Capítulo 4

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— Deja que te ayude con eso — ofreció María José cuando Nela trajo la ensalada a la mesa.

— Ya lo tengo. Abre la otra botella de vino — sugirió.

Amalia se inclinó sobre la estufa, inspeccionando la enorme cacerola de lasaña.

—Huele grandioso ¿Cuánto tiempo más?

—Cuando terminemos nuestras ensaladas, estará listo para servir.

Majo palmeó su mano a medida que Amalia se acercaba para probar.

— Conoces sus reglas —dijo— Si hubiera aprendido a cocinar, ella no sería capaz de mantener todas esas reglas sobre mí— dijo Amalia riendo.

Entrelazo los brazos con su amiga, mientras regresaban afuera hacia el patio.

Marianela ya había servido generosas raciones de ensalada en sus platos.

— Quiero escuchar más sobre Daniela y tú — dijo mientras tomaba la botella de vino — ¿Te estabas enamorando de ella a los trece años y ni siquiera lo sabías?

— Fue en ese momento cuando comencé a tener una pista —dijo con una sonrisa— Las mariposas en mi estómago sólo aparecían cerca de Calle, nunca con los chicos. La idea de que pudiese ser gay me aterrorizaba.

— Has dicho que siempre habías tenido una estrecha relación con tu mamá — dijo Amalia.

— Hablaste con ella sobre eso ¿verdad?

— ¿Me estás tomando el pelo? No podía hablar con ella sobre eso —dijo con una sonrisa.

—Al menos no cuando era tan joven — tomó un bocado de la ensalada y miró a Nela — Esto está grandioso.

— Gracias — levantó las cejas— Así que ¿Hablaste con Daniela acerca de eso?

—No. Y ella tampoco habló conmigo de eso.

—Ah. Así que las dos estaban sintiéndose de esa manera— asumió Amalia.

—Sí. Simplemente no hablábamos de eso. Nunca hablamos de eso—Nela se inclinó hacia delante y sonrió maliciosamente — ¿La besaste?

María José asintió.

— Tenía catorce años.


Flashback


—No quiero salir con Sam— Daniela se quejó mientras ordenaban su ropa — ¿Por qué mi mamá me está obligando?

—Tú misma dijiste cuando empezaste en la secundaria que tendrías que empezar a tener citas— María José le recordó.

—Ni siquiera me gusta él —dijo mientras arrojaba otra blusa sobre la cama — ¿Te gusta esta? — preguntó sosteniéndola contra su pecho.

—Sí. Hace que tus ojos se vean más claros.

Calle la miró durante un momento, con la cabeza inclinada. Arrojó la blusa sobre la cama con las demás prendas, mientras caminaba acercándose.

— Él va a querer besarme.

Poché asintió.

A pesar de que no tenía ni idea de quién era Samuel Smith, además de ser el chico que la mamá de Calle había elegido para ella hacía años, aun así sintió una punzada de celos.

Daniela tomó su mano y sus dedos se entrelazaron entre sí. Era algo que hacían a menudo... agarrarse de las manos.


Algunas veces, era casual cuando Calle la guiaba de un sitio a otro. Otras veces, lo hacían mientras se miraban la una a la otra, sus dedos se movían con suavidad contra la piel de la otra, tocando, memorizando, trazando.

Esos eran los momentos que Poché amaba.

Ahora, el pulgar de Calle estaba bordeando a través del dorso de su mano y la pelinegra tragó nerviosamente.

—No sé cómo besar Poché — dijo en voz baja — Nunca he besado a nadie.

—Estoy segura que no va a ser difícil de aprender — respondió, escuchando su voz quebrarse con nerviosismo.

Daniela dio un paso más cerca.

—Tal vez...debemos practicar— Poché podía sentir su corazón latiendo en su garganta y se sorprendió de que todavía fuese capaz de respirar. Miró a los ojos de Calle, viendo que estaba completamente seria. Tenía miedo de empezar a hiperventilar. Ella le dio la sonrisa más dulce que la más pequeña hubiera visto en su vida— ¿Quieres? — susurró.

María José permaneció en silencio delante de ella, temerosa de hablar.

Aparentemente Daniela encontró la respuesta que buscaba.

Se acercó más, tocando sus labios con los de Poché. Se apartó rápidamente y su amiga abrió los ojos.

Había sido demasiado breve para incluso registrar el beso.

De repente sintiéndose valiente, encontró su voz.

—Yo...yo no creo que sea así como se haga, Calle —dijo mientras sus dedos se apretaron alrededor de los de la castaña.

Daniela sonrió ligeramente.

— ¿No? ¿Cómo se hace, entonces?

Pensando que estaban locas por hacer esto, María José sin embargo, alejó su temor de que la Sra. Calle las descubriera.

Su deseo de besar a la castaña hizo caso omiso a su buen sentido y dio un paso más cerca de su amiga.
Se humedeció los labios antes de inclinarse más cerca. Estuvo fascinada cuando los ojos de Dani se cerraron para esperar por su beso.

Sintiéndose audaz, y un poco atrevida, Poché se puso en puntas de pie e inclino su cabeza, moviendo lentamente sus labios sobre los de Calle, rogando que lo estuviera haciendo correctamente.

Lo único que tenía para seguir adelante eran las escenas de besos que había visto en las películas.

It's always been youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora