◽CAP-25◽

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La cuarta y quinta hora de clase fue suspendida por la repentina reunión de profesores

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La cuarta y quinta hora de clase fue suspendida por la repentina reunión de profesores. Seguro hablarían del desempeño que hubo en los exámenes de hace dos días. 

Eli y yo ocupábamos una de las mesas de la cafetería. Sin dinero para comprar algo que comer. Entonces Basil aparece he intenta unírsenos con el argumento de que era la única mesa disponible. Eli no le deja sentarse hasta que nos traiga algo para comer y para mi sorpresa Basil accede.   

Admito que quería dejarlos solos, pero por otro lado, la comida gratis era el único beneficio que sacaba de las relaciones de Elisse, era un gusto culposo. 

Además Eli no dejaba de meterme en la conversación. Como si mi presencia hacia algo para que nada entre ellos dos fuera más allá de unos amigos hablando con otros amigos. 

Cuando Basil trajo los batidos y las magdalenas ya me las había arreglado para sentarme en la esquina de la banca. Y  mientras ellos hablaban trataba de estar al margen.

En pleno atraque de comida las puertas de la cafetería se abren de par en par llamando la atención. Con la boca llena de magdalenas levanto la mirada y me encuentro con la figura de Logan analizando todo el lugar. 

Otra vez no vestía deportivo, me pareció extraño. Supuestamente hoy se cumplían las dos semanas de castigo y podía volver a los entrenamientos.

Frunce el ceño al verme mirándolo, y comienza a acercarse a paso rápido.

—Eh, ¿tío donde estabas?—dice alegre Basil. 

—Por ahí—contesta Logan sin voltear a mirarlo ni detenerse hasta que llega a mi lado de la mesa.

Lo miro desde mi asiento, tomando de mi batido de fresa. Aparentando inocencia. 

Logan suelta un chasquido y me toma del brazo levantándome  la fuerza. 

—¡Hey!—digo

—Tu vienes conmigo—anuncia, sin darme tiempo a objetar comienza a arrastrarme. Estiro mi mano tratando de alcanzar la última magdalena de mi servilleta. Pero es inútil. 

Elisse y todos los presentes nos observan anonadados y con los ojos bien abiertos.

—¿¡A que ha venido eso!?—cuestiono molesta zafándome de su agarre cuando se detiene en un pasillo vacío. 

—Eso debería preguntártelo yo. ¿Qué rayos estabas haciendo? Eres la primera persona que conozco en proponer un plan y luego ser la misma en romperlo—se cruza de brazos—Pensé que teníamos que dejarlos a solas lo máximo posible. Acabas de arruinar una oportunidad de oro. Tonta.

—¡Tenia hambre ¿si?!—exclamo—Y no me sermonees. ¡Sigo molesta por tu chantaje del otro día y el hecho que no puedas parar de maldecir cada dos segundos!

—¿De que mierda hablas?

—¡De eso! . Tu lenguaje soez me consiguió una hora de regaños por parte de mi mamá. 

La Tercera RuedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora