CAPÍTULO 59.

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Aarón.

Al día siguiente Aisley me obliga a ir al colegio de nuestros hijos por unos estúpidos papeles que no firmamos por irnos de viaje un mes. En ese mismo momento hago el cheque por ciento setenta mil dólares que van directamente a la cuenta bancaria del colegio Avenues, pero considerando que tres de nuestros hijos estudian aquí no es una cifra excesiva.

Por supuesto ahí no termina nuestro recorrido. Tenemos que ir al colegio de Andrei, hace un año quiso cambiarse a otro colegio que es internacional, él esta seguro de querer estudiar leyes en Harvard así que EF Academy es una buena manera de adaptarse a convivir con personas de muchos lugares del mundo.

Aún faltan poco menos de tres años para que deba mudarse a Boston si es lo que realmente quiere, pero sé que será difícil para Aisley.

— Odio hacer estas cosas Aisley y lo sabes. — Andrei suelta una carcajada en el asiento trasero del Rolls Royce, sigue siendo uno de mis autos favoritos.

— Papá, llevo años escuchando como te quejas de hacer estas cosas y siempre las haces. — Por el espejo retrovisor veo como aún sonríe.

Cuarenta minutos después, un cheque más por sesenta mil dólares. En menos de dos horas trescientos mil dólares dejaron mis cuentas bancarias solo en gastos del colegio.

Nuestro aniversario de bodas es en menos de tres semanas y el regalo que tengo planeado costará muchísimo más que trescientos mil dólares.

Como Andrei no tiene nada que hacer viene seguido con nosotros al Corporativo. Es extraño no ver a Susan detrás de su escritorio.

— ¡Buenos días! — Mariana nos recibe con la sonrisa que la caracteriza y su barriga de pocos meses de embarazo.

Es la segunda vez que va a dejarme ocho semanas por maternidad. Por suerte no quedaron embarazadas ambas al mismo tiempo o tendríamos un grave problema justo ahora.

— Buenos días. — Andrei se acerca a darle un beso en la mejilla.

— ¿Aún no va a perdonarme que esté embarazada? — La miro fijamente.

— No. — Suelta una carcajada y nos sigue a mi despacho. Aisley se quedó en VASYF.

— Oiga, Maddie ya tiene cuatro años y solo estaré fuera ocho semanas, pero aún faltan algunas para que eso pase.

— Aún así. — Vuelve a reírse.

Mariana es una excelente asistente, mi vida laboral sería muy distinta sin ella.

Hace años todas esas veces que llegaba tarde, se iba un poco antes o adelantaba su hora de comida era porque estaba embarazada y no quería decírmelo. Al menos esta vez no hizo lo mismo y solo se sentó a decirme que estaba de nuevo embarazada.

— ¿A dónde crees que vas? — Se detiene antes de sentarse en mi sillón.

— Mamá si me deja sentarme en su sillón. — Andrei chasquea la lengua y suelto una carcajada.

— Pero yo no soy tu madre, cuando seas socio aquí tampoco te dejaré hacerlo. — Pone los ojos en blanco.

— Algún día tendrás que retirarte y me sentare en el trono del imperio Ivanova. — Vuelvo a reírme.

— Tienes unos zapatos muy grandes que llenar Andrei. — Le dice Mariana.

— Pero no imposibles Mariana, soy su hijo después de todo, nada es imposible. — Se encoge de hombros.

— Solo sentarte en mi sillón cuando yo estoy presente. — Se sienta al lado de Mariana y yo lo hago en mi lugar.

Mientras ella me pone al tanto de lo que tengo que hacer en el día yo respondo algunos emails hasta que alguien toca la puerta y la abro con los botones de mi escritorio.

AMOR Y SEDUCCIÓN. (TS #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora