Al día siguiente, se cumplió una semana desde el accidente de Carl, por ende, una semana desde que el grupo había estado acampando en las tierras de los Greene. Y en forma de agradecimiento, Nicole prácticamente obligaba a los Greene a asignarle tareas para colaborar con la casa.
Así que, esa mañana se encargó de bañar a los caballos del establo. Y cuando le estaba dando la última esponjada al caballo negro, la puerta se abrió de golpe con fuerza.
Daryl había entrado, con la misma expresión seria de siempre.
—Hola —le sonrió, sin embargo, él ni siquiera la había mirado—. ¿Saldrás?
Él no contestó.
—Hershel dijo que lloverá por la tarde. Puedo acompañarte... ya terminé aquí.
Tampoco contestó, simplemente amarró una rienda a uno de los caballos. Por lo que ella, lo imitó y se subió al caballo negro.
—¿A dónde vas tú? —le preguntó él.
—A buscar a la niña —le contestó, sin mirarlo—. Ya terminé aquí.
—No quiero que vengas —murmuró Dixon, malhumorado.
—Descuida, iré sola —sentenció Harrison, intentando ocultar su molestia por el comportamiento del hombre.
El cazador se refregó el rostro con sus manos, agobiado, con muchos insultos cruzándose en la cabeza.
—Súbete —le murmuró.
—¿Disculpa? —replicó ella.
—No me hagas repetirlo. Súbete.
Él le tendió la mano y ella se subió detrás de él, tras apoyarse en el estribo.
—Sujétate. E intenta no hablar —le indicó él, sarcástico, antes de jalar de las riendas—. No podemos perder tiempo, está peligroso aquí afuera.
—Sí... —contestó ella y pensó un momento en decirlo o no, ya que sabía lo mucho que le molestaría al cazador— Muchos ataques de chupacabras, escuché.
—Cállate. Sé lo que vi.
—Me imagino.
—¿Estás siendo sarcástica?
—Sí.
➣
—Así que, ¿ese es el arroyo Wilderbrook? —ella señaló el arroyo que tenían a su izquierda.
—Ajá —contestó él—. Allí encontré su muñeca, en la orilla, hace un par de días.
Ella asintió con la cabeza, a sus espaldas. Lo único que se escuchaba era el ruido de las aves, el agua corriendo del arroyo y las copas de los árboles moverse.
—¿Crees que la encontremos? —se animó a preguntarle Daryl. Nicole no contestó— Así que tú tampoco lo crees —dedujo, amargado—. Creí que pensabas como yo... Ayer encontramos esas latas, esa manta. Esto no es Alaska, es Georgia. La gente suele perderse.
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𝐀𝐑𝐐𝐔𝐄𝐑𝐎𝐒 | 𝐃𝐀𝐑𝐘𝐋 𝐃𝐈𝐗𝐎𝐍
RomanceEn el fin del mundo, el más fuerte sobrevive. Los débiles pierden. Pero... ¿es de débiles permitirse sentir? Sus flechas se encontraron. Él era un solitario, ella una guardiana. Eran dos almas fragmentadas que entrelazaban sus pedazos partidos, sin...