— ¿Quieres abrir una tienda en tu ciudad natal? ¿En Colombia? Creo que eso es grandioso—dijo Amalia mientras le entregaba a María José una copa de vino tinto.
Ella asintió en agradecimiento.
—La ubicación es completamente idea de Lucca. Al menos nos dará la oportunidad de estar con nuestra mamá, mientras estemos levantándola y gestionándola. Y luego nos permitirá atenderla a ella con mayor frecuencia, si tenemos una tienda ubicada allí.
—¿Así que no vas a moverla después de todo al centro de ayuda especial?—preguntó Nela mientras se unía a ellas en el patio.
—Ese era el plan original, pero si tenemos una tienda allí, estaremos alrededor más de lo que hemos estado ahora. Ella ciertamente no estaba muy emocionada con esa opción—aclaro—Lucca ha estado yendo ahí una vez a la semana. El cáncer todavía está en remisión, pero realmente hizo mella en ella la segunda vez. Mamá está agotada. Hay tantas cosas que ya no puede hacer —tomó un sorbo de su vino y dejó la copa sobre la mesa— Mientras estamos levantando la tienda y arrancándola, me quedaré con ella. Eso me dará la oportunidad de ver cómo le está yendo realmente. Sigo diciéndome a mí misma que setenta años no es ser viejo.
Pero ellos necesitaban tomar algún tipo de decisión.
Su hermano había asumido el papel de cuidador el último par de años.
No es que María José se hubiese negado. Era sólo que no se atrevía a pasar más de un día ahí a la vez, por temor de encontrarse con Daniela.
Amalia la miró por un momento y Garzón se preguntó si estaba cayendo en su papel de psicóloga.
— Has sido muy vaga en cuanto al por qué rara vez vas a cuidar de ella— dijo Amalia.
La más pequeña le sonrió.
—¿Estás intentando ponerme en tu sofá, Dra. Andrade?
Amalia negó con la cabeza.
—No. Prometí que nunca haría eso—sonrió—Sin embargo serías un excelente modelo de estudio. Simplemente tenía curiosidad por saber si había algo que te mantenía aquí o había alguna razón en particular por la que evadías ir allá.
— ¿Qué es lo que estás pescando, doctora?
Amalia se echó a reír.
— Nela y yo te hemos conocido por seis años, Majo. Sin embargo, sigues siendo un misterio.
—No soy un misterio—insistió—No intencionalmente, por lo menos.
— ¿Por qué no has traído a Beth?—preguntó Nela — Aún están saliendo ¿no es así?
María José alcanzó la botella de vino, añadiendo un poco más a su copa antes de contestar. No había visto a Beth en dos semanas y no había hablado con ella en por lo menos seis o siete días.
¿Aún estaban saliendo?
— He estado muy ocupada—dijo evasivamente.
Amalia le dio su lenta sonrisa que decía que sabía que estaba mintiendo.
—Y otra que se escurre— Majo se encogió de hombros—No era serio, como sabes.
—Nunca lo son ¿o sí?
—Ella nos cae bien—dijo Nela.
— Sólo porque ella y Amalia pueden hablar de cosas de doctores—María José levantó una ceja—¿Realmente las he conocido durante seis años?
—Seis años e innumerables cenas, sí—dijo Amalia — Pero aún sabemos muy poco acerca de ti.
María José se detuvo, su mirada iba entre sus dos mejores amigas.
— ¿Qué más quieren saber?
— ¿Por qué evitas ir a casa? ¿Por qué es tu hermana quien insiste en que abras ahí una tienda y no tú?
La pequeña se echó hacia atrás, preguntándose por qué nunca les había contado de Daniela.
La verdad era que no le había contado a nadie sobre ella.
—Evito ir a casa por temor a encontrarme con Daniela. Daniela Calle.
Decir el nombre en voz alta trajo una oleada de recuerdos.
— ¿Una antigua amante?—supuso Nela.
—Sí.
Amalia también se relajó en su silla, una leve sonrisa en su rostro.
— Cuéntanos tu historia.
María José no sabía por dónde empezar.
¿Cinco años atrás cuando había visto a Daniela por última vez?
¿Diez años atrás?
¿La universidad?
¿La secundaria?
¿Su primer beso?
¿La primera vez que se conocieron?
—Los Calle eran la familia más rica de la ciudad—dijo—Vivían en una gran mansión en las afueras. Bueno, en las afueras en aquel entonces. Ahora la ciudad ha crecido en torno a ellos y es una verdadera finca. En fin, mi mamá trabajaba para ellos. Ella comenzó como empleada doméstica y luego se convirtió en cocinera y terminó supervisando al resto del personal para el momento en que se retiró.
— ¿Así que Daniela era alguien que conocías desde niña?—preguntó su amiga.
