Capítulo 33: Te arrepentirás

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—Carol mató a Karen y a David.

—Carajo.

No pudo describir al balde frío que le había caído al escuchar lo que confesó Rick Grimes, a través del vidrio de la cabina.

—Preparé un auto con gasolina y provisiones. Se irá de aquí.

Y cada palabra que salía de su boca, la sorprendía más.

—¡¿Qué?! —susurró, escandalosamente, con más fuerza.

—No tengo otra opción.

—Rick, estamos hablando de Carol, ¿cierto?

—No creas que quiero hacerlo. No tenemos otra alternativa. Lo sabes.

—Lo que sé es que no puedes echarla.

—¡Ella ni se arrepiente de lo que hizo! ¡Tyreese quiere matar al que lo haya hecho! No está a salvo aquí. Ni nosotros estamos a salvo con ella.

—Alto, escúchame.

—Los asesinó. ¿Qué harías tú si hubiese pasado con Daryl, Carl, Maggie, Michonne? Estoy haciendo lo correcto y...

—Ni Karen ni David merecían eso —lo
interrumpió—. Pero estaban enfermos. Lo siento por Tyreese, pero iban a morir de igual forma.

Rick la miró, sorprendido, sin creer lo que dijo.

—Te arrepentirás, Rick...

Él no respondió, salió de la sala, dando un portazo. Nicole bufó, adentrándose en el pabellón rápidamente al escuchar los llamados de Glenn.

—¡Hershel! ¡Nick! —gritó desde el suelo, junto a un enfermo que convulsionaba.

—¿Todavía sigues aquí? —reprochó la castaña, viendo a Hershel.

No debía estar ahí.

Y nuevamente harían lo que venían haciendo hace horas; tratar de retener a los enfermos. Impidiendo que mueran con las bolsas de medicina.

—Sosténgalo —pidió Hershel, ingresando el tubo en su garganta—. Estarás bien, Henry.

—Yo... yo lo hago —dijo Nicole con dificultad, mientras Hershel enroscaba la bolsa en el tubo.

—No. Beban eso, los tres. Ahora —exigió, señalando el medicamento. Glenn bebió de él, para luego pasárselo a ellas.

—Viejito, ¿cuánto...

Salió tanta sangre de su garganta que sintió que iba a ahogarse. Se alejó de los tres hacia el otro extremo, tosiendo sobre su antebrazo.

—¿Cuánto tiempo más crees que lo mantendrá vivo ese tubo? —inquirió desganada, una vez la tos paró.

—Todo el que estemos dispuestos —contestó, sin esperar esa pregunta—. Todo el que haga falta.

Sasha tomó la bolsa, oprimiéndola cada cada cinco segundos, logrando regresarle el aire a Henry, mientras Hershel, Nicole y Glenn salían de aquella celda.

Se dirigieron a las celdas de los otros enfermos. El señor Jacobson estaba tendido en su cama, muerto. Su cuerpo escurría sangre, desde su boca, ojos y nariz.

—Carajo.

Claro que Harrison no podía estar más aturdida. Sacó su cuchillo, para impedir su transformación.

—No, aquí no —la detuvo, incrédulo por su insensibilidad—. Ayúdenme a subirlo a la camilla.

—Hershel, está muerto. ¿Qué se supone que vas a...

 𝐀𝐑𝐐𝐔𝐄𝐑𝐎𝐒 | 𝐃𝐀𝐑𝐘𝐋 𝐃𝐈𝐗𝐎𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora