Capítulo 27

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Viernes. Ocho de la noche. Casa de la familia Vélez.

Estoy de pie frente al portón sosteniendo una tarta de manzana que horneé hace un par de horas, mientras Christopher me sostiene por la cintura—o mas bien, mi inexistente cintura—sintiéndome la mujer mas nerviosa sobre la faz de la tierra. Se que Chris también se siente así pero lo sabe disimular muy bien.

Luego de presionar el intercomunicador, una mujer del servicio apareció para abrir el imponente portón negro. Me hace recordar a noche buena, cuando vine a buscar a Christopher y me dijeron que estaba en el salón presidencial celebrando la navidad y lo demás... no es momento de traerlo al presente.

Aunque han pasado muchos meses, reconozco a la mujer que nos ha abierto la puerta, con el mismo uniforme y moño bien peinado. En cuanto me ve, entre cierra los ojos y me mira, quizás pensando si me ha visto antes.

—Buenas noches, joven Vélez. —dice la mujer en un tono serio, haciéndose a un lado para dejarnos pasar. —Sus padres y su tía lo esperan en la sala.

—Gracias Belén. —le responde Christopher con un asentimiento de cabeza.

La mujer sigue observándome y le doy una pequeña sonrisa tímida. Caminamos por el largo camino de piedra que nos lleva a la puerta principal, donde al costado hay una fuente iluminada y un enorme jardín frontal lleno de peonías de diferentes tonalidades. La gran casa no tiene ni una sola luz apagada y me sorprende ver los cuatro lujosos autos que aguardan bajo un garaje abierto.

Toda la casa es enorme, sofisticada y hermosa. Tiene ventanales en forma de arco, columnas blancas, faroles y un pequeño balcón al costado izquierdo.

—Bonita casa. —le digo, admirando solo el jardín y la fachada.

—Estuvimos a punto de perderla por las deudas... Esta casa la compraron mis padres con su esfuerzo, esta casa es nuestro patrimonio, dejamos Ecuador para estar aquí. —responde, luego de un suspiro.

—Recuerdo cuando fuimos a tu antigua casa en Loja, fue un viaje muy bonito.

—Te prometo que volveremos...

La puerta principal se abre, dejando ver a la pareja que conocí en la galería recién salía con Chris. Y a su tía que conocí en el restaurante de su abuela en Ecuador. —Aleyda si no mal recuerdo—Mirándonos con una sonrisa que se cambia por un semblante de sorpresa seguramente en cuanto notaron la enorme panza que adorna mi cuerpo.

—Tesoro... ¿Vas a ser papá? —pregunta su madre, cubriéndose la boca.

Hay un silencio incómodo. Christopher abre y cierra la boca sin saber que responder y yo sonrío y extiendo la tarta hacia su madre.

—Hice pay de manzana. —menciono. La tía de Christopher la toma con amabilidad y nos ayuda a aligerar la tensión.

—Se ve deliciosa. Y me alegro de volver a verte, nos conocimos en Ecuador ¿Me recuerdas?

—Claro. Esa noche cené muy rico en su restaurante.

El padre de Christopher se aclara la garganta y toma la mano de su esposa adentrándose en la casa. Christopher toma la mía y caminamos detrás de ellos.

La casa por dentro es igual de elegante que la fachada. Hay pinturas, esculturas, plantas, un piano, estantes de libros y muchos detalles que deben costar una fortuna.

—¿No va a venir Jonathan? —pregunta Christopher.

—Tu hermano no esta en la ciudad, ha viajado a Miami con su novia para una fiesta de compromiso. —responde su madre. Y ahora que la veo con atención, es una mujer hermosa, de cabello oscuro y sonrisa agradable.

Siempre Fuiste Tú #2 |C.V| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora