Capítulo 8

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Los días habían pasado, un mes para ser exactos. Yo no había vuelto a poner un pie en la construcción. Y Christopher tampoco me había llamado o intentado contactarse conmigo y para mi, estaba bien.
Hago mi trabajo desde la casa y Zabdiel es quien acude casi a diario a la construcción para tomar medidas y dirigir a los trabajadores. Cuando tengo alguna duda se la pregunto a él o le pido que llame a Gemma y le pregunte.
Estos últimos tres días no me he estado sintiendo bien. Siento que no descanso aunque duerma, a veces no tengo apetito y lo único que quiero hacer es dormir hasta olvidar mi nombre. Zabdiel dice que seguramente estoy por resfriarme, yo no opino lo mismo.

Él se ha ido al supermercado y me he quedado en la cama, con tres mantas encima y una taza de té caliente mientras hago la planificación de la decoración de la cocina de la casa de Gemma y Christopher. Trato siempre de no pensar que la casa es de ellos, así no duele tanto.

Escucho unos golpes en la puerta de la habitación. Dejo de mirar la pantalla y volteo a la puerta, Carlos es quien toca.

—Buen día Nat, ¿Aún te sientes mal?—pregunta.

—Buen día Carlos.—le sonrío.—Si aún, no se que me pasa, hace un rato tuve unas nauseas terribles.

—¿Puedo pasar?

—Claro.—le digo, palpando el lado vacío de la cama para que se siente.

Carlos rasca su nuca y se sienta a mi lado con la mirada fija en el piso.

—No quiero incomodarte, ni mucho menos ser un entrometido, pero mi esposa estaba igual antes de enterarse que nuestra pequeña venia en camino.

Mi corazón pareciera detenerse un segundo y luego empezar a latir con fuerza. Carlos estaba serio y se notaba que lo que acababa de decir no lo había dicho con mala intención. Además de que yo ya había pensando en esto.

—Si te soy sincera.—Suspiro.—Tengo miedo, porque he leído ya mucho sobre esto y muchas cosas concuerdan.

—¿Por qué no te haces una prueba? ¿Zabdiel sabe como te sientes?

—Zabdiel está muy ocupado con el proyecto, además no quiero ilusionarlo. Tú sabes que ya no estamos juntos.—Una lágrima se desliza por mi mejilla. Estar embarazada es lo ultimo que quiero en estos momentos.

Carlos me abraza con fuerza y me derrumbo. Comienzo a llorar porque tengo miedo. Porque mi periodo debió llegar hace dos semanas y aún no aparece. Porque presento muchos síntomas de embarazo. Porque quiero irme de aquí y no saber nada más de Christopher. Porque extraño a Joel y aún no puedo perdonarlo.

Carlos se había convertido en el amigo y apoyo que necesitaba. Se había vuelto ese soporte que me hubiera encantado que fuera Joel.

—Me tengo que ir a trabajar, siento mucho tener que dejarte sola ahora.—murmura sobre mi cabeza.

—No te preocupes Carlos, estaré bien. Zabdiel no tarda en llegar.

—Habla con el, dile lo que te pasa. Sabes que Zab te quiere mucho y te ayudará en todo lo que necesites.—Me dice, mirándome a los ojos. Me da una pequeña sonrisa y después sale de la habitación. Minutos después escuchó cerrarse la puerta de la entrada.

Suspiro y tomo mi teléfono de la mesa de noche. Le escribo a Zabdiel.

Una hora después aparece con las bolsas del súper. Entra corriendo y me abraza, le respondo el abrazo con fuerza.

—Traje tres como la otra vez.—dice, extendiéndome las tres cajas.

—Gracias, no tardo.—Respondo en voz baja.

Siempre Fuiste Tú #2 |C.V| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora