando una entrada, Lali en la pecera macerando frutillas y Peter muy concentrado, cortando cubos de mango para agregar como final a las truchas.

- Igual, me siento un pelotudo... ¡te digo!, todos cocineros, pero mandan a hacer el asado al que lava los platos, ¿cómo es esto viejo?

Agustín se queja desde la bacha y Esteban se sonríe, porque sabe que todos siguen en sus tareas, y se hacen los desentendidos, por no darle la razón.

- Si, no se hagan los boludos... la primera vez se los dejé pasar, porque era el nuevo...y los quise impresionar, la segunda lo hice porque pensé que los halagos eran ciertos y hasta me sentí ganador frente a tantos inútiles... pero esto de mandarme a la parrilla sin escalas, ¡me parece una grasada!

- ¿Enserio pensaste que te lo halagábamos por rico?... ¡Jajaa ILUSO DETERGENTE!... Con tal de no comer sánguches, ni cocinar...comemos suela de zapato. -Eugenia desde el pasaplatos se burla de él.

Sucede que al día siguiente todos irán a pasar el sábado, al club del sindicato de gastronómicos, hasta las 17 que emprendan el regreso para el lugar de trabajo.

Es la primera salida grupal para Lali, con sus compañeros. Y está contenta de poder relacionarse con todos más allá del estricto trato del lugar de trabajo.

Ella está preparando budines y galletitas para picar y cada uno hará una tarea en pos del encuentro.

La de Agustín es el asado, independientemente de que sea rico. Todos lo confinaron a ese lugar, por bocón, y ahora ya no hay vuelta atrás. Lali incluso sigue pensando que lo hace de onda y porque es el mejor.

Esa noche cuando llegan a casa, Candela le explica a Lali, algunas cositas sobre la salida, después de saludar en voz alta a varios objetos, encender todas las luces y mirar detrás de la cortina del baño y debajo de la cama, si no hay alguien escondido.

- Aunque preferimos no chupar mucho, Eugenia lleva los vinos. Son los que el distribuidor le regala a Peter, pero él nunca lo sabrá, porque los confisca la Aduana "China".

- Pero y cuando él los vé ahí, ¿no se aviva?

- ¿Como los va a ver si no viene a la juntada? - Lali se queda algo pensativa, tal vez hasta apenada de no poder saber cómo es el jefe, cuando no es "jefe"

- ¿Porque no viene? ¿Tan facho clasista va a ser, como para no venir con el populacho?

- Ni idea, nosotros lo invitamos desde que empezamos a ir, hace como cuatro años. Pero nunca apareció. Después de la cuarta o quinta vez que le dijimos y no pintó, ya optamos por hablar con naturalidad sobre la juntada, pero no decirle más, porque es evidente que no le interesa venir.

- Claro, claro... entiendo. - Pero en realidad no le gusta saber que él puede ser tan cerrado de no poder soltarse con ellos, y seguir recurriendo a un trato cavernícola con sus empleados, para mantener la distancia y marcar la jerarquía que detenta.

Lali se queda pensativa. Odia los clasismos y por lo poco que trató con él no lo cree capaz de ser así de idiota y arrogante. Sin embargo, esa actitud lo pone en ese papel.

Mis cinco sentidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora