Febrero de 2020
Desde fines de 2016 que hago mis habituales recorridas a Capital, como influencer literario, para buscar las novedades de las editoriales. En una de ellas, cuando estoy regresando a mi hogar, en medio del viaje hago una combinación tren-subte que resulta ser en una estación terminal. Mientras voy caminando de lo mas tranquilo, mi rutina se ve interrumpida por la presencia de un oficial de policía.
-¡Señor! Usted...
Su voz me desconcierta. Giro mi cabeza por todos lados porque entre tanta gente no lo veo hasta que lo encuentro mediante un gesto con su mano, indicándome que me acerque.
-¿Me permite su documento?
No sé si se da cuenta porque me siento paralizado. No había hecho nada malo, pero el simple acto de autoritarismo me toma por sorpresa. Le muestro mi DNI y veo que anota mi nombre en una especie de anotador.
-¿Tiene la SUBE a mano? (*)
Asiento asustado. Se lo muestro. Silencio entre ambos. Solo el sonido habitual de la capital. Cuando logro tranquilizarme, su voz irrumpe nuevamente.
-Si no le molesta, necesito revisar su mochila.
Obedezco aunque por dentro no entiendo qué ocurre. Tomo fuerzas para realizar mi primera pregunta.
-Disculpe ¿se puede saber para qué es esto? Porque es la primera vez que hago esto...
-Es solo rutina.
Tres contundentes palabras. Sin embargo, mi respuesta se asegura mediante mi vista rápida a su anotador: MI NOMBRE Y APELLIDO seguido por la HORA en que realizó la inspección. Una vez revisado todos los bolsillos de mi mochila, el oficial responde:
-Listo, puede retirarse.
Los nervios desaparecen, visualizo en el tablero la hora de partida de mi próximo tren y voy para allá. Rumbo a mi casa... con libros nuevos.
Febrero de 2021
Un año después y, en plena pandemia mundial, buscando alternativas para viajar sin ser detectado por la policía a la hora de buscar mis colaboraciones literarias. Pero la suerte no puede estar siempre de mi lado. Por querer ahorrar, el viaje me es interrumpido por dos oficiales en una inspección sorpresa. Esquivar, imposible. Obstruyen la única salida. Me dejo arrastrar por la corriente.
-Usted ¿tiene permiso para circular?
-Ahora lo busco.
Tanteo mi celular. El permiso del que hablan es exclusivamente para laburantes (*) y se encuentra en una app que jamás descargué. No tengo trabajo y el contexto no ayuda, es muy desalentador. Mientras hago que lo busco en mi celular, mi cabeza trabaja a mil... pensando qué contestarle.
-Debe estar buscándolo aún -escucho que dice uno de ellos, refiriéndose a mí.
Es momento de actuar y enfrentarse a las consecuencias.
-Disculpe... es la primera vez que me pasa esto.
-Por esta vez, no pasa nada. Solo lo notificaremos en esta planilla.
Mi cara inexpresiva intenta procesar lo que acaba de escuchar. El interlocutor capta mi actitud.
-Tranquilo que no vas a ir preso por esto.
Me relajo, pero mis ojos no. Miro por todos lados porque estoy en el anden del tren y no tengo idea de cuánto tiempo llevará este procedimiento. A esta altura, no me dejo llevar por los prejuicios en caso que extraños observen esta situación y se comenten entre ellos, sacando deducciones.
Para no hacerla larga, el policía me pide mi documento para completar los datos personales necesarios, me pregunta el motivo de mi viaje y escanea mi DNI con su celular para corroborar si en su base de datos aparece algo que salte la alarma. En ese sentido yo me quedo tranquilo, la respuesta que obtengo es la que esperaba.
-Listo, puede irse.
Cuando estoy por abandonar el anden, su voz me advierte.
-La próxima, para evitar todo este papelerio, bajate la app.
Asiento, sorprendido por el nivel de confianza y al mismo tiempo no. Sigo mi rumbo pensando en todo lo que acaba de pasar. Si me guío por la apariencia del hombre tendrá apenas unos diez años más que yo, no más. Quizás prefirió tratarme como un par, para no sentirme intimidado. Tal vez me vio asustado, no voy a negar ni afirmar que lo estaba.
En fin, una situación que al atravesarla y superarla con éxito, me hizo replantear muchas cosas. Especialmente, al quedarme sin batería en mi celular en pleno regreso a mi casa. Quería gritar, correr. Fingir estar bien cuando por dentro te estás muriendo por ser libre. El contexto de emergencia sanitaria nos terminó encerrando peor de lo que creíamos. Incluso nuestros sentimientos (y pensamientos).
Sin embargo, escribir me da alas y vuelvo a ser quién soy, una vez más.
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(*) GLOSARIO
SUBE: tarjeta electrónica de Buenos Aires, sigla de Sistema Único de Boleto Electrónico. Funciona tanto para trenes, subtes y bondis (colectivos). Es como una tarjeta de débito pero en vez de usarlo en cajeros, se apoyan en totems o lectores especiales.
Laburantes: sinónimo de trabajadores
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Tan Tauro Que Duele
NonfiksiMi primera antología personal. Relatos creados para un fin que jamás pudieron ser destinados por ese propósito. Por eso las denomino MIS JOYAS EN BRUTO. A work in progress. Portada realizada en Canva.