◽CAP-06◽

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Si pudiera enumerar todas las razones de porque no me gusta almorzar en la cafetería seguro terminaría en un minuto; básicamente es una; Ahí solo van los chicos populares o los que quieren serlo

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Si pudiera enumerar todas las razones de porque no me gusta almorzar en la cafetería seguro terminaría en un minuto; básicamente es una; Ahí solo van los chicos populares o los que quieren serlo.

Todos socializan entre todos y hacen mucho ruido. Ese lugar no es para mi. 

Mi lugar es el balcón, pero ahora un grupo de chicas se me habían adelantado y para no terminar almorzando en el jardín donde podían atacarme los mosquitos, termine almorzando en la biblioteca, con Dylan.  Para mi suerte su tía no estaba, así que nadie podía correrme, ya que estaba prohibido almorzar en la biblioteca.

—¿Por qué no puedo agarrar un libro?—me quejo, mostrándole mis manos—¡Están limpias!

Dylan hace como si no las hubiera visto y niega.

—Ni loco, podrías ensuciarlo.  

—Seré cuidadosa lo prometo ¿Acaso no confías en mi?

—Ni un poquito—dice sin dudarlo.

Pongo los ojos en blanco. Que borde que es a veces.

Observo como Dylan esta concentrado en su comida. Ha apartado los trocitos de pimentón a un costado de su plato.

—¿Tienes algo en contra de los pimientos?

se da cuenta que lo estoy observando y suelta el tenedor algo avergonzado.

—No los odio, digo, los comería si estuviera apunto de morirme de hambre o fueran el único antídoto de un virus, pero como no es así, no lo hago...¿Me entiendes o estoy sonando como un mimado?

—A mi no me gustan las cebollas—suelto de la nada, la verdad, las detesto.

Dylan me da una mirada de "venga ya"

—¡Pero si eso esta en todas las comidas!

Me encojo de hombros.

A media comida Dylan intenta tomar el panecillo de bienvenida que me dieron como postre. Le doy un manotazo y lo aparto.

"Ay" dice, sobándose la mano y dándome una mirada herida.

—No seas glotón tu ya comiste el tuyo—le acuso con mi tenedor.

—Gruñona, ¿Dónde esta Elisse? Ella siempre me da sus postres—alarga el cuello como si pudiera encontrarla con solo hacer eso.

—Esta en la cafetería hablando con el chico que abofeteo esta mañana.

—Oh si escuche de eso. Dicen que la engaño con otra chica ¿Es cierto?—dice llevándose una gran porción de comida a la boca.

—¡Por supuesto que no!—me sorprendía como salían los rumores tan rápido— se conocieron en Boston y pues ella me dijo que quería privacidad y que solucionaría esto ella sola, así que solo la deje....por el momento. 

La Tercera RuedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora