Capítulo 10. Carl

5.4K 425 59
                                        

—¡Glenn, apaga ese taladro! —exclamó Nicole, adormilada en el asiento de la autocaravana— ¡Son las ocho de la mañana!

—¡Lo siento, es la bujía! —escuchó la voz lejana del coreana— ¡Pero qué bueno que hayas despertado!

La arquera bufó, para ponerse las botas. Se higienizó en el baño y bajó del vehículo, encontrándose con todo el grupo reunido.

—Buen día a todos. Menos a Glenn.

—Era de hora de que despertaras, abuela —la codeó el joven Rhee.

—¿Pueden dejar de comportarse como dos niños y concentrarse en lo importante? —protestó Andrea.

Glenn miró a Nicole.

Nicole miró a Glenn.

Y telepáticamente se dijeron: ¿Y a ésta qué le pasa?

—¿Por qué usar esos cuchillitos? —continuó Andrea, mirando la funda de armas blancas que les daba Shane— Necesitamos armas de fuego, esas sí sirven.

—Ya lo hemos hablado —contestó Rick—. Solo Shane, Daryl, Nicole y yo portaremos armas de fuego. Es que no pueden disparar solo porque una hoja se movió.

—Sí, claro, ¿pero por qué ella puede tener una?

—Nicole es experta en tiro —argumentó Shane, con simpleza.

Los ojos azules de Andrea ardieron sobre Nicole, que sonrió cabizbaja por lo cómica e incómoda que le parecía la situación.

—Yo estoy bien con mi arco —dijo Nicole, concentrándose para ponerse seria—. Si Andrea quiere un arma, no veo porqué no...

—No —la frenó Rick—. Al menos por ahora, solo nosotros portaremos armas.

La rubia se alejó de allí a zancadas.

—Cielos —murmuró Nicole.

Tras haber buscado en el bosque a la niña, por horas, en algún momento decidieron regresar a la carretera. Sin embargo, el repentino ruido de unas campanas los alertaron.

Entonces corrieron hacia donde provenía el sonido: una parroquia.

—Che, no puede ser acá —dijo Nicole—. No hay ni siquiera campanarios.

Pero tanto Rick como Daryl entraron ciegamente al lugar, seguidos por Shane y Nicole. Allí, la escena era simplemente macabra. Cuatro caminantes, vestidos formalmente, frente a la estatua de Cristo.

La arquera los miró asqueada.

—Me das miedo, por eso voy a disparar —avisó, disparándole a uno.

—¿Qué onda, J.C? —dijo Daryl, parándose frente a la estatua— ¿Tomas pedidos?

Luego, salieron de allí, con el calor y el cansancio agobiándolos poco a poco. Shane apartó a sus dos amigos.

—Están agotados, creo que deberíamos volver —dijo, mirando al grupo.

—No podemos irnos —dijo Rick, con la cabeza gacha—. No ahora. Podría estar cerca, ¿no creen? Quizás Daryl acepte cubrir un rato más, pueden llevarse al resto ustedes. Yo me quedo. Debo... debo seguir buscándola.

—Es la responsabilidad de todos nosotros, hermano.

—No. Es... es solo mi culpa que esté ahí afuera.

—¡Por favor! —exclamó ella, como si fuese una broma amarga— La niña escapó asustada y tú fuiste el primero en correr tras ella. No... no vuelvas a pensar eso. Nos quedaremos un rato más, ¿sí?

 𝐀𝐑𝐐𝐔𝐄𝐑𝐎𝐒 | 𝐃𝐀𝐑𝐘𝐋 𝐃𝐈𝐗𝐎𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora