₀₃ Capítulo 19: La prisión

4.1K 317 20
                                    

|𝐀𝐑𝐐𝐔𝐄𝐑𝐎𝐒|

El místico riff de la guitarra eléctrica comenzó a sonar, seguido por el bajo, el clavicordio Hohner, el órgano y el cuica brasileño.

Could you be loved? Then be loved...

Rick le asintió con la cabeza, autorizándola. Y Nicole Harrison derribó la puerta de aquella vieja casa de una patada, con una sonrisa, disfrutando la melodía de Bob Marley en unos auriculares vintage que había encontrado.

—Could you be loved? —imitó el agudo grito.

—Qué bueno que no te dedicaste a cantar —murmuró Dixon, pasando por su lado. Ella pateó suavemente, pero rápido, la flexión de las rodillas de él desde atrás, haciéndole perder el equilibrio— ¡Hey!

La arquera sonrió traviesa y subió las escaleras hacia las habitaciones, para tomar cualquier objeto que pueda servir. Un ave estaba dentro de la habitación, y antes de que pueda escaparse volando por la ventana, disparó con su arco.

Pero el animal ya había sido disparado por otra flecha.

—Esa era mi ave —le reprochó Harrison a Dixon. Sabía que había sido él, al reconocer su flecha.

—Mi flecha la cazó primero —le guiñó el ojo él, antes de desaparecer de su vista.

—Quiero el ala, Robin. Hablo en serio.

—Ajá.

Regresó abajo con los demás y apagó la música en sus oídos, desanimada. Todo era desánimo. Habían pasado ocho meses, sin comida, sin agua, ni rumbo alguno.

Carl miraba el suelo desganado. Había encontrado una lata de comida de perro vencida e iba a comerla, pero su padre la tiró a la basura, desganado.

—Yo tampoco hubiera comido eso —le susurró al oído Nicole divertida, haciéndole sonreír un poco.

—Vámonos —le dijo Rick a todos, desde la puerta.

Retomaron el camino, sedientos por el calor. Lori, con su embarazo avanzado, no podría moverse tanto tiempo, por lo que una parte del grupo se separó para buscar un refugio y pasar la noche.

—¿Se puede saber por qué sonríes tanto? —dijo Grimes, al ver a Harrison aparecer.

—Tienes que ver esto —aseguró, con una sonrisa de oreja a oreja.

Lo guió hasta el alambrado de una prisión. Aunque estaba rodeada por los caminantes, estaba protegida por cercas metálicas... era el lugar ideal.

Se asignaron entre todos las respectivas tareas para que Rick pueda llegar a la puerta abierta que permitía entrar a los caminantes y cerrarla.

—¡No tenemos tanto lugar desde la granja! —exclamó Carol, al lograrlo. Desde hacía mucho tiempo no les brillaba de esa forma los ojos a todos...


Nicole sonrió con paz, por primera vez en mucho tiempo, al cenar sentada en el suave pasto con su familia, oyendo el canto de Maggie y Beth. Sirvió otra porción en un plato y se incorporó, sin hacer mucho ruido.

 𝐀𝐑𝐐𝐔𝐄𝐑𝐎𝐒 | 𝐃𝐀𝐑𝐘𝐋 𝐃𝐈𝐗𝐎𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora