Capítulo 3

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Unas enormes ganas de vomitar se estancan en mi garganta al mismo tiempo que Gemma mueve sus dedos ágilmente por la pantalla de su teléfono celular. Zabdiel sonríe ajeno a la situación.

—Zabdiel, estoy comenzando a sentirme mal.—le digo casi en un susurro, solo para que el me escuche.

—¿Qué te pasa?—me mira alarmado.

Gemma se lleva el teléfono al oído y supongo que espera pacientemente a que Christopher atienda la llamada. Cada vez me siento peor, tengo un pánico extremo a que el se aparezca por aquí y se de cuenta de que Zabdiel es el arquitecto encargado de su casa y yo la decoradora. Aunque ahora que se que el es el dueño, por supuesto que rechazaré el trabajo y volveré de inmediato a Padua con mi gato.

—Me siento mareada, quiero vomitar y estoy comenzando a ver borroso.—exagero. Necesito que Zabdiel y yo nos vayamos cuanto antes de aquí.

Zabdiel hace una mueca y luego asiente.

—Gemma.—la llama, captando su atención.—Mi compañera se siente mal, me gustaría que pospongamos la reunión, asi su prometido también podrá estar presente en la siguiente.

Gemma asiente efusivamente y nos da una sonrisa genuina mientras cuelga la llamada. Demonios, cuanto me gustaría odiar a esta mujer pero me es imposible, ella solo es amable y pareciera que no sabe absolutamente nada de mi y mi estúpida relación falsa con su prometido.

—Me parece una idea estupenda Zabdiel, mas tarde te mando los datos de nuestra próxima reunión y señorita González.—me mira—Espero se recupere pronto.

Le doy una sonrisa forzada, no por ser grosera, sino porque sentía que si abría la boca iba a comenzar a expulsar una ola de vomito sobre ella y sobre Zabdiel. Mi ex novio toma mi mano y me ayuda a caminar hacia el auto, mientras finjo que me es difícil caminar. Una vez dentro del auto, Zabdiel agita su mano despidiéndose de Gemma y yo simplemente me quedo muda y seria sin mirar a aquella bonita mujer quien resulto ser la novia del hombre al que mas amo.

—Creo de deberíamos ir al medico.—me dice.

Niego y le doy una leve sonrisa.—Debe ser porque se acerca mi periodo.

Zabdiel asiente y comienza a conducir de regreso a casa. Durante todo el camino le doy vueltas al asunto, necesito decirle la verdad. Necesito contarle lo que pasó todo este tiempo que el no estuvo para que entienda mis razones por las cuales no aceptaré este trabajo. Pero no quiero lastimarlo.

Llegamos a casa e inhalo profundamente al tiempo que camino hasta la sala. Me siento de golpe en el sofá y me paso las manos por el cabello frustrada. Zabdiel se sienta a mi lado y comienza a acariciar mi espalda.

—Lo siento por arruinar la reunión, se que este proyecto es muy importante para ti.—me disculpo con sinceridad. Porque si yo no estuviera metida en este problema, no tendría por que haber mentido y obligado a Zabdiel a irnos de ahí.

—No te preocupes Naty, no es tu culpa el haberte sentido mal.—sonríe.—Ademas, pensé que este proyecto es igual de importante para ti que para mi.

—Necesito contarte algo.—murmuro, queriendo que no me escuche, pero a la vez se que es necesario que aclaremos esto.

—Te escucho.

Suspiro y cierro mis ojos un efímero momento. El teléfono de Zabdiel comienza a sonar y me siento aliviada porque me ha salvado la campana, tan siquiera por un momento. Me da una mirada a modo de disculpa y se levanta del sofá y se va al jardín a atender la llamada.

Me voy a la habitación y comienzo a desempacar las pocas cosas que trajimos. Y cuando estoy por terminar, abro el cierre frontal de la valija, encontrándome con aquella carta que Christopher deslizó por debajo de la puerta. La tomo temblorosa y me debato entre abrirla o tirarla a la basura. No quería saber nada de el, no quería mas mentiras, pero también me daba una curiosidad enorme por leerla.

Siempre Fuiste Tú #2 |C.V| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora