¿Qué no a todos una vez nos ha tocado ser el amigo que solo esta ahí para que todo funcione?
Hope Hansen esta acostumbrada a la ajetreada vida que lleva su única amiga, y aunque no se una a sus locuras es la encargada de que no termine mal parada. T...
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Mamá tiene un desayuno con los Morgan, la familia que quiere remodelar su casa antes de las fiestas navideñas. Algo apresurado en mi opinión, pero ¿Quién soy yo para matar el espíritu navideño en mediados de septiembre?
Dice que llegara a medio día, así que solo somos papá y yo. Ambos somos lo suficientemente perezosos como para ponernos a cocinar un sábado por la mañana. Así que preferimos optar por granola y yogurt griego, al mío le agregue un puñado de arándanos y un chorrito de miel, solo para que no se vea tan soso.
Estamos tumbados en el sofá, aún tenemos puesta la pijama y estamos viendo el comisario Rex. Estoy fascinada.
Si Pablito aun estuviera aquí le enseñaría unos cuantos trucos que aprendí de este programa. Entre las pausas comerciales digo con la boca llena de granola:
—Papá quiero un perro
—A tu mamá no le gustan los animales—responde de igual forma
—Pero somos dos contra uno...
—Corrección; somos dos soldados en contra del sargento. Estamos perdidos—sentencia
—¡Podríamos convencerla!. Estoy segurísima que se encariñara si lo ve crecer desde cachorro. Es como aquella minoría de personas que no les gustan los niños, hasta que tienen uno.
—Cuando vivas sola podrás tener uno.
Suelto un suspiro, esa es su forma de acabar la conversación, desde pequeña siempre me acaba con esa frase. Antes lo veía tan lejano, pero ahora esta a la vuelta de la esquina. Y se siente tan raro.
—No creo que en el campus de la Universidad permitan animales—comento metiéndome una cuchara de granola a la boca.
—Estaba pensando que podrías tener un departamento como lo tiene Matthew...
Claro si tuviéramos dinero a montones.
—O podrías vivir con él— termina
—¡Olvídalo! Prefiero esperar cinco años más para tener un perro— digo decidida, pero a papá parece que termina gustándole la idea.
Suena mi móvil, me levanto de un salto. Antes de que vuelva a comentar el tema decido zanjarlo. Lo dejo ahí pensando en la segunda cola del gato y me dirijo al jardín trasero a contestar.
Me recuesto en el árbol de mandarinas que mamá sembró en uno de sus tantos intentos de querer hacer productivo su tiempo.
Eli me ha mandado un montón de fotos, con diferentes conjuntos de ropa, en la descripción pone: