¿Qué no a todos una vez nos ha tocado ser el amigo que solo esta ahí para que todo funcione?
Hope Hansen esta acostumbrada a la ajetreada vida que lleva su única amiga, y aunque no se una a sus locuras es la encargada de que no termine mal parada. T...
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Me quede organizando los trabajos de matemáticas con la profesora Moon. Dijo que si la ayudaba me regalaría unos puntos y la verdad, por más que me esfuerzo en mates nunca paso del 8.5. Así que ahora tal vez pueda tener un 9.
Me despido con una sonrisa relajada y al salir de su campo de visión. Empiezo a correr lo más rápido que puedo hacia la siguiente clase que voy tarde . Los pasillos están desiertos, giro a toda prisa hacia el pasillo de mi derecha, cuando, de repente, mi cabeza impacta contra algo duro.
Me sentía como un toro que acababa de estrellarse con un muro. En plena confusión, me aferro a su brazo. Suelta una exclamación. Y ambos caemos al suelo.
Suelto un quejido
¿Por qué siempre soy yo la aplastada? No estaría mal ser la que cae encima, de vez en cuando...
Me remuevo. Aquella persona en un reflejo rápido había puesto su mano en mi cabeza para amortiguar el golpe, así que solo me dolía la espalda. Abro la boca para decirle al chico de pelo azabache que se retire pero se remueve y resopla bruscamente muy cerca de mi cuello.
El escalofrió que me recorre la espalda es como electricidad, quedo totalmente inmóvil.
Murmurando entre dientes, se aleja completamente de mi. Comienza a sacudirse la ropa y caigo en cuenta que el chico de pelo azabache es Kyle Harris.
Kyle Harris con el ceño fruncido.
Sus ojos oscuros de verdugo me miran amenazadores. Y yo solo quiero fusionarme con el suelo solo para evitar este momento.
—¿Hope?—pregunta todavía mirándome de esa manera, asiento—Rayos ¿Estas bien?—pregunta tendiéndome la mano, la acepto.
—Estoy bien...—tira de mi levemente—Ay, ay, ay, ay.
Resopla ayudándome a levantar con más cautela.
—Te llevaré a la enfermería.
Niego.
—Estoy bien, esto me pasa todo el tiempo.
—Entonces todo el tiempo no estas bien.—hace una mueca— Debes pensar que estoy atentando contra tu vida...
—Solo un poquito—digo frotándome la espalda.
Le ofrezco una sonrisa cordial, tratando de decir que todo esta bien se me queda observando hasta que mira un punto en el suelo. Se pone pálido y su boca se abre ligeramente
—Mi bebé...—susurra con voz quebrada y se apresura a recoger algo que parece ser los restos de un móvil; la batería, la tapa trasera, auriculares y el móvil en sí estaban esparcidos en el suelo a distancias considerables.
¡Oh maíces inflados, lo último que quería era destrozarle el móvil!
—¡Lo la-lamento muchísimo!—exclamo arrodillándome al lado de él que seguía viendo su móvil—¿Cuánto te costó? ¡Puedo pagarlo!...Bu-bueno no, se ve algo costoso, tal vez no pueda hacerlo pero podría colaborar en una gran parte. ¡O ya sé! ¡Préstamelo, conozco a alguien que puede repararlo!