Suelto un gruñido de frustración y dolor mientras Christopher conduce hacia el hospital. Inhalo y exhalo repetitivamente mientras me aferro a cualquier cosa que este al alcance de mi mano. Christopher me observa con preocupación durante todo el trayecto hasta que diviso el hospital y él pega un grito de felicidad.
Detiene el auto en la entrada de urgencias médicas y se baja pidiendo ayuda. Dos enfermeras aparecen con una silla de ruedas, me ayudan a bajar y me suben en esta de inmediato.
—¡Rompió la fuente en casa! —exclama Christopher con histeria.
Una de las enfermeras suelta una risita y le hace una seña para que se tranquilice.
—Todo va a estar bien, su esposa tiene dolor pero ella está tranquila, mírela. —La enfermera me señala y yo trato de sonreír pero mas bien hago una mueca rara cuando una contracción se aproxima y termino pegando un grito. Christopher palidece y la enfermera niega con pesar.
—Pero...—el castaño balbucea. —Ella no se ve tranquila.
—Tenemos que pasarla a una habitación para que el médico la revise. —la enfermera empieza a empujar la silla de ruedas llevándome al parecer a una habitación. —¿Tienen pagado el parto aquí o solo han venido por la urgencia?
—Ya está pagado, en mi bolso están los documentos. —hablo, después de todo este rato haber estado sufriendo en silencio.
Christopher saca la papelería de mi bolso y se la entrega a la otra enfermera que se marcha con ellos en mano.
—¿Quién pagó esto? ¿Por qué no me habías dicho nada? —me pregunta Chris con desconcierto. La enfermera abre una puerta y entramos a una de las habitaciones del piso de maternidad.
—Lo pagó...—suelto un gruñido de dolor, y luego de respirar, continúo. —Zabdiel.
—¿Zabdiel? ¿Por qué lo pagó Zabdiel?
Christopher sigue haciéndome preguntas y las contracciones siguen aumentando, sacándome de quicio. La enfermera parece entender mi mirada de auxilio.
—Señor... ¿Me haría el favor de salir? Lo llamaremos cuando sea la hora del parto.
Christopher frunce el ceño y la enfermera sigue pidiéndole que se marche. Christopher sale de la habitación sin entender por qué lo están sacando, pero agradezco la paz mental que me trae que se haya marchado.
—¿Me podría pasar mi teléfono? —le pido a la mujer que inmediatamente me lo entrega con una sonrisa y empieza a sacar una bata quirúrgica y a preparar los monitores de la habitación.
Busco rápidamente el numero de Zabdiel y le llamo. Contesta de inmediato y le hago saber que ya es hora y tiene que llegar al hospital. Zabdiel que ahora vive en Manhattan, me hace saber que ya ha salido de su departamento corriendo y vendrá con cuidado pero lo más rápido que pueda.
A provecho para llamar a Joel y a mi familia, que han prometido tomar el vuelo más pronto y probablemente llegar mañana.
Me coloco la bata y dejo mis pertenecías en un pequeño closet que tiene la habitación mientras la enfermera ha ido por la ginecóloga que me ha atendido durante estos meses. Trato de respirar pausadamente varias veces para disipar el dolor, pero es en vano.
Un momento después, aparece la ginecóloga y la enfermera y me acomodan en la camilla y me conectan a un monitor que proyecta la frecuencia de las contracciones. Me informan que en quince minutos me llevarán al quirófano.
—Le llamaremos a su esposo. —me dice la enfermera con una sonrisa.
Niego rápidamente y la detengo antes de que salga.
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Siempre Fuiste Tú #2 |C.V| TERMINADA
FanficLIBRO II Después de que el secreto que guardaban Christopher y Joel, saliera a la luz, Natalia decide irse lejos de los problemas al otro lado del mundo. Para sorpresa de ella, el destino la vuelve a juntar con la persona con la que alguna vez tuvo...