¿Qué no a todos una vez nos ha tocado ser el amigo que solo esta ahí para que todo funcione?
Hope Hansen esta acostumbrada a la ajetreada vida que lleva su única amiga, y aunque no se una a sus locuras es la encargada de que no termine mal parada. T...
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—¿Sabes que? ¡Porque no agarras unas zapatillas de ballet y te vas de puntitas al infierno!
—Y tu porque no aprendes a utilizar esos ojos, que no están de adorno—bufa sacudiendo su camiseta mojada.
Estamos mojados hasta las orejas, estamos perdiendo clases, y estamos furiosos.
Logan no para de quejarse de que le he arruinado su playera favorita, y yo no paro de decirle que él arruino mi primer día de clases. A él no parece importarle eso, bueno, que no espere que a mi me importe su camiseta de AC/DC.
Dylan y Elisse no paraban de enviarme mensajes de donde estoy, así que solo atine a decirles que me quede hablando con Doris, la concejera escolar sobre mis créditos. Si eso era plausible, después de todo tenia que ir a hablar con ella.
—¿Por qué esto me tiene que estar pasando a mi? ¡Divinidades que todo lo ven, es este el castigo por no ir a misa los domingos!—exclamo apoyándome en la pared con dramatismo.
Logan suelta un gruñido y deja de sacudir su camiseta, me da una corta mirada.
—Bueno loca, si te contesta el de arriba dile que le bajare un dólar a las limosnas—se pone la mochila al hombro— yo ya me voy.
—¡NO!
Me pongo delante de la puerta y extiendo mis brazos de lado a lado. Logan suelta un bufido.
—¿Sabes lo que dirán cuando vean a dos adolescentes salir del cuarto del conserje totalmente enjabonados?
—Me importa una mierda
—Pues, a mi si que me importa y no saldrás.
—Estas comenzando a ser fastidiosa.
Me encojo de hombros—Al fin estamos en la misma página, esto...—nos señalo— es tu culpa.
Con toda la paciencia del mundo dice:
—Yo no fue el torpe que tropezó con las cajas y arrastró a un inocente a esto—se señala él mismo
—¡Inocente solo Jesús!—lo señalo— tu eres un inmaduro que comenta tonterías.
—Y tú lo eres más al caer en ellas.
Touche
Me planto bien en la puerta y él pone los ojos en blanco.
—Soy casi 20 centímetros más alto que tú, fácilmente puedo apartarte de un tirón.
No le hago caso, por el contrario, cruzo mis brazos lentamente y le doy mi mejor mirada de pandera. Estoy decidida a no moverme. Mi espalda ahora es uno con la puerta. Ahora soy una muralla.
Tenemos una pequeña guerra de miradas, Logan es el primero en rendirse y comienza a frotarse la cara.