Capítulo 11: Otis

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—¿Lo ves?

Nicole le señaló a Maggie Greene, la silueta de Rick Grimes. Débil por toda la sangre que le había donado a su hijo, pero aún más débil por el daño mental que estaba teniendo.

—Sí —contestó Maggie—. Se ve devastado. Es... realmente terrible vivir una situación así, siendo padre.

—No solo devastado, en cualquier momento perderá el control de todas sus emociones. Maggie, necesito ir a buscar a su esposa —la miró seria—. Ella debe saber qué ocurre.

La hija mayor de Hershel, hermosa y algo seria a simple vista, la analizó con la mirada por un momento, considerándolo.

—Te daré un caballo.

—Es hermoso —sonrió Nicole, acariciando el pelaje de aquel cabello negro.

—Le agradas, mucho —le devolvió la sonrisa—. Será mejor que salgas ahora, no querrás volver al anochecer.

—No, tienes razón. Maggie, gracias.

La castaña de pelo corto le sonrió levemente antes de salir del establo.

Nicole, por otro lado, apoyó su pie en el estribo y se subió al caballo, para comenzar el camino. Pero antes de alejarse definitivamente de la granja, se acercó al porche de la casa donde Rick estaba sentado, mirando el paisaje con la mirada perdida. Amarró el animal a un árbol y sin pensarlo más, rodeó el cuerpo de su amigo con fuerza, siendo correspondida con necesidad por él.

—Sus latidos son débiles —le dijo él, apenas audible.

—Lo sé —susurró ella, sin separarse—. Iré a buscar a Lori, la traeré aquí, ¿sí?

—¿Te irás?

—No tardaré. Volveremos, las dos.

Él asintió con la cabeza y ella depositó un beso en su frente, para volver a subirse al caballo y adentrarse en el bosque.

El animal empezó a correr, como un rayo, y Nicole tuvo que detenerlo.

—Tranquilo... vas a matarme —susurró, acariciando su cuello—. Iremos en esa dirección. Estamos cerca.

Un momento después, unos gritos la alarmaron, muy cercanos, tanto, que su piel se erizó y su corazón empezó a latir muy rápido. De lejos divisó a Andrea, sola y desarmada, forcejeando con un caminante.

—¡Corre! —le indicó al caballo, jalando de la rienda, mientras elevaba su arco en el aire.

Entonces, disparó la fecha al cráneo del muerto. La rubia comenzó a mirar a todos lados, aún con lágrimas en los ojos, sin comprender.

—¿Estás bien? —le dijo Nicole, pero ella no reaccionaba.

De pronto, aparecieron Daryl, Lori, Glenn y Carol corriendo.

—¡Nick! —exclamó Glenn.

—Glenn —le sonrió, aún agitada—. Andrea está en shock, ¿podrías revisar que no tenga mordidas? 

—¿Qué haces aquí? —la miró Daryl— Estás sangrando.

Nicole bajó la vista a su cuerpo confundida. En su  camisa, tenía una enorme mancha de sangre. Sangre de Carl.

—No es mía —tragó saliva, sintiendo como sus ojos se cristalizaban—. Lori, necesito que vengas conmigo. Es... Carl. Le dispararon.

Tuvo que contener sus lágrimas al ver la reacción de Lori.

—Ven —le extendió su brazo—. Lori, por favor.

La castaña se subió detrás de Nicole, dejando caer algunas lágrimas, sin poder articular palabra alguna.

—Estamos en una granja —fijó su atención en Daryl—. Tienes que retroceder tres kilómetros desde el punto de la carretera y la verás, tienen un letrero que dice "granja Greene".

Él asintió y Nicole, con la máxima velocidad que pudo, comenzó a galopar de regreso a la granja.

Eran las diez de la noche, cuando Lori y Rick rompieron en llanto tras haber presenciado como su pequeño había comenzado a convulsionar frente a ellos.

El tiempo corría y poco a poco perdían las esperanzas.

Hasta que escucharon el motor de una camioneta llegar a la granja. Todos corrieron a recibir a Shane y Otis.

—¿Y Carl? —preguntó Shane, apenas bajó del vehículo. Le tendió el bolso con los materiales a Hershel, agitado.

—Aún hay posibilidades —le dijo Rick, con una sonrisa de alivio.

—¿Y Otis? —preguntó Hershel, mirando la camioneta. Shane negó, cabizbajo. Y Maggie comenzó a sollozar— No... no le digan a Patricia, la necesito para operar.

Tras dos horas que parecieron no terminar jamás, Hershel Greene salió del cuarto, quitándose los guantes.

—Está bien —les dijo con una sonrisa—. Estará bien.

—Por Dios —lo abrazó Lori, entre lágrimas de felicidad— ¡Gracias! ¡Muchas gracias!

 𝐀𝐑𝐐𝐔𝐄𝐑𝐎𝐒 | 𝐃𝐀𝐑𝐘𝐋 𝐃𝐈𝐗𝐎𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora