|𝐀𝐑𝐐𝐔𝐄𝐑𝐎𝐒|
—Demonios —murmuró Dale, frenando la autocaravana— ¿Qué pasó aquí?
La ruta estaba completamente atascada por los autos varados. Era el tercer día que viajaban para Fort Benning, tras abandonar Atlanta.
Y la autocaravana no parecía darles respiro, ya que por el sobrecalentamiento requería mucho más combustible, algo que no tenían.—¡Ya lo dije! —protestó Dale, bajando del vehículo, encontrándose todos en la ruta— ¿Acaso no lo dije? Mil veces...
—¿Algún problema, Dale? —dijo Shane.
—Sí, uno muy pequeño. Estamos varados en el medio de la nada.
Sin importarle mucho la situación, Daryl Dixon abrió el baúl de uno de los coches abandonados para desvalijarlo. T-Dog no tardó en imitarlo.
—Es un cementerio de personas y coches —habló Lori, cabizbaja—. No me siento bien haciendo esto...
Nadie contestó, algo apenados comenzaron a saquear los vehículos. Fue difícil, pues el olor a descomposición de cadáveres dentro y fuera de los autos cubría el oxígeno.
Media hora más tarde, Nicole regresó a la autocaravana con una caja de jugos, fósforos y una caja de herramientas.
—Carl, toma uno de estos jugos —indicó la arquera—. Todos. Glenn, encontré una camioneta. ¿Puedes ayudarme con las herramientas?
—Claro —accedió el coreano, incorporándose del suelo.
—No, quédate aquí con Dale —le interrumpió Shane, tomando la caja de herramientas—. Yo iré.
Nicole no tardó en adelantar su caminar, oyendo los pasos de él detrás.
—El capó se ve bien —dijo Nicole, abriéndolo—. Podríamos correr los autos y sacarla del camino, reemplazar la bujía o el combustible... Servirá, es la más sana que encontré.
—Sí, servirá —asintió con aprobación Shane—. Pero no podemos correr los autos ahora. Volveremos luego.
—Bien.
Nicole bajó el capó, finalizando la conversación allí. Pero él la tomó del brazo antes de que se aleje.
—Sobre la otra noche...
—No, no tengo nada que ver con... eso. Entré a la biblioteca porque había quedado con Lori. Y ahí pasó.
—¿Por qué me evitas entonces? —le preguntó, alterado—. ¿Así van a hacer las cosas ahora?
—Eres increíble —rió ella, soltándose.
—¿Así van a ser las cosas? —masculló Shane.
—¿Y cómo pretendes que sean las cosas ahora, eh?
—Sabes que yo...
—No sé nada. No sé cuál fue tu impulso para hacer eso, no sé qué carajo iba a pasar si yo no aparecía. Así que no te atrevas a echarme la mierda a mi.
Shane bajó la cabeza, sin poder responderle.
—O espera, ¿fui yo la que decidió abusar de la mujer de mi mejor amigo? ¿Yo decidí poner mis manos encima de una mujer en contra de su voluntad?
Él la miró molesto, ella aún más molesta. Sin embargo, dieron la vuelta para regresar a la autocaravana. Sin hablar, revisaban los autos en el camino, para distraerse de la incomodidad que había crecido entre ambos.
Pero de un momento a otro, la mano del hombre fue a la boca de la arquera, para arrojarla debajo de un auto. Una gran horda, que había aparecido de la nada, se desplazaba unos pocos metros detrás. Los muertos caminaban entre los autos... desesperando a Nicole, que comenzó a agitarse, aferrándose con desespero al auto. Shane la miró, preocupado, y tomó su mano con fuerza para tranquilizarla.
Pronto el terror cesó, al igual que el caminar de la horda. Salieron de sus escondites, antes de escuchar gritos.—¿Qué ocurrió? —preguntó Shane nervioso, al regresar.
—¡Regresaron! —gritó Glenn al verlos— Los perdimos de vista. ¡Chicos, han vuelto!
—Deja de gritar.
—Daryl iba a salir a buscarlos...
—¿Dónde está? —preguntó Nicole. Inmediatamente oyó el llanto de Carol.
—Mi niña, Sophia... —sollozó Carol—. Hay dos caminantes persiguiendo a mi bebé.
Shane miró a Nicole. Inmediatamente ambos amigos mantuvieron ocupados al grupo entero. Mientras Carol se mantuvo estática mirando hacia donde su hija había huido.
—Cielos, volvieron.
Al escuchar a Dale, todos voltearon frenéticamente hacia Rick y Daryl.
Detrás de ellos no venía Sophia.
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𝐀𝐑𝐐𝐔𝐄𝐑𝐎𝐒 | 𝐃𝐀𝐑𝐘𝐋 𝐃𝐈𝐗𝐎𝐍
RomanceEn el fin del mundo, el más fuerte sobrevive. Los débiles pierden. Pero... ¿es de débiles permitirse sentir? Sus flechas se encontraron. Él era un solitario, ella una guardiana. Eran dos almas fragmentadas que entrelazaban sus pedazos partidos, sin...