El flash irritó sus ojos. La risa de Dale los había despertado.
—Es mi fotografía favorita ahora —sonrió Dale.
Glenn frunció el ceño sin entender a qué se refería... hasta que sintió el cuerpo de T-Dog abrazándolo por detrás.
—¡T-Dog!
Se incorporó rápidamente del diminuto sillón, T-Dog gritó con horror. La luz de la mañana era intensa, el desorden por las botellas en el suelo era atroz.
—Quema eso, Dale —masculló Glenn— ¿Qué demonios ocurrió?
—Yo... ¡Necesito un analgésico! —se quejó T-Dog, por la jaqueca.
—¿Qué pasó ayer? ¿Y... y dónde está Nicole?
Mientras tanto, Nicole Harrison abría sus ojos lentamente. Hasta que... Su grito aturdió a todo el CDC.
—¿Cómo quieres que me calme? —exclamó ella, arrojándole una almohada— ¡Me despierto en tu cama... en sostén y con un simple pantalón cubriéndome!
—¡Medita o reza, pero cálmate! —contestó él, igual de alterado.
Él usaba la misma camisa, enseñando sus brazos, con los botones extrañamente desabrochados hasta su abdomen.
Ella llevaba su sostén blanco de encaje, con el pantalón que vestía la noche anterior.—Esto no sale de aquí, Daryl —le advirtió ella.
—No nos acostamos, mujer —contestó él, cambiándose de camisa—. No creo que yo haya accedi...
—¿Disculpa?
Ella prefirió ignorarlo. En el suelo encontró la camisa que llevaba la noche anterior, con manchas de vómito.
—Eso ocurrió —concluyó él—. Vomitaste sobre tu camisa y te la quitaste.
—Recuerdo estar bailando con T-Dog y Glenn —murmuró ella.
—Bien —contestó él, aún alterado.
—Bien —repitió ella, sintiendo el ambiente más incómodo de lo normal—. Necesito una ducha.
Pudo relajarse tras lavar su cabello y enjabonar todo su cuerpo. Al salir, él seguía ahí, sentado en el borde de la cama.
—Aw, ¿me esperaste para desayunar juntos? —lo molestó, más tranquila.
—No —contestó él, sin mirarla—. Solo quiero usar el baño.
Ella se colocó sus botas finas y abrió la puerta, sonriendo confundida por la extraña mañana que estaba teniendo, y Daryl, tras usar el baño, salió detrás de ella.
Del cuarto de al lado también había salido Rick... Y el cazador al ver los ojos grandes del sheriff, desapareció velozmente.
—¡Se acostaron! —exclamó Rick Grimes, indignado.
—¡Baja la voz!
Rick terminó empujado a la pared, con la mano de su amiga cubriéndole la boca. Al tranquilizarse ambos, ella lo soltó y retomaron el camino.
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𝐀𝐑𝐐𝐔𝐄𝐑𝐎𝐒 | 𝐃𝐀𝐑𝐘𝐋 𝐃𝐈𝐗𝐎𝐍
RomanceEn el fin del mundo, el más fuerte sobrevive. Los débiles pierden. Pero... ¿es de débiles permitirse sentir? Sus flechas se encontraron. Él era un solitario, ella una guardiana. Eran dos almas fragmentadas que entrelazaban sus pedazos partidos, sin...