Capítulo 27

3.5K 319 23
                                    


Daniela estaba de pie en su nueva cocina, su mirada fija en el agua reluciente de la piscina más allá del patio. El sol de la tarde se filtra a través de los árboles, bailando a través de las ondas.

A pesar de que estaba tratando de salir de la sombra de sus padres y su nombre, estaba agradecida por el poder que su papá tenía. En menos de cuatro semanas, la casa era suya.

Deseaba que María José estuviera aquí compartiendo este momento, pero había estado fuera las última semana, atendiendo los negocios en una de sus tiendas.

Aunque ella y Poché no habían pasado ni un segundo a solas desde la cena que compartieron, se habían visto a menudo.

Calle visitaba María con frecuencia e incluso la había llevado a la nueva tienda para ver la construcción. Pero ahora que había cerrado el trato por la casa, ahora que podía mudarse oficialmente, deseaba que Poché estuviera aquí.

— Oh, bueno —murmuró en voz alta.

Ashton volvería a casa mañana.

Lo arrastraría para que saliera de compras con ella y María.

La señora se había ofrecido para mirar muebles con ella. Se negaba a contratar un decorador. Quería hacer de su casa un hogar, no un escaparate.

Su propia mamá le había hablado exactamente tres veces desde que les había dicho acerca del divorcio. Las tres conversaciones habían escalado en palabras duras y enojo entre ellas, cada vez Calle había terminado efectivamente la llamada colgándole a su mamá.

Infantil, sí, pero simplemente no podía soportar los intentos de su mamá para hacerle sentir remordimiento acerca de su elección.

Quería seguir adelante con su vida y si eso significa rehuir a su mamá, lo haría.


Cuando escuchó el golpe de la puerta de un coche, se volvió y se dirigió al garaje, que había dejado abierto. Supuso que la agente de bienes raíces había olvidado algo.

Se sorprendió al encontrar a su mamá de pie ahí.

— ¿Así que esto es a lo que te has rebajado? Esta...esta casa es apenas lo suficientemente grande como para ser considerada dependencias de servicio.

Daniela la miró con incredulidad y luego se echó a reír cuando se dio cuenta que su mamá estaba hablando en serio.

— ¿En serio? ¿Realmente dijiste eso?

— Estás dejando tu elegante... hermoso...hogar, el cual está en uno de los más prestigiosos vecindarios de la cuidad ¿por esto?

— En primer lugar, sí, es elegante. Pero no diría que es hermoso y sin duda no es un hogar. Esto —dijo señalando detrás de ella— va a ser un hogar. Y en cuanto a prestigio...—sonrió— ¿Querrás decir pretencioso?

— Veo que aún no has recuperado la cordura, Daniela —dijo con su habitual aire de superioridad.

— Sí, lo hice. Fue por eso que dejé mi matrimonio —se dio la vuelta para regresar a su casa— Ahora ¿viniste por el recorrido? ¿O simplemente para menospreciarme?

— Soy tu madre. Pensé que debería ver al menos donde vas a vivir —su mamá enderezó los hombros— Es una vergüenza para la familia, por supuesto, esa parece ser su intención.

Calle se mordió los labios, negándose a ceder a la culpa con la que su mamá era tan buena envolviéndola.

— Te daré un recorrido rápido, si lo deseas. No obstante, no necesito...o quiero ninguna sugerencia de tu parte. Esta será mi casa. No la tuya.

— Sé lo que estás insinuando, Daniela. Tu padre dice que he interferido en tu vida, lo que las dos sabemos no tiene sentido. Yo solo he...

— Oh, por favor —dijo ella, dándose cuenta que no le tenía más miedo a su mamá— Has controlado todo en mi vida. Es tu culpa que me esté divorciando —dijo encantada de ver como su mamá jadeaba.

— ¿¡Cómo te atreves!? —siseó su mamá— No pongas esa culpa sobre mí, Daniela.

— Es tu culpa que esté en trámites de divorcio porque es tu culpa que me casara en primer lugar. Nos presionaron a Samuel y a mí, a ambos. Tú y su madre —caminó hacia adentro, sintiendo que su mamá la seguía— Supongo que fue un plan ideado una tarde en algún cóctel en el club de campo.

— No me gusta que me hables de esa manera, Daniela.

— Supongo que no. Pero ya he superado el estar acobardada ante ti, mama. Has controlado y manipulado mi vida por última vez. Me tomó todos estos años darme cuenta que debajo de todo eso, eres una simple mandona —señaló hacia el pasillo— Las habitaciones y el baño están por ahí. Por este camino está la cocina —dijo ella, pasando por el pasillo.

— No sé lo que te pasa, pero no estás actuando como tú misma. Me hablas como sí...

— Como si estoy cansada de ti tomando todas mis decisiones —concluyo— Soy una mujer adulta. Puedo tomar mis propias decisiones —se detuvo en la cocina— Esta es mi parte favorita de la casa. Me encanta la cocina, el bar y la sala de estar informal. Y me encantan todas las ventanas y la piscina —se volvió hacia su mamá— Es abierto y aireado y fresco.

Su mamá miró alrededor de la cocina lentamente.

— ¿Y quién va a cocinar para ti?

— Estoy aprendiendo a cocinar —dijo ella— María Garzón me esta enseñado.

Su mamá la miró bruscamente.

— ¿María? ¿Aún la ves?

— Por supuesto.

— ¿Y su cáncer?

— Está en remisión —hizo una pausa preguntándose cuánto decirle a su mamá— María José y su hermano Lucca están de vuelta. Están abriendo una tienda.

— ¿Una tienda?

— Una tienda de alimentos naturales. Son dueños de otras tres —dijo sintiéndose orgullosa de Poché.

— ¿En serio? Bueno, al menos no siguió los pasos de su madre.

Daniela se mordió el labio, queriendo defender a su amiga mayor, pero sabiendo que su mamá sólo le estaba lanzando su cebo.

— ¿Te gustaría ver la piscina?

— No estoy segura de por qué te molestas con una piscina. Tienes la opción de tres en el club de campo —dijo ella.

—Sí, pero algunos de sus amigos de los bajos fondos no se les permite la entrada en el club de campo.

Las dos se voltearon, Daniela casi riendo por las palabras de Poché.

— Pensé que estabas fuera de la ciudad.

La ojiverde puso una caja de pizza y un paquete de seis cervezas en el mostrador.

—Sra. Calle, luce muy bien —dijo tendiéndole la mano.

Su mamá se quedó mirando la mano de María José y por un momento, Daniela tuvo miedo de que se negara a reconocerla.

Finalmente la tocó brevemente.

— María José Garzón, ha pasado un largo tiempo —dijo su mamá— De hecho, casi no te reconozco.

Calle sabía que en un tiempo, Poché estaba tan aterrorizada de su mamá como ella misma lo había estado.

It's always been youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora