Capítulo 7: CDC

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—Tomen sus cosas. Una vez que la puerta se cierre, no volverá a abrirse —sentenció Edwin Jenner.

La única condición para entrar que les puso, fue hacerse una prueba de sangre.

—¿Qué factor de sangre tienes? —le preguntó Jenner.

—B negativo —contestó Nicole— ¿Puedo hacerte una pregunta?

—Ya la hiciste —sonrió él, retirando la aguja—. Adelante.

—¿Por qué la muestra? —interrogó ella— No estamos infectados, ¿no? No tenemos fiebre, ni alucinaciones...

—Rompí varias reglas al dejarlos pasar. Al menos debo ser meticuloso, ¿no crees?

—¿Saben? En Italia los niños pueden beber algo de vino en la cena —contó Dale, guiñándole el ojo a Carl.

—Entonces cuando Carl esté en Italia, beberá algo de vino —contestó Lori.

—Vamos, ¿qué le hará un poco? —la animó Rick, Lori le sonrió desconfiada.

Expectantes, todos observaron cómo Carl llevaba un sorbo de vino a sus labios, e inmediatamente...

—¡Diu! —exclamó, sacando la lengua con asco.

Lori sonrió orgullosa, mientras todos estallaban de la risa. La comida y el vino les había hecho bien, al recordarles cómo el mundo anterior solía ser.

Nicole salió de la ducha, con una toalla rodeando su cuerpo y otra en su cabeza. La sonrisa que tenía luego de sentir el agua caliente y el aroma a jabón, y de lavar toda su ropa, era imposible de borrar. Y más aún, cuando se puso la ropa nueva que Jenner le había prestado.

Largó una carcajada al ver a Glenn en el pasillo, con una bata y unas pantuflas de piel.

—Pareces mi abuela.

—Oh, gracias Nick, olvidé lo sarcástica que podías ser —bufó el coreano.

—¿Dónde está el sarcasmo? —le sonrió con burla, alejándose.

Se dirigió a la biblioteca, donde había quedado con Lori para beber una copa de vino y leer algún libro. Y mientras sus pasos se aproximaban, una sensación rara en su estómago se presenció. De pronto, empezó a escuchar ruidos violentos, por lo que abrió la puerta de golpe.

—Tú me amas —susurró Shane, acorralando a Lori hacia el sillón, manoseándola, mientras ella lloraba que pare.

—¡Shane! —gritó Nicole, horrorizada.

Lori clavó sus uñas en el cuello de Shane, alejándolo. Pero él, al retroceder, solo miró a las dos mujeres con salvajismo. El alcohol lo había impulsado. Empujó a Nicole lejos y se acercó otra vez a Lori, cual depredador.

Pero antes de que le toque un solo pelo, la culata del arma de Nicole Harrison impactó duro en la nuca del hombre.

—¿Te lastimó? —le preguntó ella a Lori, con miedo en sus ojos.

—No... —contestó Lori, abrumada— Estoy bien.

—¿Segura? ¿No voy por Jenner?

—No. Estoy bien.

—Bien, ayúdame a cargarlo.

Entre las dos, llevaron a Shane a su cuarto, en silencio. Nicole no sabia qué pensar, mientras Lori no paraba de sollozar.

—No le digas a Rick —rogó Lori, sin mirarla—. Por favor.

Nicole asintió con la cabeza, viendo como la castaña se alejaba por el pasillo blanco, que parecía no tener fin.

—Amigo, no puedo esperar a beber una cerveza de esas —decía Glenn, con T-Dog a su lado. Al verla a Nicole, la miraron preocupados—. ¿Nick? ¿Todo bien?

—Sí —fingió una sonrisa—. ¿Dijeron algo sobre una cerveza?

"Una cerveza" fue una corta expresión. En la sala de estar había cervezas, vodka, whisky, vinos, una mesa de pool, una máquina de Pac-Man y un mazo de cartas.

—¡Glenn! —gritó Nicole, dramáticamente— ¡Embocaste la negra!

—¡Whoa! —cantó T-Dog enloquecido el inicio de la canción I Got You de James Brown & The Famous Flames.

Bailaban las canciones del tocadiscos, giraban en ronda y cantaban, riéndose de absolutamente todo. Nada peligroso estaba ocurriendo, y al fin, podían divertirse.

—¡Ooh-Hoo! ¡Nobody knows it!

La arquera bailaba con Glenn, quien daba pasos algo raros. De pronto, vio como él empezaba a cabecear de forma extraña.

Ella reía por la torpeza en el baile de Glenn y al sentir los brazos de él en su cintura. Era raro. Divertido, pero raro.

—¿Te ocurre algo?

—¿A mi? —retrucó él— Para nada.

T-Dog ya se encontraba roncando en el sillón cual planta. No sabía qué hora era, sabía que era más de madrugada. Y ellos se la habían pasado bebiendo y bailando.

—Creo que no me siento tan bien —admitió Glenn, inaudible por la música.

—¿Qué?

Glenn expulsó el molesto vómito que aprisionaba su garganta, Nicole retrocedió hacia atrás con asco... Pero luego retomó sus pasos al oír la sensual melodía de Glory Box, de Portished.

Estaba mareada, lo sentía. Pero se sentía extremadamente bien.

—Uh, buscaré un trapo para limpiar —tibuteó Harrison.

La vista de Glenn no era muy clara en ese momento, pero había logrado ver la silueta de la arquera tropezándose en la entrada.

—Ups —dijo ella, al sentir unos brazos sujetándola a tiempo.

—¿Qué te ocurrió a ti?

Escuchar la voz de él la hizo sonreír. Y el olor a alcohol le hizo saber que ambos habían tomado esa noche.

I'm so tired of playing
Playing with this bow and arrow
Gonna give my heart away
Leave it to the other girls to play...

—¿Qué haces aquí? —se rió, agarrándose del cuello de su camisa, para no caerse.

—Whisky —sonrió él de lado, sin molestarse en alejarla.

—Uh, ya no hay, creo. Nos hemos ocupado de ello...

—¿Ah, sí?

Ella asintió sonriendo, sin separarse, pero sus pensamientos se esfumaron al recordar al pobre Glenn.

—Debo buscar un tra...po.

—¿A dónde planeas ir así?

Al perder el equilibrio otra vez, casi se cae, si no fuese por las manos del cazador en su espalda y la flexión de sus rodillas, alzándola en sus musculosos brazos.

—¿Cuál es tu cuarto, Harrison?

—¿Tan rápido eres?

 𝐀𝐑𝐐𝐔𝐄𝐑𝐎𝐒 | 𝐃𝐀𝐑𝐘𝐋 𝐃𝐈𝐗𝐎𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora