—¡Mátenlo! —vociferó Dale, alterado.
Los hombres del campamento atacaban a aquel caminante que devoraba un venado. Clavaban sus armas en cualquier parte de su cuerpo, excepto el cerebro. Nicole fue la que acabó con él, clavándole su flecha granate.
—Creo que hay que darles en la cabeza —explicó, quitándole la flecha—. El cerebro es como su corazón.
De pronto, unas pisadas comenzaron a oírse y los arbustos se removieron, distrayéndolos. Prepararon sus armas para enfrentarse a aquella amenaza.
—Mierda —expresó Glenn, al ver quién era.
No era un caminante, ni una amenaza, sino Daryl Dixon, que parecía haber estado corriendo por su respiración agitada.
—¿Tú? —susurró ella, confundida, sin bajar su gran arco.
Se veía igual, con su cabello tapándole los ojos, sus hombros descubiertos, con algo de sudor y tierra en su cuerpo y un cinturón de ardillas en su mano derecha.
—Baja esa mierda —escupió él y ella obedeció, muy confundida.
—¿Se conocen? —le preguntó Glenn a Nicole, bajito.
—Eh...
—Él es Daryl Dixon, el hombre que te trajo —la interrumpió Shane.
¿Ese era el hombre que prácticamente la había salvado? ¿El mismo hombre con el que casi se matan a golpes por una ardilla?
—Oh —fue lo único que dijo.
Ella no lo podía creer y a él parecía no importarle la situación. El cazador regresó su vista al cadáver del venado.
—¡Hijo de puta! —masculló Dixon, pateando al caminante— ¡Vengo rastreando a este venado desde kilómetros! ¿Para que el bastardo lo devore y ya?
—Calma, hijo —musitó Dale.
—¿Y tú qué sabes, viejo? —retrucó— Quizás podamos... cortar lo mordido, ¿qué piensan? Cocinamos lo sano.
—No me arriesgaría —murmuró Shane por lo bajo.
Nicole revisó el perímetro un momento antes de regresar detrás de los demás. Pero al volver, todo era un caos... Daryl le lanzaba golpes a Rick que los esquivaba con facilidad, mientras Shane socorría a su amigo tomando al cazador por detrás del cuello.
—¡Mejor suéltame! —gritó Daryl, en el suelo— ¡El estrangulamiento es ilegal!
—Mejor no —contestó Shane.
—¿Puedes tranquilizarte para que podamos discutir esto de forma civilizada? —cuestionó Rick— ¿Crees poder hacerlo?
—¡Al diablo con todos ustedes! —vociferó, incorporándose— Díganme donde está... iré por él.
—Yo te acompañaré —murmuró Rick, bajo la mirada de Lori.
Una hora después, Daryl, Rick, T-Dog y Glenn ya habían partido a Atlanta. Mientras tanto, Nicole se mantuvo ocupada sobre una roca, afilando sus flechas color granate.
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𝐀𝐑𝐐𝐔𝐄𝐑𝐎𝐒 | 𝐃𝐀𝐑𝐘𝐋 𝐃𝐈𝐗𝐎𝐍
RomanceEn el fin del mundo, el más fuerte sobrevive. Los débiles pierden. Pero... ¿es de débiles permitirse sentir? Sus flechas se encontraron. Él era un solitario, ella una guardiana. Eran dos almas fragmentadas que entrelazaban sus pedazos partidos, sin...