Capítulo 17

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Daniela se detuvo en seco al verla.

Poché estaba tan linda y delgada como siempre, con el cabello atado en una cola de caballo.

Pero el top que estaba usando dejaba poco a la imaginación.

Los ojos hambrientos de Calle vagaron sobre ella, los músculos de sus brazos y espalda se esforzaban con el peso del escritorio que ella y Lucca estaban descargando.

Como si sintiera su presencia, María José se detuvo girando su cabeza y elevando ligeramente las cejas.

Calle sonrió tímidamente.

No sabía que ella estaría allí.

María no había mencionado cuando llegarían. Estaba a punto de ofrecer una disculpa y hacer un escape rápido cuando Poché le sonrió.

— Un poco de ayuda aquí, si no te importa, Dani.

Ella se apresuró, sus ojos se encontraron brevemente con los de la ojiverde antes de agarrar una esquina.

Ella sonrió a Lucca y asintió.

— Me alegro de verte nuevamente, Lucca.

— Yo también —dijo—Esta... —dijo señalando a su hermana— pensó que podíamos mover este monstruo sin ayuda. Me alegro que hayas venido.

— Venía a ver a María. No sabía que ustedes estarían aquí —dijo ella.

— Oficialmente me mudo la próxima semana. Pero necesitaba un escritorio —dijo mirando la pesada pieza mobiliaria que todos tenían cargada—S i puedes ayudarnos a girarla y subirla por las escaleras, eso sería genial.

— ¿Dónde está tu mamá?

— Haciendo lo que mejor sabe hacer...—dijo Lucca— cocinar.

Daniela no estaba segura de estar ayudando en absoluto, pero se las arregló para mantener su agarre en uno de los bordes del escritorio. Lucca llevaba la peor parte del peso mientras maniobraba a través de la puerta principal.

— ¡No rayen la pared!—expresó su mama desde la cocina.

— Voy a arreglarlo si lo hacemos —dijo María José mientras estaba apretujada en la puerta.

— ¡Dani! Qué sorpresa— exclamó mientras se acercaba para inspeccionar los daños— Y te pusieron a ayudar.

— Sin embargo, no estoy segura de estar haciéndolo —dijo con una sonrisa mientras mantenía una mano sobre el escritorio.

— Aquí —dijo Majo dirigiéndolos hacia la habitación de invitados.

Ya había sido transformada, notó Daniela. La cama doble y la vieja cómoda habían sido sustituidas por una cama matrimonial y un tocador a juego.

No podía imaginar cómo encajaría el escritorio.

— Un poco apretado, Majito—dijo el hombre con escepticismo.

— Lo sé, pero lo he medido. Va a encajar.

— ¿Estoy en el camino?—preguntó Calle cuando ella y Poché estuvieron apretujadas contra la pared, el escritorio estaba apoyado pesadamente contra ellas.

— Hemos estado en lugares más ajustados —murmuró la pelinegra con una sonrisa.

La castaña sonrió en respuesta.

Había pasado tanto tiempo desde que ella y María José habían estado juguetonas la una con la otra, no sabía cómo reaccionar.

— Ni siquiera vas a tener espacio para caminar por aquí—dijo Lucca mientras ponía el escritorio en la esquina.

— No me importa. Necesito mi escritorio — aclaro pasando una mano por la superficie pulida— Ruédalo hacia atrás un poco —dijo mientras agarraba una esquina y la empujaba contra la pared.

— Se ve bien aquí —dijo Calle— ¿Supongo que es un escritorio especial?

—Bueno, no es una pieza antigua de fantasía ni nada. Cuando tuve mi propia casa, fue la primera pieza mobiliaria que compré. Antes, cuando las computadoras eran computadoras y no laptops—dijo con una sonrisa—Pero es cómodo y necesito dos laptops así que de esta manera podré extenderme y no violar el espacio de mamá.

— Más bien el desbarajuste de tu mamá —su mamá corrigió. Echó un vistazo a Calle— ¿Te quedas a comer, Dani?

—Oh, no quiero molestar—dijo—Sólo vine a verte. No sabía que Poché y Luc ya estarían aquí.

— Tú no estás molestando. Preparé un pequeño asado esta mañana. Vamos a tener sándwiches de carne asada —miró a Poché— Bueno, nosotros lo tendremos. Majito tiene algunas rebanadas de tofu marinado. No tengo ni idea de lo que planea hacer con ellos.

— Voy a freírlos y servirlos en una tortilla sin gluten con lechuga, pimientos, coles y remataré con mi salsa secreta. Y va a estar crujiente y fresco y todos ustedes querrán uno.

— Me quedo con la carne asada, Majo — dijo su hermano.

— Eres dueño de tiendas de alimentos saludables —Se quejó Poché frunciendo el ceño— ¿Cómo puedes seguir comiendo de esa manera?

Lucca negó con la cabeza.

— Makis cocina comidas sin carne muy a menudo. Pero trazo la línea con el tofu —dijo haciendo una mueca.

Poché miró a Daniela.

— ¿Tú, Calle?

— Bueno, ya que tu mamá se tomó todas estas molestias, probablemente también debería tomar el sándwich de carne asada—dijo con una sonrisa.

— Gallina —murmuró.

Calle se echó a reír.

— Nunca he probado un tofu que me haya gustado, lo siento.

— Entonces tú y Lucca tendrán que probar el mío.

Aunque ella y Poché no habían tenido un segundo a solas, la conversación no había sido tensa en lo más mínimo.

Había sido agradable, en realidad.

Por primera vez en los últimos dieciocho años, no había tensión subyacente entre ellas.

Eso había sido un poco desconcertante.

Quizás María José...

¿La había superado?

Habían pasado cinco años desde que se habían visto.

La última vez, bueno, habían tenido algunos momentos robados en el coche, eso había sido todo.

El fuego aún había estado ahí.

¿Ahora?

Ahora Poché parecía haberlo superado, la llamaba Calle sin ningún problema.

Tal vez había seguido adelante.

Tal vez estaba saliendo con alguien.

Tal vez estaba enamorada de alguien.

Ese pensamiento trajo un fuerte dolor a su corazón.

Estaba siendo egoísta, lo sabía.


María José se merecía una vida, merece ser feliz.


Lo que parecía ser mientras charlaba con su mamá y hermano, siempre incluyendo a Daniela en la conversación.

— Así que ¿mamá dice que el chico genio fue a la facultad de medicina?

Calle asintió y sonrió.

—Sí. Se fue hace tres semanas —se volvió hacia María— Él me dijo que te dijera que echa de menos tus brownies y si llegas a hacer una tanda, le prometí que le enviaría un paquete.

— Oh, por supuesto que lo haré.

— Quince y en la escuela de medicina—dijo Lucca con un movimiento de cabeza— Increíble.

—Lo sé. Me ha tomado años acostumbrarme a eso y todavía me sorprende a veces —miró a Poché— Especialmente tomando en cuenta mis habilidades matemáticas —dijo con una risa.

La pelinegra también se rió.

— Por supuesto, tu mamá pensaba que tú me estabas dando tutoría —le recordó— ¿Cuántas veces nos capturaron?

Sus miradas se sostuvieron y la castaña sonrió ante la mirada maliciosa en los ojos de Poché.

— Sólo nos capturó...en tutoría un par de veces.

La mirada que pasó entre ellas trajo un montón de recuerdos haciendo otras cosas de las que temían que su mamá las capturara.

La alegría abandonó los ojos de María José y fue reemplazada por algo que Calle había extrañado a muerte.

Deseo.








Les dejo un capitulo más antes que me reclamen que el anterior fue muy corto. 

¿Qué opinan del presente? ¿Qué creen que va a pasar ahora que se reencontraron?



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