Capítulo 7

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No había podio pegar el ojo en toda la noche. Zabdiel duerme plácidamente mientras su brazo aprisiona mi cintura, impidiendo que me mueva.
Faltaba una hora para las diez. Tenía que salir de la cama ahora.
Intento quitar su brazo sin despertarlo, pero eso no ocurre. Zabdiel se remueve y abre un ojo.

—Hoy no tenemos que trabajar.—murmura.

—Tengo que salir, mi hermana me pidió que fuera por informes a la universidad. No me demoro.—Le mentí. Había estado pensando toda la noche en que inventar para poder ir a ver a Christopher.

Me sentía una hipócrita. Mis problemas y dolores de cabeza eran por las mentiras y yo estaba haciendo lo mismo. Mentir.

Zabdiel asintió y se volvió a quedar dormido. Me di una ducha y me vestí bien abrigada, pues afuera está nevando. Salgo de la habitación sumida en mis pensamientos y me encuentro a Carlos tomando café en el comedor.

—Buenos días cuñada.—dice burlón, sorbiendo su taza.

—No soy tu cuñada.—respondo, rodando los ojos y sirviéndome café.

—Ah ¿no? Anoche me pareció escuchar mucho ruido, pensé que si lo eras.—me mira de forma pícara.

Mis mejillas se tornan rojizas. Y me río negando con la cabeza.

—Anoche no había ningún ruido, mentiroso.

—Lo sé, solo quería molestar.—Sonríe.— Por cierto, ¿Ya se van a trabajar?

—No. Yo solo iré al supermercado.—Dejo la taza en el fregadero y camino hacia la puerta.

Yo solo iré al supermercado. Voy a ir por informes a la universidad.
Ya había metido la pata. Ni siquiera podía mentir bien. Espero que Carlos y Zabdiel no le tomen importancia a mi salida y se den cuenta que a cada quien le dije algo diferente.

—Que te vaya bien cuñada.—Le escucho decir a Carlos, antes de irme al auto.

Que me llamara de esa forma solo hacía que me sintiera peor. Quisiera aceptar a Zabdiel de nuevo, quisiera darle esa oportunidad que me pide todas las noches antes de dormir, pero simplemente no puedo. 

Me prometí que jamás mentiría con respecto a sentimientos o al amor. Y no podía volver con Zabdiel, cuando ahora, estaba enamorada de Christopher. Pero tampoco debía olvidar que Christopher me mintió y Zabdiel lo único que hace es amarme y ser honesto.

Además, Christopher se va a casar. Así que debo olvidarlo y seguir con mi vida.

Suspiro antes de bajar del auto, cuando me estaciono en la cafetería. Las piernas me tiemblan a la vez que camino y abro la puerta de local. Hay pocas personas tomando café, algunos concentrados en su computadora y otros charlando. 

Veo a todos lados y Christopher no está. Miro la hora en el reloj y este marca las diez con dos minutos. Quizás se arrepintió y no vendrá. 

Me acerco a la barra y pido un frappe y una dona, mi estómago rugía al solo haber tomado media taza de café hace un rato. Me voy al sillón del fondo y juego con mi teléfono, hasta que escucho mi nombre llamado por el barista para que fuera a recoger mi pedido.

—¡Natalia!—Escucho esa voz que a veces llegaba a irritarme.

—Teresa.—Le sonrío a la chiquilla que hacía sus prácticas de la universidad en la misma empresa donde yo trabajaba. O quizás las sigue haciendo. Solo han pasado 10 días desde que renuncié.

—¿Por qué renunciaste? Se te extraña en la oficina.—Teresa siempre tan interesada por la vida de los demás. Decidí hacerla sufrir un poco al ser tan metida.

Siempre Fuiste Tú #2 |C.V| TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora