—¿Tu padre trabaja aquí? —le pregunto, fingiendo que no conozco la vida del señor Colón.
—Si. —afirma, volteando en dirección a la oficina. —En verdad muchísimas gracias por cuidarlo, pero tenemos que irnos.
—Me llamo Natalia. —le grito, mientras Erick y su hermanito corren en dirección a unos hombres fornidos con apariencia de guardaespaldas.
Me quedo de pie mirándolos con una gran sonrisa hasta que los pierdo de vista. Esa noche volví al hotel y en cuanto me tiré sobre la cama, me quedé profundamente dormida.
Al día siguiente estuve haciendo un poco de turismo disfrutando de París, visité algunos museos, restaurantes y por supuesto, subí a la torre Eiffel. Casi a la misma hora que ayer, volví a ir a Louvre con la esperanza de encontrarme a Erick, pero no había rastro de él. Volví nuevamente a mi hotel y organicé mis pertenencias pues ya iba a regresarme a Italia.
[>>>]
Dos semanas después me encuentro con Zabdiel en la sala del hospital esperando mi turno para mi cita con el ginecólogo. Una sonrisita se instala en mi rostro en cuanto veo a Christopher llegar a la sala. Le había informado a escondidas de Zabdiel la cita, para que estuviera presente. Christopher tiene los mismos derechos que Zabdiel y creo que si Zab está aquí, Christopher también merece estarlo.
Zabdiel aprieta los puños y me mira con tanto enfado que me intimida un poco. Christopher sonriente se sienta a mi lado y nos saluda con su característica alegría.
—¿Tú que haces aquí? ¿No deberías estar en Manhattan organizando una boda? —le dice al castaño con la mandíbula tensa.
—Natalia me invitó. —le responde Christopher. Le hago una mueca para que cierre la boca, porque me estaba dejando en evidencia.
Cuando Zabdiel esta a punto de atacarlo, la enfermera aparece llamándome. Lo peor es que me llama nuevamente con el apellido de Zabdiel.
—¿Natalia De Jesús? —me pregunta Christopher con el rostro serio y un poco rojo den enfado. —¿Acaso te casaste y fuiste tan grosera para no invitarme a la boda?
—Christopher no es momento. —le respondo con cansancio.
—Si Christopher, no es momento. —anuncia Zabdiel, con una sonrisa arrogante.
Los tres entramos al consultorio y el médico nos mira curioso. Me siento frente al escritorio y mis dos acompañantes se baten a un duelo de miradas para ver quien se queda con el asiento vacío a mi lado. Coloco mi bolso en la silla para que ninguno de los dos lo usen y dejen sus peleas absurdas.
La consulta transcurre con total tranquilidad, me hacen la ecografía y me entregan las fotos. Le doy una a Zabdiel, una a Christopher y la ultima me la quedo yo.
Salimos del hospital y Zabdiel se aleja un poco para contestar el teléfono, mientras me quedo en medio de la calle con Christopher a mi lado.
—¿Qué te pareció la consulta? —le pregunto, para no quedarnos en silencio.
—Estuve a punto de llorar. —confiesa. —Todo esto es increíble, me hace muy feliz estar aquí contigo. —me dice y sonríe ampliamente.
Le devuelvo la sonrisa y aprovecho para contarle con lujo de detalles mi encuentro con el hijo del director del museo Louvre.
—De verdad que estaba por darme por vencida, pero encontrarme con ese niño fue un regalo del cielo. —le digo.
—¿Tienes su número? ¿Tienes como ponerte en contacto con Erick? —me pregunta con ansiedad.
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Siempre Fuiste Tú #2 |C.V| TERMINADA
FanfictionLIBRO II Después de que el secreto que guardaban Christopher y Joel, saliera a la luz, Natalia decide irse lejos de los problemas al otro lado del mundo. Para sorpresa de ella, el destino la vuelve a juntar con la persona con la que alguna vez tuvo...