—Sí. Después de la muerte de mi papá, estábamos luchando. Mi mamá no podía pagar el alquiler. Lucca era 10 años mayor que yo y se había unido al ejército, así que no estaba ahí para ayudar. Éramos sólo mi mamá y yo. Los Calle fueron lo suficientemente amables para permitirnos mudarnos allí. Habían cuartos para el servicio en la planta baja fuera de la cocina principal — dijo, recordando las cuatro pequeñas habitaciones que había compartido con su mamá — Yo tenía diez años.
Flashback
—Es tan grande—susurró, mirando a la mansión mientras estaba de pie junto a su mamá.
—Es sólo una casa— María José agarró la mano de su mamá y la siguió hasta la parte trasera, todo el tiempo mirando por encima de su hombro a la enorme construcción.
—Sra. Garzón, veo que lo logró finalmente.
—Hola, Octavio. Sí. Mi coche está lleno hasta el desborde. Me temo que voy a tener que hacer un viaje más.
—Te ayudaré a descargarlo—él se puso de pie— ¿Y quién es esta bella dama?
María José levantó la mirada hacia él.
—No soy una dama —dijo— Tengo diez.
Él se rió y se inclinó hasta su nivel.
—Bueno, entonces ¿cómo debo llamarte?
La niña se movió nerviosa y agarró la mano de su madre, un poco más fuerte.
— María José o Majo —dijo.
—Bueno, María José, ese es un nombre muy bonito. Nunca te llamaré dama otra vez, pero te podría decir Majo.
—Sip, gracias, señor.
—Puedes llamarme Octavio.
María José miró a su mamá por permiso y fue recompensada con un guiño y una sonrisa.
Entraron en la cocina más grande que jamás hubiese visto. Se detuvo y miró a su alrededor con los ojos muy abiertos.
— Majito, no toques nada.
Advirtió su madre.
Se dio la vuelta, corriendo tras su mamá. Por un corto pasillo, el señor mantuvo una puerta abierta para ellas. Su mamá entró, pero la niña permaneció en la entrada.
— ¿Es aquí donde vamos a vivir?
— Sí. Tendrás tu propia habitación — dijo su mamá.
Se mordió el labio.
— Ya tenía mi propia habitación.
— ¿Tenías un televisor en tu habitación? — preguntó Octavio.
Ella negó con la cabeza.
—Bueno, entonces. Apuesto a que puedo arreglar que tengas una aquí—dijo.
— ¿Puedes?
—Ey, Octavio, no vayas por allí prometiendo cosas—dijo su mamá—No puedo permitirme otro televisor y la señora Calle puede que no quiera...
—María, la señora dijo que hiciera que te sintieras en casa. Si adicionar un cable de TV en la habitación de tu hija ayuda, entonces no hay problema. Y resulta que sé dónde puedo conseguir un televisor de repuesto.
María José miró desde el hombre hacia su madre, esperando con ojos optimistas. Otros niños en la escuela tenían televisores en sus habitaciones.
Ahora podría ser genial tener una como ellos.
—Bueno, supongo que si no es mucha molestia—concedió su mamá.
Majo sonrió alegremente hacia su nuevo amigo.
—También puedo ayudar. Mi papi me enseñó a hacer todo tipo de cosas. Incluso conozco todos los diferentes tipos de destornilladores—dijo con orgullo.
— ¿Es eso cierto? Bueno, entonces tal vez puedas ser mi ayudante.
— Majito, Octavio me va a ayudar a traer las cajas, entonces podrás comenzar a desempacar ¿está bien?
—Está bien, mamá—dijo.
Antes de irse, su mamá se volvió hacia ella.
—No vayas arriba. Los Calle son lo suficientemente buenos como para permitir que nos mudemos aquí, pero allá arriba es su casa. No se te permite estar allí ¿entiendes?
—Sí, señora—dijo ella, sin entender realmente.
Tan pronto como su madre estuvo fuera de la vista, María José regresó a la cocina, todavía sorprendida por el tamaño.
¿Quién necesitaba dos cocinas y dos refrigeradores?
Más allá de la cocina estaba otro pasillo, éste mucho más amplio que el que la llevó a sus nuevas habitaciones. Ella fue hacia él, notando una escalera en la parte trasera. Sus ojos siguieron su longitud, y jadeó cuando su mirada curiosa fue recibida por otra igual de curiosa.Una niña de su edad estaba de pie en la parte superior, observándola.
Su cabello castaño era largo y lucía sedoso. María José se le quedó mirando.
La niña finalmente se movió, descendiendo hacia ella.
— ¿Dónde está María?
Majo permaneció de pie a los pies de la escalera.
— ¿Quién eres tú?
La niña puso las manos en sus caderas.
— ¿Quién eres tú?
— María José Garzón —dijo ella.
—Soy Daniela Calle. Vivo aquí.
Majo sonrió.
— Yo también.
La niña frunció el ceño.
— No, no es así.
— Si es así.
— ¿Majito?—su madre llamó y la niña sonrió.
— ¿Ves? Esa es mi mamá.
— ¿María es tu mamá? y ¿porqué de dice Majito, no te llamabas María José?
—Sí, es mi mamá, y me dice así de cariño.
—Pero María no vive aquí.
— Ahora sí — aclaro y se apresuró a regresar a sus nuevas habitaciones.
Se sorprendió al descubrir que la niña le seguía.
—Vaya, señorita Daniela ¿qué la trae por aquí?—preguntó Octavio.
Daniela miró alrededor del hombre, hacia donde la mayor ya estaba desempacandouna caja
—Tenía hambre y quería un bocadillo — dijo — ¿Qué estás haciendo?
La mujer le sonrió.
—Vamos a vivir aquí ¿Tu mamá no te lo dijo?
Daniela negó con la cabeza.
—Bueno, de esta manera, voy a estar aquí todo el tiempo, no sólo durante eldía. En caso de que necesites algo tarde en la noche, entonces estaré aquí parati.
Daniela miró María José.
— ¿Y ella estará aquí también?
—Sí. Majo tendrá una habitación aquí, también.
María José sonrió.
— Bueno. Entonces vamos a ser amigas — tomó la mano de María José y tiró deella hacia afuera— Te voy a enseñar mi patio de juegos.
Majo volvió a mirar a su mamá por confirmación.
—Sí, está bien. Ve afuera.
La niña asintió y siguió a Daniela, sólo para darse la vuelta al escuchar lavoz de su mamá.
—No te metas en problemas.
—Ella siempre dice eso—murmuró María José.
— ¿Por qué?
—No lo sé —luego sonrió— A veces las cosas se rompen.
—No puedes hacerte daño aquí afuera—dijo Daniela, echando a correr cuandorodearon la esquina del garaje trasero.
La recién llegada se detuvo en seco.
El patio era tan grande como el de su escuela. Y todo para una sola persona.
Wow.
— ¿Quieres columpiarte?
María José asintió con la cabeza, uniéndose a Daniela.
Se empujó con los pies, notando cuan sucios lucían sus zapatos en comparacióncon los dela otra niña.
—No tenemos el mismo color cabello—dijo Daniela.
María José miró su hermoso cabello negro y negó con su cabeza.
— El mío es oscuro y se oscurece cada año — dijo.
— ¿Por qué?
—No lo sé. Mi mamá dice que es algo de familia.
—Oh, mi mamá dice que es algo de nuestras raíces. ¿Cuántos años tienes?
— ¿Cuántos años tienes tú?
— Nueve.
Majo sonrió.
— Yo tengo diez años. Mucho mayor que tú.
Daniela se echó a reír.
—Eso no es tan mayor.
—Es demasiado.
Daniela dejó de columpiarse y la miró fijamente.
La otra niña le devolvió la mirada, su mente joven maravillada del color de losojos de Daniela.
—Está bien. Si quieres decir que eres mucho mayor, puedes hacerlo. Aun asívamos a ser amigas.
— Soy más inteligente también— aclaro Majo con confianza.
Esta vez Daniela Calle sonrió.
—Pero yo soy más bonita.
Garzón la miró parpadeando.
— Mi mamá dice que soy bonita.
—Lo eres. Solo que no tan bonita como yo, pero tienes unos lindos hoyuelos alreír— dijo con una sonrisa dulce.
María José asintió y empujó con sus pies, columpiándose nuevamente.
—Está bien, eres más bonita.
Antes que nada: Este capitulo va dedicado a Andi, una amiga que me regalo el fandom cacher. Quien siempre esta presente con una palabra de aliento, incluso cuando uno esta convencido que no hay nadie alrededor. Gracias por siempre preocuparte por mi y por cederme mi color en among us esa vez. ¡Espero te recuperes pronto!
¡Hola hola! Estamos nuevamente emprendiendo el complicado camino de una adaptación. Leí este ff brittana hace unos años y me gusto mucho. No encontré el libro original la verdad, así que le cambie el nombre para evitar denuncias (como ya me ha pasado). Sin embargo de una vez aclaro: Este ff no es mío. Incluso, es algo diferente a lo que suelo escribir habitualmente.
Espero que les guste y lo disfruten tanto como yo
¡Gracias por leer, votar y comentar!
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It's always been you
FanficMaría José Garzón vuelve a su tierra natal para emprender su nueva tienda y cuidar a su madre enferma. Sabe perfectamente el riesgo que corre al pisar nuevamente aquel lugar donde dio comienzo a todo aquello que aun no se animaba a compartir con na...